Por lo general Silvia era muy puntual, la cita para ver su problema siempre que la veia era a las 18:00 horas de cada lunes cuando había algún avance y cuando concertabamos la reunión, ese lunes no fue la excepción, 17:45 horas y ya estaba tocando a la puerta de mi oficina, la secretaria ya se había ido, atiendo a la puerta se instala en la recepción esperando a que se retire el cliente que estaba atendiendo, de reojo pude ver que venía a todo lo que, en cuanto a su vestimenta, siempre bien arreglada nunca fuera de lugar y, así hiciera frio o calor, escotada, tremendo escote, siempre, su busto se apreciaba sugerente, bien puesto, inmenso, esplendido; entra a mi privado, ya se había retirado mi cliente, platico de su expediente, de lo que puede venir en cuanto al procedimiento, atiende con atención a mi explicación, su rostro muy expresivo, sus ojos grandes, tapatios, coquetos, su boca pequeña pero con labios carnosos, como si invitaran a morderlos y besarlos no con gran pasión, sino con exceso, tenia una peculiaridad al momento de sentarse frente a mi escritorio, con mucha confianza, dueña de sí, con seguridad excesiva y cruzando las piernas, dejando entrever sus medias, de esas que tienen una ralla fina en la parte de atras de las piernas, que bajan desde el muslo hasta las pantorrillas y se pierden en la zapatilla, piernas bien torneadas, unas nalgas bien formadas, al inicio cuando la conoci en mi oficina me conto su vida a grosso modo, había sido edecan de la cerveceria Corona, mamma mia, impresionante mujer, ya de treinta años los cuales no son muchos ni pocos, los necesarios para que el tráfico disminuyera su andar al pasar, le sigo explicando de su asunto y como siempre y por cortesia le invito una bebida, propia de la oficina, un refresco, un café, agua, y puntal como siempre un refresco lo más frio me pedia, termino de explicarle lo que tenia que explicarle y por platica siempre le preguntaba por sus hijos, tenía dos, la parejita, chicos de 4 y 8 años, estaba separada de su esposo, el divorcio no era el trámite que le llevaba.
Como has estado, me pregunta, su voz dulce y tenue me turbaba, bueno, no solo la voz, toda ella, bien, respondo, con mucho trabajo era mi respuesta de siempre y siempre la invitación por parte de ella de ir a tomar un café, es cafetera igual que yo, en alguna ocasión ya habiamos ido al café saliendo de una audiencia, era de plática amena, cayendo un poco en el exceso pero se lo perdonaba porque en lo que ella hablaba yo podia admirar lo que la naturaleza le dio generosamente, su escote, sus piernas, su boca, su.... todo, trataba de imaginar lo que era besarla, tocarla, poseerla y creo que ella sabía lo que pasaba por mi mente, siempre con su mirada coqueta, con esos ojos de invitación.
Pasan algunas semanas, la cito a mi oficina a la misma hora, se llega la hora y no llegaba todavia, aprovecho para sacar algunos pendientes y recibo una llamada de ella, que venía retrasada, que si podia esperarla, estaba lloviendo era pleno temporal y llovia a raudales, llega a mi oficina empapada, la tormenta la había tomado de sorpresa y entra directamente al baño a medio secarse, llevaba puesto una blusa de esas que son ligeramente translucidas y con la mojada pues se apreciaba su brasier pero como era de busto grande pues un seno rebasaba su brasier sin que se diera cuenta y yo no sabía si decirle o no en el momento ya que estaba sorprendido por la situación y decidi no decirle nada pero tratando de aguantar la mirada hacía sus senos, fue una labor titánica ya que parecía que tenia un imán en esa zona, como pude pues aguante tratando de ver solo su mirada y creo que cumplí o al menos no me vi tan obvio de mirón, cuando termina la plática propia de su asunto me comenta ella que me veia muy serio, que si me pasaba algo a lo que le comento y le digo que había hecho todo lo posible por aguantar pero me sinceré y le comenté que había aguantado estoicamente lo más posible pero tenía que decirle forzosamente que una bubi la tenia fuera de su brasier pero dentro de su blusa, pero como estaba mojada pues se apreciaba su..... pezón, a lo que ella de manera sorprendida y con la cara roja pues hizo lo que tenia que hacer, subir sus brazos entrecruzados a la altura del busto y se encamino al baño, salio en cinco minutos con pena y dirigiendo su mirada hacía mi lo único que pudo hacer fue reir de nervios, aclaro que estaba más nervioso yo por la circunstancia y le ofrezco disculpas por haber sido testigo presencial de tan bendito accidente de vestuario que me permitio conocer y admirar lo que tanta gracia porta, se despide de mí, ya había dejado de llover pero se despide como nunca lo había hecho, con un beso en la mejilla a lo que quede sorprendido porque yo a ninguna cliente despido o saludo así, sentí sus labios carnosos, humedos y tersos a la vez, me sorprendí pero ella sin ver mi reacción sale y se va.
Esa noche no podía quitar de mi mente esa imagen, bendita imagen de un seno travieso que quería mostrarse, exquisito, mordible, besable y demás cosas que revoloteaban en mi mente, creo que tan no pude quitarme esa imagen que desencadeno todo una cascada de imagenes de ella pero ya no solo de su busto y su pezón, sino de toda ella, sus piernas, sus nalgas, su boca, su mirada, todo un collage de ella pasando por mi mente, imaginandola des.nuda, tratando de recrear con solo haber visto un pezón todo un cuerpo, su monte de venus, su cintura, su espalda, sus exquisitas pantorrillas, su todo, por Dios que nunca creí que lo que paso desencadenara en mí toda una revolución causada por un seno revoltoso que no quiso quedarse en su lugar.
La siguiente vez que la vi, como siempre deliciosamente exquisita, con su.................
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