Posi... lo prometido es deuda jejeje... desde que leí el tuyo me martilló este recuerdo... no lo he revisado así que si le encuentran errores me lo hacen saber, de igual manera pido disculpas por los detalles pero es algo que no puedo evitar... si quieren pueden brincarse la primer parte
Es cualquier noche de entre semana, de esas noches rutina, que salí de un día de rutinario trabajo, en qué momento habían pasado semanas rutina que al sumarlos ya eran meses rutina, en eso pensaba siendo las 10:30pm, en el parque que se encuentra en Av. 16 de Septiembre y Prisciliano Sánchez, lugar y hora en que llego a la parada del último camión, está un señor andrajoso predicando “Dios los ama” “Cristo está vivo”, algo contrastante su discurso con su apariencia, pareciera que va a pedir limosna, pero a cada una de los presentes, de los que incluso somos casi una familia porque todas las noches nos encontramos, nos saludamos con un ademán de cabeza, pero al mismo tiempo ignoramos quienes somos, de uno a uno nos regaló una sonrisa, hizo la parada, nos bendijo y se subió al camión que llegó.
Un tanto extrañada me dije, hoy es una noche diferente, ese hombre de apariencia tan humilde, había cambiado el rumbo de mis pensamientos, Me senté en la banca más cercana, cuidando siempre la dirección en que debía venir la ruta que solía tomar, no se cuanto tiempo transcurrió, pero de repente una silueta que se detuvo a mi lado me hizo girar la cabeza en ese sentido.
Un joven blanco, de cabello chino, corto, muy alto, me sonrió y me preguntó si podía sentarse. Extrañada observé el otro lado de la banca que se encontraba sola por el momento, me encogí de hombros y me recorrí, pues si el quedaba del otro lado, al cuidar mi camión estaría mirando en su dirección.
Pasan algunos minutos, o quizás fueron solo instantes, pero sentía la mirada de el tan penetrante que me incomodó, me recorrí un poco más, traté de jalar la falda con un intento de llegarla a las rodillas, cosa imposible, ya que se trataba de una mini, crucé los tobillos y junté aún más mis piernas.
-Hola, me llamo Armando … y tú?
-Annie. Dije mirándole rápidamente y volví e rostro.
-Qué ruta esperas?
-El 124 y tú?
Guardó silencio, voltee a verlo y me regaló la sonrisa más encantadora que jamás había visto. Ignorando intencional,mente mi pregunta me dice:
-Te gusta el futbol?
-No mucho, en realidad solo veo finales y más si se trata del mundial.
-Entiendo. Responde.
Mientras charlábamos, las personas “mi casi familia” más los hombres, no dejaban de mirarnos, mirarlo? En aquel momento no supe que estaba ante una figura muy importante del futbol, sobra decir que era atlético y muy atractivo.
- Anny estoy de visita en la ciudad, no conozco a nadie, vine con un grupo de amigos, quienes se fueron de antro pero no me dio la gana ir, en cambio decidí dar una vuelta por la ciudad.Te invito una copa, un café o a cenar lo que gustes y de paso me cuentas un poco de tí, que te parece.
- Oh no, en realidad vengo del trabajo y debo llegar a casa, no avisé y no tengo manera de hacerlo, mis padres se preocuparán.
- Qué pena, tendré que irme solo a cenar y dormir como niño bueno. O que te parece si te llevo a tu casa, pides permiso y entonces nos vamos con tranquilidad.
- Llevarme? Pero si no eres de aquí.
- Bueno, pasé en mi auto, te vi y decidí arriesgarme a ver si te alcanzaba.
Qué tonta pensé, como siquiera se me ocurrió imaginar que una persona con su porte y ropa iba a esperar un camión urbano.
- Annie, si no quieres no vamos hoy, pero déjame llevarte a tu casa, charlamos y así se donde vives para volver mañana por ti, o te veo aquí y te llevo de nuevo a tu casa.
Los nervios me invadieron, el camión que no pasaba, como solíamos hacer, cuando no alcanzábamos la ruta, mi casi familia, se empezaron a poner de acuerdo y tomaron taxi para que los fuera repartiendo, algunos me miraban como diciendo, necesitas ayuda? Vienes? Cada vez menos gente y le digo,
- Ok-. Pensé una vez que pase la zona empedrada que tenía que atravesar para llegar a casa, a ver si le quedaban ganas de volver,
Había estacionado su carro justo al dar vuelta ´por Miguel Blanco, era un carro hermoso, no se de autos pero era deportivo, de esos muy bajos, que tiene un motor que se antoja para correr por las carreteras más despejadas y las puertas se abrían hacia arriba.
Un poco complicado subirme al carro cuidando la falda con el a un costado, sin la barrera acostumbrada que suele ser la portezuela de por medio, victoriosa me siento, cierra la puerta, va al asiento del conductor, enciende el carro y enfila hacia donde le digo, la tensión se sintió, ocasionalmente rosaba mi pierna con el dorso de su mano al hacer los cambios, la música en un nivel bajo, y su aroma, cielos,! Estaban haciendo estragos en mi habla, la que desapareció y me limitaba a responder en monosilabos.
Me dice que a el le gusta mucho el futbol que radica en el DF y en su familia más de un miembro lo ha jugado de manera profesional, menciona nombres que me dan exactamente lo mismo, no los conozco y el reía, creo que quería impresionarme y todo el lo había hecho, pero me era irrelevante a que se dedicaba, ya que no entiendo mucho ese deporte en el que disque “hacen estrellas” y nunca regresan con una copa mundial, señal de que no son tan buenos, y así se lo dije, ahora no reía, se carcajeaba.
Para acortar un poco les diré que llegamos a casa, pensé que solo me dejaría pero, bajó, me acompañó y apenas llegamos mi mamá estaba abriendo la puerta, el muy sonriente saludó a mi mamá, se presentó y sin que yo pudiera siquiera decir nada le dijo:
-Señora que bueno que aún está despierta, vengo a pedirle permiso para que deje ir a Annie conmigo a cenar, le prometo que no la traeré muy tarde.
Mi mamá me miró y yo asentí, por lo que ella dijo que si, que me llevara la llave y que de todos modos en cuanto llegara le avisara, salió a acompañarnos, aunque después me confesó que realmente fue a tomar las placas del carro, ya que no le había contado con anterioridad de el.
Nos enfilamos a Plaza del Sol, el estaba hospedado por supuesto en un hotel de lujo, ya habían cerrado el restaurante para cenar abajo por lo que hizo un pedido y nos dirigimos a su habitación, de esas que son más grandes que tres habitaciones de mi casa juntas, con terraza, frigobar, salita de star y una puerta que daba a su habitación, nos sentamos en la terraza, me sirvió una copa de vino, como poco bebo solo lo probé, su cercanía y el estar a solas con el me ponía bastamente nerviosa, no sabía distinguir que era realmente excitación, no dejaba de observar mis piernas, vestía una blusa blanca de cuello alto sin mangas, saco azúl marino corto a la cintura (lo que llamamos toreras) minifalda a cuadros negro con finas líeas blancas tipo colegiala y zapatillas azúl marino con un hilo fino que se sujetaban a media pierna.
Llegó rápido la cena, en silencio comimos y el no dejaba de mirarme, apenas terminamos y me dijo:
-Al carajo con el tiento, Annie me gustas mucho y me tienes muy excitado, quiero hacerte el amor en este mismo instante,
Abrí la boca desmesuradamente, no supe que decir ante su honestidad y la claridad de sus palabras, nunca me había topado con alguien que sin enredos me lo dijera, mi única pareja había sido la relación que había cortado a quien seguía unida sentimentalmente, y a el le costó más de un año llevarme a la cama. Proposiciones varias, pero nunca tan directas como esta. Me desarmó. Y al parecer mi silencio fue lo que lo alentó, se aproximó y me besó sutilmente, sin forzar pero fue un beso tan delicioso, tan diferente a los que había probado que me dejé, cerré los ojos y suspiré, señal que el reconoció y entonces se hizo dueño de mis labios, los recorrió desde el ángulo mas pequeño del centro de mi labio superior, hasta la comisura, sentía su lengua indagando en mi boca, buscando mi lengua, se la di, nos unimos en un beso tan prolongado y excitante que ni cuenta me di cuando sus manos deslizaban mi saco, cuando levantaron mi falda para palpar mis glúteos cubiertos en el bikini, hasta que me apretó hacia el sentí la frescura de su tela y entonces descubri que mi falda estaba casi en mi cintura, recorría mis glúteos, y se deslizaba por mis muslos, subió sus manos a mis pechos que dejaban ver unos pezones que gritaban liberación.
Interrumpió el beso y me llevó a su habitación, no hablamos, solo nos miramos, me paró a un lado de su cama y me quitó la blusa, un sostén blanco de satín intentaba retener los pechos que estaban clamando por su boca, lo soltó y la exclamación que emitió aumentó mi excitación, los miraba, acariciaba y decía….¡No lo puedo creer! ¡No lo puedo creer!.
Me desnudó con rapidez y después el, yo no atinaba a hacer nada, tenía miedo pensar, porque si lo hacía saldría corriendo de allí.
Me recostó en la cama y se puso en mi costado, besándome no dejaba de acariciar, sentía como sus manos subían por mi pecho, sus labios bajaban a mi cuello, se movían entre mi boca, cuello y orejas, su manos llegaban a mi abdomen y volvía, a mis muslos, piernas y volvían al pecho, me sentía desesperada, cuando el bajaba su mano a mi abdomen yo subía mi pelvis, la quería ahí, pero el regresaba, cada caricia era fuego, pero era tan placentera… me hizo girar y se puso encima de mí espalda, pude sentir su miembro duro en mis glúteos mientras el recorría con sus labios desde mis hombros, iba bajando y recorriéndose y me decía Annie te gusta? Annie dime qué quieres? Y yo le respondía, sí me gusta, quiero que no pares… y seguía su recorrido con sus labios, sus manos, cuando llegó a mi cintura, pasaba la lengua por el inicio de la raya de mis glúteos, era algo tan nuevo, tan delicioso, que mi respiración se cortaba, y el decía así nena, así disfruta, siente, vive, y suéltate, que solo te daré mucho placer. Suelta es respiro que el que viene será mejor y no mentía.
Con besos y mordisqueos recorrió cada una de mis nalgas, los muslos, la entrepierna, las piernas, el dorso de mis rodillas, y los pies, uno a uno introdujo los dedos de mis pies, cosa extraña que nunca imaginé me proporcionara placer, pero yo quería más, quería sentirlo dentro. El notó mi ansiedad y subió una mano, con sus dedos inicio la caricia a mis labios inflamados, húmedos, que en ese momento ya destilaban jugos, los tomaba con sus dedos y lo llevaba a su boca y lo saboreaba, me veía y volvía acariciaba de nuevo mis labios y poco a poco se abrió camino con un dedo, después con dos y empezó en un movimiento con una embestida tal de sus dedos que el primer org(0)smo que arranco salió un gemido desde el centro de mi garganta que explotó en mi v***, pude sentir las contracciones que presionaban sus dedos.
Sonriendo sin dejar de mover sus dedos se recostó en mi lado me giré para quedar de frente a el y nos besamos, nos unimos, su piel tibia la mía empapada en sudor y jugos, puso su miembro entre mis piernas y me abrazo sin dejar de besarme, mis manos ya lo recorrían, mi boca lo besaba, el cuello, su garganta, con la lengua inicié esa danza, pero hasta llegar a su pecho. Me preguntó si le haría el ., a lo que respondí que no, que no me agradaba, no me presionó, me haló hacia una cómoda que tenía en un costado un espejo de vanidad, y pude ver mi desnudez con la suya, era algo tan armonioso, o quizás me lo pareció por el estado en que me encontraba, me reclinó sobre la comoda, tomó un condón el primer cajón, se lo puso y se colocó detrás de mí, pude ver sus ojos cuando me recorría con la mirada, sentí su miembro duro en mis glúteos, me inclinó un poco más y entonces con una mano acarició de nuevo mi v***, decía tantas cosas que ahora no recuerdo, creo que Dios mío lo dijo como en tres idiomas, sonreía, pero de esas sonrisas que quieres más, sacó los dedos de mi y entonces suavemente deslizó su miembro, el que resbalaba con tanta humedad, en ese instante tenía ya mojados mis muslos, puso sus manos en mis pechos, me haló a el y entonces se empezó a mover primero suave y después con una velocidad que tuve una cadena de orgasmos unos cortos y dos que me quitaron totalmente el aliento, ya no me callaba, de mi boca salían unos gemidos que si fuera más pequeña la habitación seguro hubieran enviado a seguridad para pedirnos silencio, se movía y movía y luego de repente salía casi en su totalidad y volvía tan lentamente que cuando llegaba todo dentro era yo quien me movía y así sucesivamente, no conté los orgamos, por primera vez en mi vida estaba viviendo el verdadero placer del contacto físico entre hombre-mujer…. Pero el no se agotaba, me llevó a una silla se sentó y me sentó frente a el, pude sentir como topaba su miembro en mi cérvix, cada movimiento que hacía era nuevo, cada explosión era increíble, y cada vez creía que era lo más que podía sentir.
El no dejaba de comerse mis pechos, de acariciar mi espalda, mis glúteos, subió mis piernas a sus hombros y creo de nuevo que es lo más que puedo sentir… chorros y chorros de jugo escurría ya no solo en mí, lo bañaba también a el… Se levantó conmigo, cargándome, sin salirse me recostó al borde de la cama y seguía con el mete y saca, una y otra vez, me colocó de perrito y me dijo, ves niña de lo que nos íbamos a perder, y sobra decir que con tanta excitación esa postura era el broche de oro, tuve un climax tal que por instantes se me nubló la vista, y esta vez las convulciones llegaron a todo mi cuerpo, logré escucharlo un tanto a lo lejos… me voy….me voy,.. con las serie de contracciones el terminó en unos espasmos y unos gruñidos roncos, dejó caer empapado en sudor sobre mi cuerpo, el cual fui bajando y nos quedamos así, unos instantes.
Al recobrar el aliento nos acomodamos en la cama, puso el despertador y dormitamos un rato.
Al despertar me tenía abrazada, y me observaba, con esa mirada que le ví cuando me sonrio por segunda vez: Nos besamos, fui a la ducha porque tenía que volver a casa, me alcanzó y todo empezó de nuevo… quedamos para el día siguiente, que pasó por mí a la parada del camión.
Debo decir que mientras estuvo aquí nos vimos todos los días, cuando partió nos dimos nuestros números telefónicos, hablamos en varias ocasiones quedamos en vernos para una fecha determinada pero por compromiso de trabajo viajaría fuera del país, en ese inter cambié de trabajo, de lugar de residencia y por último un día decidí deshacerme de su número telefónico Tiempo después supe por las noticias que había tenido una lesión de seriedad y debía retirarse del deporte.
Ignoro si el me recuerde, tampoco que yo piense en el con vehemencia, solo que al pasar por ese hotel, jamás olvidaré los momentos tan agradables que pasé gracias a el.
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