No se por qué…
Pero te extraño…
Hace tiempo que no hablamos, que no tenemos contacto. No puedo creer que por una simple tontería estemos así…
Te extraño…
Que extraño? Todo, todo de ti… bueno, solo una cosa no: tu ausencia. Ella está conmigo. Mas todo lo demás me hace falta. Incluso ese carácter tan disparejo que tienes. Eres el clásico ejemplo de la mujer que debe uno amar, no entender.
- Me veo gorda? – Me preguntaste una vez. No se a ciencia cierta la razón de la pregunta, bien sabes que no soy muy afecto a mentir, ni a decir lo que quieres escuchar, pero siempre te empeñas en que lo haga. Quizá porque no pierdes la esperanza de que algún día te conteste que no, mas estoy seguro que si lo hago, no estarás contenta porque me dirás que solo te lo digo para no decirte la verdad. Ja. ¿Quién te entiende?
- Este… - Dudo un poco mi respuesta. – No es que estés gorda, simplemente tu estructura corporal es “diferente”. – Grave error.
- ¿Diferente? –
- Este… si… mejor dicho… está en proporción tu cuerpo entero –
- Entonces, estoy gorda!!! -
¿Qué puede uno decir cuando no sabe seguir la corriente ni mentir fácilmente? ¿Qué puede uno decir cuando se está frente a una mujer siempre segura de sí misma, pero que su talón de Aquiles siempre ha sido el peso? ¿Que dice uno cuando se da cuenta de que el tiempo no pasa en vano? ¿Qué puedes decirle para no hacerla sentir que ya no es la que alguna vez fue?
- Tu silencio dice mas que mil palabras. Seguro por eso volteas a ver a otras mujeres -
Mas silencio, profundo e incómodo silencio. Debo pensar bien las palabras a decir o seguiré hundiéndome en el fango de tu enojo.
- Mira… - Suspiro para tomar valor y volteo la mirada al cielo. - No te puedo negar que las mujeres llaman mi atención, sería mentirte y además, tu me has cachado haciéndolo, así que solo te diré la verdad. Pero por favor… déjame terminar de decirlo o será muy difícil hilar la idea. -
- Ok. - Me hablas con ese tono de “pobre de ti si dices algo fuera de lugar” que tanto me intimida. - Dime. -
- La realidad es que no puedo evitar voltear a ver a otras mujeres, es algo… ¿Cómo decirlo?... Instintivo… No puedo evitar voltear a ver una cara linda, unos ojos hermosos y de mirada radiante, una boca sensual, unas manos con uñas largas y bien pintadas, un escote que muestre senos voluptuosos o una espalda que comienza a apuntar a otros rumbos. No puedo dejar de ver que resalten unos pezones a causa del frío, unas caderas que den forma a un cuerpo, mucho menos si van acompañadas de unas nalgas que hagan juego perfecto con ellas. Una blusa ombliguera, con un pantalón a la cadera, zapatos de tacón o botas de piel. No es fácil encontrar algo así en la calle, un rostro hermoso, un cuerpo voluptuoso, garbo al andar o una sonrisa seductora. Menos aún cuando se conjuntan en una sola mujer… Pero… no es mas que eso… Ellas serán bellas, quizá mas bellas que tu, quizá de mejor cuerpo que tu, quizá sea injusto hacer comparaciones, porque seguramente saldrían perdiendo… -
- ¿Como es eso? - Al decir esto, tu mirada cambia en un instante de un enojo intenso contenido por la promesa hecha de no interrumpirme, a una incredulidad casi grosera debido a la interrupción, de cualquier modo, hecha.
- Sucede que, a pesar de las bondades de un cuerpo hermoso, de la voluptuosidad que permanece en ellas, de la juventud que posean, de cómo llamen la atención… la cosa es que ellas no tienen todo lo que tu tienes… -
- Ja. ¿Y que es “lo que yo tengo que ellas no tienen”? -
- Precisamente eso… eso que veo en tus ojos, eso que tanto me llama la atención, eso que me hizo enamorarme de ti, eso que no se puede obtener de un cuerpo hermoso, ni de una cara linda, ni de una persona fría o calculadora… Tu ya sabes que la belleza es pasajera, pero lo que llevas dentro de ti permanece. No me enamoré de tu cara, tu cuerpo o tu sensualidad, me enamoré de ti, de toda tu. De esa mujer que parecía tan inalcanzable, pero que por alguna causa desconocida para mi, me abrió la puerta para tratarla como amiga y que fui sabiendo encontrarle el modo para que me abriera algo mas que solo esa puerta. De la mujer que al hablar me derrite, que al sonreír disipa mis enojos, que al reír contagia y que con su sola presencia hace que el ambiente sea ligero… Me enamoré de ti, de la mujer que al caminar levanta suspiros aún, que recibe piropos de toda clase, incluso algunos muy sucios que te hacen enojar y llegar conmigo a desahogarte y que te los repito al oído, pero muy dulcemente para que notes la diferencia y baje tu enojo. Cuantas veces, al hacer esto, pegaste tu cuerpo al mío como seguramente habría deseado aquel que lo prodigó y que solamente conmigo te nació, para arrancarme un beso, darme una caricia suave o un apretón en mi miembro excitado. Me enamoré de la mujer que se indigna ante tal piropo, pero que en la intimidad me permite decirle esas cosas y aun peores si fueran dichas fuera de ella. De ti, porque a pesar de tantos tabúes te permitiste sacar toda esa sensualidad que de ti emanaba, pero que yacía inexplorada por la falta de quien supiera aprovecharla. Porque me permitiste enseñarte las experiencias que he adquirido a lo largo de mi vida, sin preguntarme como, donde o con quien había desarrollado tales dotes, porque no te importó lo que fui, ni lo que seré, sino lo que soy cuando estoy contigo… -
Tu mirada ya no es la misma… tu cuerpo ya no está rígido con los brazos cruzados… tu rostro ya no es adusto… tu mirada brilla de nuevo…
- ¿Necesito decir algo más para que me creas que tu tienes algo que ellas no tienen? -
- No. -
- De cualquier manera, te lo diré… No dudo que haya mujeres bellas, quizá mas bellas que tu, quizá de mejor cuerpo que tu, quizá con muchas cualidades de las que tu tienes… Pero una mujer que las conjunte todas en una sola persona??? -
- Solo tu. -
No hay mas que decir…
Solo que…
No se por qué…
Pero te extraño…
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