Georgina Garcini
¿Eres brillante, dinámica, emprendedora; desarrollas tus actividades con excelencia? Entonces tal vez ya has sufrido la amarga experiencia del mobbing en tu trabajo…
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Como en la mayoría de los asuntos de actualidad, los países latinoamericanos llegamos tarde a discusiones que en Europa y Estados Unidos llevan años dictando pautas y tendencias, según el tema que se trate. Tal es el caso de un fenómeno común que se está convirtiendo en un grave problema laboral: el mobbing.
La palabra engloba una gran cantidad de acciones y actitudes de violencia grupal psicosocial que se ejerce contra las personas, lo que crea situaciones de hostigamiento psicológico en cualquier institución. Éste se manifiesta en forma de conflictos interpersonales.
No se trata de la bronca individual que pueda tener una persona con otra. Los expertos aseguran que es un tipo de violencia social que ponen en marcha personas cuya firme voluntad es destruir a otra. Y, en efecto, la persona agredida acaba más o menos destruida si llega a identificarse con los comportamientos y valores que injustamente se le atribuyen.
El Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) nos recuerda que el mobbing u hostigamiento se debería contextualizar en el ámbito social del estrés institucional: las malas relaciones personales en cualquier actividad representan una fuente de estrés, cuyas causas todavía no son bien reconocidas por las autoridades.
La situación de mobbing se podría comparar al ataque que un animal sufre por su mismo grupo. En este punto no puedo menos que recordar una escena impactante que vi en televisión hace poco: una hembra chimpancé que había parido tardíamente respecto de las otras, se reintegró a su grupo. Ansiosa llegó con la cría en brazos. Sin mediar ni un minuto, las otras hembras la rodearon, aislándola del resto del grupo. Con chillidos y actitudes amenazantes la persiguieron unos metros, obligándola a refugiarse en un árbol mientras otras agitaban las ramas para hacerla perder el equilibrio. Querían al recién nacido. De no ser porque se presentó en ese momento una emergencia (merodeaba un león), el asunto habría terminado en tragedia. Las rijosas se alejaron y la hembra se quedó aferrada a su cría. ¿Qué motivó el ataque relámpago, a juicio de los científicos que estaban grabando la escena? La simple y antiquísima envidia.
Seguramente muchas (y muchos) de ustedes se verán identificados con el concepto de mobbing, pues las crisis económicas de nuestros países han hecho cada vez más difícil obtener y mantener un buen empleo, o mínimamente el empleo. La competencia por una plaza que en otro momento exigía calidad y calificación profesional para ser ocupada, hoy está determinada por quién hace lo más por lo menos. Esto coloca a las personas entre la espada y la pared, presionándolas e impidiendo que ejerzan su dignidad y la exijan.
El mobbing es violencia sociopsicológica en relación al trabajo. Inicialmente la cuestión fue bien planteada por el doctor sueco Heinz Leyman. Luego, el profesor de Psicología Francisco Fuertes lo tradujo al castellano y lo entregó a las asociaciones.
De acuerdo con información proporcionada por Imesex, hablamos de mobbing cuando dos o más personas ejercen violencia psicológica extrema, de forma sistemática y prolongada en el tiempo (se estipula un mínimo de 6 meses) sobre otra persona en el lugar de convivencia, lo que en las instituciones se ha venido a tipificar como psicoterror laboral.
Para que exista mobbing debe darse una relación asimétrica de poder, pero éste no tiene porqué ser necesariamente jerárquico. También puede ser en ambos sentidos, del “poderoso” al “débil”, del “débil” al “poderoso”, o entre sujetos del mismo rango jerárquico mediante la difamación, el vacío, el desprecio, las falsas acusaciones o el relegamiento laboral. Todo ello con el fin de reducir, amedrentar y consumir emocionalmente a la persona agredida.
Las formas de expresión más comunes son:
• Acciones contra la reputación o la dignidad
• Acciones contra el ejercicio de sus labores
• Manipulación de la comunicación o la información
• Acciones de inequidad
Revisémoslas, para que puedas identificarlas con más facilidad:
- Gritar, avasallar o insultar a la víctima, tanto cuando está sola como en presencia de otras personas.
- Asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de conseguir, y tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
- Quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias o sin ningún interés, e incluso no darle ninguna actividad.
- Modificar repentinamente sus atribuciones o las responsabilidades de su puesto.
- Ignorarla o excluirla, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia en las reuniones a las que asiste o en la oficina.
- Retener información crucial para su trabajo o manipular ésta para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
- Extender por la empresa rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
- Infravalorar o no valorar en absoluto su esfuerzo, mediante la negativa a reconocer que un trabajo está bien hecho. También, manifestar renuencia a evaluar periódicamente su trabajo.
- Ignorar sus éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, haberse acostado con el jefe, etc.
Fíjate, suelen ser víctimas de este acoso laboral las personas que poseen un mejor rendimiento en su trabajo. ¿Por qué? Según Manuel Delgado, la naturaleza humana hace que siempre se busquen “chivos expiatorios”. Y tales chivos son justamente quienes despiertan envidias y celos profesionales en los demás.
La mayoría de los investigadores están de acuerdo en definir a las personas que son objeto de mobbing en su puesto de trabajo así:
• Tienen elevada ética, honradez y rectitud, así como alto sentido de la justicia.
• Sus características difieren de la mayoría de trabajadores existentes en el lugar de trabajo.
• Son autónomas, independientes y con iniciativa.
• Están altamente capacitadas por su inteligencia y aptitudes; destacan por su brillantez profesional.
• Son populares, líderes informales entre sus compañeros o con carisma para liderar grupos.
En el plano psicológico, el daño inferido a la víctima es enorme. Aproximadamente la mitad de las personas acosadas manifiestan secuelas mentales o físicas, cuando no las dos.
La víctima de las agresiones va perdiendo gradualmente la fe y la confianza en sí misma; al estar sometida a un creciente estrés, se va acabando físicamente y sus malestares pueden hacerse crónicos, dando lugar a afecciones somáticas que pueden producir baja laboral, incapacidad temporal o incluso incapacitación permanente.
El psicoterror o mobbing en la vida laboral lleva consigo una comunicación hostil y desprovista de ética. La persona es arrojada a una situación de soledad e indefensión prolongada, a base de acciones de hostigamiento frecuentes y persistentes (al menos una vez por semana) y a lo largo de un prolongado periodo.
Como consecuencia de la alta frecuencia y larga duración de estas conductas hostiles, el maltrato se traduce en un suplicio psicológico, psicosomático y social.
A la persona objeto del mobbing…
1. Se le niega la posibilidad de comunicarse adecuadamente; se le calla; hay ataques verbales sobre la calidad de su trabajo; amenazas verbales; se le pide que haga actividades tontas o repetitivas, con el fin de aislarla.
2. Se reducen sus contactos sociales. Los colegas le rehuyen, no hablan con ella. Puede ser que las mismas autoridades prohíban que se le hable; se le asignan lugares de trabajo oscuros o tristes; se le hace el vacío, se le menosprecia.
3. Su reputación personal se resquebraja mediante chismorreos; ridiculización, mofa, burla de alguna discapacidad. También por su herencia étnica, su color de piel, la manera de moverse o de hablar.
4. Es posible que se le asignen trabajos peligrosos; puede vivir agresión física, acoso s*xual activo, etc.
Toohey, en 1991, calculó algunos de los costos de enfermedades profesionales relacionadas con el estrés. Su principal crítica se centró en el hecho de que estos empleados, como consecuencia de largos periodos sometidos a condiciones de trabajo psicológicamente muy degradadas, finalmente llegan a la consulta del médico, quien emite el diagnóstico de “estrés” simplemente, como si naciera de la nada o fuera exclusiva responsabilidad de la persona que padece el acoso en su centro de trabajo.
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