"Tengo tendencia a ser algo dejaílla con mi aspecto físico. Me pongo lo primero que encuentro, me peino un poco y dejo el cabello suelto que aún conserva su color original y las tres o cuatro canas que brotaron (tras años con mi colita) y ni una gota de maquillaje porque el interior es lo que cuenta. No camuflo con delineador de ojos mi mirada, demasiado expresiva ya de por sí. Y mis labios, casi siempre en movimiento, no son coloreados con nada.
En mi interior, me cuido, me culturizo, quiero saber, porque si a mi cuerpo lo quiero mucho, a mi mente la quiero más. La curiosidad mató al gato, pero a mí hasta el momento, ni un mal dolorcillo me ha dado. Leo, veo, escucho y me acuerdo. Aprender no ocupa lugar, dice mi mama. Y vaya si aprendo, si leo, si escucho y lo peor de todo es que me acuerdo de demasiadas cosas. Pero bueno, utilizaré aquello a lo que llaman "memoria selectiva".
Alguien dirá que para qué quiero aprender más cosas. Les cuento: aprendí en mi niñez fue a escribir al revés, en vez de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Otra cosa que aprendí (pero no perfeccioné tanto) fue a escribir con la mano izquierda (yo soy diestra). ¿Que para qué? Porque una vez escuché una historia sobre un hombre que hizo que sus hijos aprendieran a hacer cosas con las dos manos, por si tenían un accidente y le amputaban la que más utilizaban, para que siguieran siendo independientes. Esa historia me impactó. Tal vez por eso, a mi mano izquierda le dí más utilidad de la que realmente me dicta el cerebro.
No quiero darle importancia a lo que, para mí, no lo tiene. He conocido a personas aburridísimas, tediosas, insoportables y repelentes con mentalidades simplonas, cerradas o aburridas, eso si, fisicamente bellas y eso es lo que me ha llamado la atención. El físico no importa si la persona con la que conversas te puede sacar de tus casillas. Gracias a dios que no como de mi físico. Tal vez, por eso, prefiero tener una mente abierta a la sabiduría. Aunque peque de diferente en esta sociedad, prefiero aprender a restaurar un mueble que a maquillarme bien los ojos.
Algo así pienso yo sobre el físico. Guapa o fea, la belleza se esfuma con el tiempo. Soy algo más que una cara o un cuerpo. Soy persona, soy mujer, soy yo. Puedo hablar de mil cosas y aprender mil cosas más. Puedo tener conversaciones profundas sobre nada en particular durante horas con quien sea (y siempre que le puedan interesar mis tonterías). No quiero destacar, quiero (y me gusta) pasar inadvertida. Me gusta ver, escuchar, saber y conocer. En un amago de egocentrismo, no me considero igual que el resto de las mujeres. Yo soy yo. No me compares con otras mujeres porque coincidamos en el s*xo. No me conoces a pesar de los años transcurridos. Aún no has descubierto que, tras este rostro y este cuerpo, se esconde una sencilla persona que no le ha dado importancia al físico porque, tal vez, no ha sido por eso por lo que ha destacado en esta vida.
Podría hablarte del placer de leer La Dama de las Camelias o de la sorpresa que me llevé descubriendo La Familia de Pascual Duarte. O contarte cómo se pinta con un pincel, aguarrás y cera blanda... Podría explicarte todas esas cosas que me callo porque no te interesan, te aburren y lo peor de todo, es que sé que no escuchas cada vez que te hablo de ellas. Podría decirte que somos diferentes. Yo no te aporto nada a tí y tú no me aportas nada a mí...
¿A qué viene todo esto? A que nunca he sido guapa, nunca me han llamado guapa y hoy, dos personas completamente diferentes, sólo han halagado mi belleza o mi cuerpo.
Sus comentarios halagadores sobre distintas partes de mi cuerpo me han dolido como si fueran insultos.
Si quieren un cuerpo o una tía buena, que se compren el Playboy."
PD Tomado de un blog de la red
Responder
|