Depende, contestarán algunas supongo.
Hay una chica de unos 25 años que entrena en uno de los gimnasios que frecuento que verdaderamente llama mucho la atención. No tanto por su tremendo cuerpo: alta, bastante bronceada, piernas y nalgas de concurso, sino por la dedicación con la que entrena y por la confianza con que se mueve entre las máquinas y pesas donde entrenamos mayormente hombres. No conforme, en algunos ejercicios adopta poses por demas sugestivas, tanto que hasta los más dedicados no podemos evitar darle un vistazo de reojo, algunos inclusive le hacen plática a lo cual ella contesta cortesmente y sigue pronto en lo que estaba. Ya, pues el otro día entrenando yo en una máquina para las piernas llega ella y hace lo propio en una justo frente a mi, con la característica particular que su estación para entrenar los glúteos requería que se montara y quedara literalmente en cuatro con esas caderas espectaculares al aire, justo a la altura de alguien para llegar parado por atrás y... pero vamos, todos seguimos entrenando como si nada porque claro, a qué otra cosa vamos sino a eso, ¿no? un participante en particular sin embargo, no se pudo contener, un negro como de unos 40 años, y caminando por el pasillo junto a la diosa aquella empinada en la máquina, voltea sin tapujos a verle las nalgas, qué digo las nalgas, todos los detalles de su anatomía que se revelaban a través del ajustado shortcito que traía puesto, y al son de man! dicho entre dientes pero suficientemente audible para que los demás alrededor nos dieramos cuenta, siguió su camino a donde sea que según se dirigía. A los pocos minutos, una señora de no tan malos bigotes, fue y le dio el chisme a la visión empinada, yo en mi máquina todavía pero lo suficientemente cerca para oir: "Hubieras visto fulana, qué descaro, no disimuló nadita el negro ese". "Pues sí", contestó ella. "De que los hay los hay". Con un dejo de indignación claro.
Y me pregunto entonces:
¿Qué a sus más o menos 25 años y con ese cuerpo, y con esos pantaloncitos, y en esa posición, y en medio de tanta testosterona esperaba algo diferente la chica esa? Supongo que no era la primera vez que algo así le sucedía, ¿no? ¿Para qué indignarse entonces? Algunos gimnasios por cosas así ofrecen a sus clientes/mujeres áreas semi aisladas, para que no tengan que lidiar con miradas de más vaya, pero a mi me sigue quedando la espinita y aunque concedo que toda dama tiene derecho a entrenar con la ropa que le pegue la gana y en la posición que la máquina requiera sin tener que estarse cuidando que alguien las admire de más, también opino que adoptar poses dignas o falsos pudores en las circunstancias recien descritas definitivamente está de más. Vamos mi amor, por lo menos pongase un pants de manga larga, ¿no? 
Ultima edición por Invitado el May 15 2010, editado 1 vez
Responder
|