ORACIÓN DE SAN BUNABENTURA
Traspasa, dulcísimo Jesús, Señor mío, la médula de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de tu amor; con la verdadera, pura y santísima caridad apostólica, a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre en amarte y en deseo de poseerte: que por Ti suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa; anhele ser desligada del cuerpo para unirse Contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles, Alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día, lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y de todo suave deleite. Oh Jesús, en Quien desean mirar los Ángeles: tenga siempre mi corazón hambre de Ti, y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor; tenga siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la Casa de Dios: que te desee, te busque y te halle, que a Ti vaya y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable, y todas mis acciones encamine a honra y gloria de tu Nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; para que Tú solo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mi riqueza mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro; en el Cual estén siempre fijos y firmes e inconmoviblemente arraigados mi alma y mi corazón. Amén.
PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Gracias te doy, Señor Santo, Padre Todopoderoso, Eterno Dios, por todos los beneficios y señaladamente porque has querido admitirme a la participación del Sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo. Suplícote Padre clementísimo, que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis apetitos, y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad, y de todas las virtudes; sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos, visibles e invisibles, perpetua unión Contigo solo, mi Verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte. Y te ruego que tengas a bien llevarme, a mí pecador, a aquel convite inefable donde Tú, con tu Hijo y con el Espíritu Santo, eres para tus santos, luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta. Amén.
Responder
|