Platicábamos y sonreías al recordarlo, mientras que para mi era relatar una hazaña lograda, por haber conseguido lo que creía tan lejano y distante, como si fuera alcanzable solo por el hombre mas afortunado y al que acompañara toda la suerte del mundo, para ti era haberte sentido mujer al fin…
Te invité a salir, no sin antes haberme puesto a pensar de que manera decírtelo para que no fueras a tomarlo mas que como una salida de amigos, pero también planeando la forma de abordar lo que en realidad deseaba, sin sonar indecente, trillado, falto de espontaneidad o vulgar. Finalmente creí haber encontrado las palabras adecuadas para cuando se diera la oportunidad y me creí seguro de que aceptarías. Me habías comentado que tenías bastante tiempo que no salías a distraerte del trabajo o tus deberes familiares y que de alguna manera te hacía falta, así que no hubo inconveniente alguno para aceptaras tomarte un café conmigo.
Contrario a lo que había imaginado, no me la pasé buscando el momento adecuado para hacerte mi propuesta, pues me sentí tan absorbido por la plática que hasta me había olvidado de ello. Me sentí muy a gusto estando contigo, pues pude conocer un poco mas de ti y te mostraste en facetas diferentes, mas amena, conversadora, abierta, comunicativa, pero siempre guardando tu distancia, solo que ahora con mas familiaridad hacia mi persona. Conversamos de cuestiones de trabajo, de nuestras responsabilidades, de nuestra amistad común, de cosas que vivimos con esa amiga, etc. Fue entonces cuando empezamos a darle un giro al pasado al diálogo y empezaron a salir los temas escabrosos que tanto había planeado que surgieran o provocarlos, pero no fui yo quien los propició, sino tu.
Me confesaste que nuestra amiga, que llamaremos Laura, había sido la única que te quedaba después de haberte ido de casa de tus padres por vivir con tu expareja, que todas las demás te habían volteado la espalda por haber tomado tal decisión. Agradecí tu gesto de confianza al contármelo por partida doble: primero con una sonrisa hacia ti, a manera de hacerte saber que no te juzgaba por ello, sino que entendía que eran experiencias que uno iba adquiriendo; y segundo con otra sonrisa hacia mis adentros por encontrar el camino hacia donde yo tenía intenciones de ir.
- Laura me ha demostrado ser una excelente amiga, la mejor -. Me dijiste.
- Sí, realmente es una persona formidable -. Nuevamente sonreí con doble significado.
Comenzaste a contarme un poco mas detalladamente cómo había estado el asunto de tu relación con tu expareja, de las cosas que vivieron juntos, de que problemas habían tenido, de lo que te había ocasionado con tu familia, en especial con tu padre, haberte salido de esa manera de su casa. Empecé a sentir un poco de remordimiento en mi pensamiento por lo que yo estaba pretendiendo, pues comenzó a parecerme una idea ventajosa, mas que nada por la confianza que estabas depositando en mi, porque se notaba que tenías mucho tiempo sin decirlo a nadie y que te quemaba por dentro, que necesitabas empezar a sacarlo o te dañaría. Mas cuando mencionaste que desde que te separaste de él, hacía ya tres años, no habías estado con nadie más, resurgió de nuevo la idea, acallando las voces de mi interior que me estaban pidiendo que no lo hiciera.
- Entonces… ¿quiere decir que desde hace tres años no tienes pareja? -.
- Así es.
- ¿En ningún sentido? - Al preguntar esto, pude notar como se sonrojó tu rostro y agachaste la mirada.
- En absoluto -. Lo dijiste casi carraspeando y con la voz algo entrecortada.
- Perdón que te pregunte esto, pero… ¿Cómo has hecho para aguantar todo este tiempo sin pareja? -. Aquí mi corazón comenzaba a palpita mas rápido y las manos me empezaban a sudar.
- Simplemente aguantando -. Y me imagino que tu también sentías lo mismo que yo, pero no lo podía adivinar.
- Caray, pues… no se que decir… - Y realmente no lo sabía. - Solo que si de algo sirve, y te puedo ayudar a calmar un poco esa necesidad, estoy a tus órdenes -.
¡Que estupidez acababa de decir! O mejor dicho… ¡No pude haberlo dicho de manera más estúpida! ¿De que había servido haberlo planeado tanto, para salir con esto? Pero en fin, ya lo había dicho y ahora solo me quedaba esperar a que mínimo te ofendieras y me pidieras te llevara a tu casa.
Mas sin embargo…
Sonreíste…
- No se por qué, pero me imaginaba que me lo ibas a proponer.
- ¿De verdad? -. Casi sentía que me ahogaba de vergüenza al decir esto.
- Sí, pero nunca creí que lo fueras a decir de una manera tan graciosa.
- Ja. Fue de la manera en que me nació decirla. Espero no haberte ofendido -. La verdad no encontraba la hora en que me tragara la tierra para que no se me notaran los mil colores que tenía en el rostro.
- No te preocupes. Para nada me ofendo. De hecho, me encantaría que me ayudaras con eso.
No lo podía creer. Fue mi primera reacción ante tu respuesta. De hecho, fue la única, porque me quedé pasmado. No estaba seguro de si soñaba o estaba imaginándome alguna de mis múltiples fantasías que tuve antes de esa noche. Mas de alguna manera, me llegó algo de ecuanimidad y pude hilar las siguientes palabras:
- Pues te reitero… estoy a tus órdenes, para cuando gustes.
Me lanzaste una mirada diferente a todas cuantas había visto en ti hasta el momento. Una mirada pícara, de complicidad, incluso noté deseo hacia mi en ella.
- Vámonos -. Fue tu contestación.
Pedí la cuenta. Pagué…
Y nos fuimos de ahí…
A consumar mi fantasía
Responder
|