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Machos de bajita la mano

MensajePublicado: May 03 2010    Título: Machos de bajita la mano

Blanca Aurora Mondragón

Hace poco unas amigas y yo hablábamos de hombres, de los hombres con los que hemos vivido y convivido en diferentes tiempos y ambientes. Llegamos a la conclusión de que, por un lado, las circunstancias han cambiado mucho en las relaciones hombre-mujer. Por otro, hay muchas otras en las que todavía necesitamos trabajar cotidianamente: leer, enterarnos, transformar nuestro mundo interno y externo. Coincidimos en lo arduo de estas tareas. Verás:

Queramos o no, las mujeres enfrentamos todos los días retos que los varones ni se atreven a soñar (porque de que los ven, los ven ¿eh?, ni modo que no se den cuenta). Desde los detalles más ínfimos, como un piropo mal intencionado al que “tienes” que responder con una sonrisa amable –sobre todo las secretarias y recepcionistas–, o interpretaciones inadecuadas por tu forma de vestir o tus colores favoritos, hasta cuestiones laborales en las que, por ser mujer, los resultados de trabajo se consultan con el varón que consideren más apropiado para juzgar acciones (que ya estaban hechas o resueltas y muchas veces bien hechas o bien resueltas).

¿A qué viene esto, si los hombres también se han modernizado, no? Bueno, pues algunos sí y algunos no.

Hemos hablado de que los cambios son difíciles de aceptar, y para ellos más, porque no es tan fácil dejar la silla del trono, tan calientita toda ella, y poner los pies en el suelo firme que es tan duro y todo eso… Pues cómo va a ser sencillo, por favor, por favor, mujeres, ¿qué es esa horrible incomprensión hacia aquellos pobres entes que no saben vivir sino arriba? Ese “arriba” les fue dado, puesto que nacieron con la fortuna de: “¡Es varón, Dios mío, qué felicidad!”. De pronto, para el mundo entero (otros hombres y mujeres) resulta imposible pedirle peras al olmo, ¿no creen ustedes? ¿Cómo pedir apertura de mente en donde se grabó con hierro aquel asunto, tan grabado que no les deja incubar otras maneras de ser y vivir?

A pesar de todo, no es cosa de quedarse así nomás, con los brazos cruzados. La buena noticia es que conozco a más de dos hombres con los pantalones bien puestos y amarraditos, que decidieron saltar del infausto trono (también, no crean ustedes, de pronto eso de estar arriba cansa y castra…). El durísimo trono les achataba, entre otras cosas, las ideas; dijeron ¡adiós, mundo cruel, no sé a dónde voy a parar, me tiro al abismo! Y resultó que el abismo no era tal y ese aterrizaje al maravilloso mundo donde estamos tod(0)s, si lo miramos bien, les dio la libertad –también añorada– y la posibilidad de ver el mundo desde una perspectiva de equidad.

Ya abajito, a ellos también les han crecido las ideas y son más plenos, menos presionados, y ¡hasta felices! de compartir con las mujeres, no con “su” mujer, sino con “la” mujer otras posibilidades, otras alegrías, otros fracasos, otras luchas, de igual a igual, de tú y yo, de frente a ti y tú frente a mí, y han resuelto establecer relaciones sanas de pareja, con sus hijas, con sus compañeras de trabajo, en la calle… ¡Qué relajados se miran sus rostros!

Pero qué pasa con los otros, quienes, a pesar de tener la apariencia de ser pues… hasta normales, modernos, profesionistas, fuertes, valientes, etcétera, más o menos elegantes, dinámicos, de éxito, estas cosas que en ellos se aprecian tanto, digamos, ¿qué pasa con ellos? –te preguntas– si de pronto descubres que son machos hasta la médula. ¿En qué tiempo se quedaron que no se han querido percatar de que a su alrededor mujeres y hombres ya establecen otras formas de convivencia?

¿Será que ese tipo de hombres no se ha dado cuenta de la transformación social ocurrida en los últimos 50 años? Es decir, no saben que los tan afamados “roles” masculinos y femeninos han ido dando vuelcos (¡no te quieres enterar, ¡ye, ye!) y que el mundo gira y gira y tod(0)s tenemos que estar dispuest(0)s al cambio. Digo, para no morir o enmohecerse con obsoletas ideas, ¿no?

La verdad yo creo que sí lo saben, que sí se dan cuenta pero no aceptan otros valores porque no entran en su axiología, o bien es súper cómodo permanecer como están y no les interesa mover su estatus… O no saben cómo hacerlo y tienen miedo de salir perdiendo en una nueva forma de vida; por lo menos perder la postura, la elegancia del macho de película.

Algunos hombres, si son mayores, necesitan armarse de valor y abrir bien los ojos para darse cuenta de que ahora ya no son “sus tiempos”; miran bien a su alrededor, leen periódicos, revistas de alto contenido (por llamarlas de alguna manera) para enterarse de que sí fueron formados “a la antigüita”, estilo película de Sara García, Marga López o Pedro Infante. Ahora se tienen que corregir, no les queda remedio; de lo contrario las mujeres y hombres de su entorno los rebasarán, la realidad se les plasmará en el rostro y acaso se morirán pronto, sin comprender qué pasó, porque las mujeres de ahora ya no son sumisas… No todas, quiero decir.

Si te topas con hombres cuya mente de piedra no les permite escuchar, mucho menos dar paso a una idea que llamarían feminista (¡uy, hasta escalofrío les da pensar en la palabra, sólo en la palabra!). Digo, si te los encuentras, mejor sácales la vuelta.

Hay quienes son irredentos; dicen que el voto nada de que se lo ganaron las mujeres, no, no: se los “regaló” Ruiz Cortines para callarle la boca a unas cuantas que andaban haciendo no sé qué ruido… Pero de todos modos para qué –dicen–, si las viejas no saben ni qué onda, mejor que se queden en su casa lavando trastes o barriendo. Palabra de honor que he oído cosas así, ¡y de un universitario, abogado todito él! ¡Córrele, mujer, evítalo a toda costa aunque sea tu marido!

Sí, sacarle la vuelta estaría bien. Pero el verdadero problema es cuando no puedes simplemente evitarlo y ya. De todos modos, consuélate: el macho irredento no es el peor: existe el macho de bajita la mano, que también es irredento pero más peligroso.

Este tipo de hombres a veces te toca de cerca: padre, hermano, esposo, jefe… Su objetivo principal (de vida y de trabajo) es hacer un ejercicio de poder y someterte, al punto de la obsesión. Y a ver, sácale la vuelta. Si le das por su lado, a lo mejor te va medio bien. Si en tu naturaleza no está darle el avión y expresas lo que piensas, sientes y eres, ¡uy!, te puede ir de lo más pior: te corre de la casa o del trabajo; te obstaculiza, chantajea, presiona psicológicamente; te amenaza, te detiene cada que puede, y más si está en un punto de poder, pequeño o grande. Eso sí, todo bajita la mano, porque no creas que este espécimen se evidencia, no, si a él le encantan las mujeres y les reconocen su capacidad, claro…

El macho de bajita la mano como si nada ¿eh?, está segurísimo de lo que hace y dice: “n’ombre, si las mujeres son una maravilla, me encanta estar rodeado de ellas en el trabajo, en la casa… ¡N’ombre! Si son muy capaces, muy organizadas, muy comprometidas; las mujeres inteligentes, ¿no?, increíbles; fortalecen, colaboran, desarrollan… Yo estoy de acuerdo con todo esto, sí, claro que sí”.

Pero nada; si no estás de acuerdo con sus puntos de vista simplemente estás mal. Es una batalla perdida porque le encanta tener la razón; hace que te escucha y que toma en cuenta tus opiniones, pero a la hora de la hora, nada, se hace lo que él dice porque es lo que está bien. En casa tú podrás ser muy letrada, muy estudiada y él estar muy orgulloso de ti… Pero al momento de un ascenso en el trabajo, de un cambio sustancial, te sugiere amablemente que no lo tomes porque descuidarías la casa y los hijos se desbalagarían… y eso no es conveniente, punto, no te ofrece más opciones. Se hace lo que él dice y cuando lo dice.

Cosas por el estilo se ven y escuchan a diario en diferentes ámbitos. ¿Inevitable? No lo sé. Uno de los problemas es ¿cómo lo compruebas? A los ojos de la gente no está pasando nada, no te maltrata en el estricto sentido. Sonrisa a flor de labios, te dice que no, que no se puede; bloquea tus proyectos, no le parece suficiente nada, pide opinión acerca de ti a diversas personas, aun en la familia ¿eh?, no es privativo del trabajo. Te vigila (por amor, se suele decir), quiere estar enterado de todo en tu vida; utiliza tu información (sobre todo en la que eres vulnerable) para atacar; habitualmente está en contra tuya… pero eso sí, todo bajita la mano, hasta con cariño. Entonces ¿cómo le haces?

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MensajePublicado: May 03 2010    Título:

QUE PROFUNDO LO QUE DICE PERO NO ES PROBLEMA DE LOS MACHOS SI NO DE UD. NO CULPE A OTROS CUANDO NO TIENES EL PODER DE ALEJARTE DE ELLOS smile.gif icon_idea.gif
SALUDOS.

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MensajePublicado: May 04 2010    Título:

En conclusion... superenlo!! snork_skep.gif

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