La Libertad, fundamento del Amor
A diferencia de los demás seres vivos (no espirituales) con los que convivimos durante nuestro paso por el tiempo, los Seres Humanos tenemos prerrogativas que nos hacen superiores a ellos, las cuales se refieren a la Vida Espiritual (que es adyacente a la Vida Corporal y que es igualmente Importante) y se resumen en la Libertad y en la Dignidad de Hijos de Dios por estar hechos a imagen y semejanza de Él Mismo. Estas dos fases de la vida humana (espiritual y corporal) son recíprocamente inherentes, complementarias Y dependientes entre sí, de manera que para definir a una Persona humana debemos tomar en cuenta sus dos aspectos: corporal y espiritual. Por eso la vida humana, además de los cuidados del cuerpo, necesita de Dios y de las prácticas religiosas como la Moral y el Culto -principalmente- para formarnos, desarrollarnos, expresarnos y manifestarnos plenamente como Personas Humanas completas.
El Entendimiento y la Voluntad son el fundamento metafísico y teológico de nuestra Libertad, y para ilustrar la naturaleza y el valor de ese Libre Albedrío tomemos como referencia a dos disciplinas intelectuales cualesquiera, ya sean ciencias o materias humanistas, como por ejemplo la Física y la Psicología; en la primera tenemos que su objeto de estudio es la materia, es decir, lo que podemos percibir por medio de los sentidos: el aire, la luz, las piedras, el agua, el sonido…, y en general todo lo que podemos percibir mediante la vista, el oído y la piel (aunque también estudia el espacio y el tiempo que serían otros objetos complementarios de su estudio); en la segunda tenemos que su objeto de estudio son los actos humanos (desde el punto de vista clínico, a diferencia del Derecho, cuyo objeto es el mismo: los actos humanos, pero desde el punto de vista jurídico).
Ahora, con estos antecedentes veamos cuál es el objeto del Entendimiento (¿?...), la respuesta es La Verdad, y cuál el objeto de la Voluntad (¿?...), la respuesta es El Amor. En seguida recordemos una de las “Definiciones” que Jesucristo nos da de Él Mismo: “Yo soy el Camino, La Verdad y la Vida…”, y una de las “Definiciones” teológicas de Dios, y tenemos que Dios es Amor; por lo tanto, si Dios es La Verdad, que es el Objeto de nuestro Entendimiento, es ilógico desperdiciar ese Entendimiento en otra cosa que no sea Él; y si Dios es Amor, que es el Objeto de nuestra Voluntad es ilógico dedicar nuestra voluntad a otras cosas (a otros “amores”) que no sean Él. De esta manera podemos ver claramente que aplicar nuestras potencias en Dios nos hace libres, Tanto más cuanto más las utilicemos en Él, ya que, solo consagrándolas a Él estamos haciendo uso correcto de ellas porque las estamos usando de acuerdo con el objeto que les corresponde, y por otro lado, si las aplicamos a otro objeto (diferente, diverso o contrario) nos estaríamos esclavizando por esos objetos no correspondientes debido a que estaríamos equivocando su uso, y, tal y como ocurre cuando hacemos mal uso de nuestro cuerpo o de una parte de él, le provocamos malestares o hasta enfermedades, lo que limita nuestras actividades físicas y que equivale a esclavizar nuestro cuerpo; así cuando hacemos mal uso de nuestra libertad, también le hacemos daño a nuestra vida espiritual, incluso le provocamos enfermedades y hasta la muerte a nuestra alma esclavizándola.
Pero ¿cómo puede hacernos libres la Ley de Dios (los Mandamientos, o sea, la Moral) si me “obligan” a hacer determinadas cosas o a comportarme de una forma determinada, o si me prohíben ciertos actos? Lo más “natural” y espontaneo es “pensar” (o más bien, suponer) que las leyes, incluso las humanas, limitan o hasta coartan la libertad. Nada más lejano de la realidad, ya que, como ocurre cuando adquirimos un aparato, por ejemplo, una computadora, lo primero que hacemos antes de empezar a usarla es ver el Instructivo, el cual no es otra cosa que una serie de Reglas que debemos seguir para que podamos aprovechar al máximo dicha computadora, así mismo ocurre con nuestra vida: cuando Dios nos la da también nos da el “instructivo” para que esa vida sea plena, productiva y que cumpla con su objetivo que es alcanzar la Vida Eterna. Otro ejemplo ocurre con un deportista, por ejemplo un futbolista: nunca se le ocurriría pensar o decir que por ser libre puede hacer lo que le dé la gana para ganar un partido de futbol; si no conoce las reglas y las pone en práctica, difícilmente podrá siquiera pertenecer al equipo, y mucho menos podrá acoplarse con sus compañeros para contribuir al triunfo de su equipo. Son las reglas precisamente (tanto el conocimiento de ellas como la puesta en práctica de las mismas) las que le dan la Libertad para poder poner en práctica sus habilidades y desenvolverse al máximo con sus cualidades.
Po otro lado podemos preguntarnos: ¿Sabe Dios lo que voy a hacer mañana o la próxima semana? Y sí lo sabe, entonces, ¿no es igual que tener que hacerlo irremediablemente? Si Dios sabe que el Domingo iré a ver una película, ¿cómo puedo elegir no hacerlo? Esa duda nace de confundir a Dios conocedor con Dios causante. Que Dios sepa que iré a ver una película NO es la causa que me hace ir, o al revés, es mi decisión de ir al cine lo que produce la ocasión de que Dios lo sepa. El hecho de que el meteorólogo sepa que lloverá mañana, no causa la lluvia, es al revés: la condición indispensable de que mañana va a llover proporciona al meteorólogo la ocasión de saberlo. Por otro lado, por la misma libertad que Él me dio, Dios no puede saber con certeza que voy a lograr una cosa que yo me he propuesto hacer (aunque Él conozca mis pensamientos e intenciones), por dos razones: primero porque esa misma libertad me permite cambiar de opinión antes de llevar a cabo la tarea que originalmente me propuse hacer, y segundo porque esa misma libertad que me dio también se la dio a mis semejantes y cualquiera de ellos podría (intencionalmente o de forma involuntaria) desviarme del camino para lograr el cumplimiento de dicha tarea. Maravillosamente, pero también impresionante y terriblemente, debido a la misma Libertad que Dios nos ha dado, los Seres Humanos somos las únicas creaturas que podemos ponerle “zancadilla” a los planes de Él, pero por ventura de su misma gracia también podemos aceptar y colaborar con esos planes. Por poner un ejemplo digamos que María tiene 3 años de edad y que Dios ha pensado en ella para que sea una doctora pero a un individuo se le ocurre matarla antes de que termine su licenciatura, entonces ese individuo ha impedido ese plan que Dios tenía con respecto de esa niña, ya que nunca llegará a ser doctora; a pesar de todo su Poder en ese caso Dios no puede hacer nada debido a que Él no se contradice dándonos la libertad y luego quitándonosla.
Siendo estrictos teológicamente es importante agregar que, rigurosamente hablando, Dios es la Causa de todo lo que sucede. Dios es, por naturaleza, la Primera Causa de todo. Esto quiere decir que nada existe y nada sucede que no tenga su origen en el infinito Poder de Dios (incluso Él creó al diablo y lo mantiene en la existencia), pero Éste es el Origen Primero, no el origen inmediato de las cosas, por ejemplo: el origen inmediato de la combustión es el fuego, mientras que el Origen Primero es Dios; y el origen inmediato de una vasija artesanal es el alfarero que la fabricó, pero el Origen primero es Dios; así mismo nosotros somos responsables de ser el origen inmediato de nuestros actos aunque Dios sea el Origen Primero de ellos. No es importante entrar aquí en la cuestión filosófica de la causalidad, es bastante con saber que ni la Divina Providencia (el Poder de Dios de mantener las cosas en la existencia), ni la existencia misma de Dios nos impiden ni nos obligan a hacer lo que nosotros libremente decidimos hacer, porque en eso consiste precisamente nuestra libertad: en que nosotros podamos tomar nuestras propias decisiones y ponerlas en práctica; esa causalidad solo limita nuestra libertad pero no la obstruye ni mucho menos la anula; lo único que realmente limita nuestra libertad es la misma naturaleza humana, los Ángeles (y todos los coros celestiales) tienen una libertad más perfecta que los hombres porque no dependen de un cuerpo humano como nosotros, el hecho de que sean espíritus puros les da muchas ventajas sobre los humanos.
Ama y haz lo que quieras
“Ama y haz lo que quieras”, nos dice San Agustín…, y agrega: “Si está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz”. Una de las definiciones de Dios es: “Dios es Amor”, por lo que no nos referimos aquí a lo que se ha llegado a considerar amor: el s*xo, no es lo mismo s*xo que amor, el primero, fuera del matrimonio es pecado, y el pecado es darle la espalda a Dios, a ese Dios que es el Amor. Una persona que ama no puede hacer cosas que van en contra de Dios ni en contra del sentido común. La Libertad es el fundamento del Amor: no puede haber amor sino hay libertad (como ya habíamos visto), y la Libertad y el Amor son el fundamento de La Religión (de la religión verdadera), de manera que tenemos un trinomio inseparable: Libertad-Amor-Religión; solamente en La Religión verdadera se practica la libertad en su máxima expresión, en ninguna congregación religiosa se vive plenamente la libertad como en la Iglesia Católica, todas las sectas o denominaciones cristianas se basan en compromisos y/o intereses, principalmente de carácter económico o social pero también de carácter político; mientras que las religiones no cristianas tienen costumbres y tradiciones que soslayan, agreden o ignoran la dignidad del ser humano; además ninguna “religión” o denominación protestante cuenta con la inspiración necesarísima del Espíritu Santo.
Por otro lado nos dice San Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 13:*
“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.”
En los países “desarrollados”, como EEUU y la mayoría de los europeos, entre otros, se adora al s*xo por sí mismo y hasta se le da la denominación de “hacer el amor”. Hay que
Tener en cuenta que el s*xo es bueno, agradable a Dios y tiene méritos solamente si se practica entre esposos debidamente casados por la Ley de La Iglesia (mediante el Sacramento del Matrimonio), fuera de este Sacramento cualquier práctica s*xual es pecaminosa y, como el pecado es una aversión a Dios, y como Dios es Amor, en esas prácticas no puede haber amor por el rechazo que se hace a Dios, es decir son todo lo contrario al Amor verdadero y solamente tienen esa denominación de “hacer el amor” asignada de manera aberrática y convenenciera.
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