Los tampones: Mitos y tabúes
Entre los recursos de protección íntima con que cuenta la mujer durante los días del período menstrual, está el absorbente interno, mejor conocido como tampón. Éste constituye una opción atractiva para la mujer dinámica y actual que no quiere verse limitada para realizar actividades como ir a la playa, hacer deporte, o ponerse determinada ropa durante los días de su período.
Adicionalmente, el uso de tampones no genera escozor en el área genital que se deriva de la irritación de la piel y disminuye considerablemente el olor menstrual que con frecuencia acompaña al flujo.
Pese a todas estas ventajas, este pequeño instrumento -tan cómodo para unas y tan misterioso para otras- se ha visto rodeado de una serie de mitos y tabúes casi desde su creación, que en pro de la libertad y comodidad conviene explicar.
Quizás el temor más común en las mujeres es que el tampón conlleve a la pérdida de la virginidad: para tranquilidad de muchas, esta situación no es factible, ya que el himen, la membrana que separa la vulva del interior de la v***, es lo suficientemente flexible y resistente para permitir el paso de un elemento como el tampón, que se encuentra elaborado de un material blando y que viene en varios tamaños para adaptarse a cada mujer.
Otra gran duda es la posibilidad de que el tampón se pierda dentro de la cavidad v***. Este planteamiento carece de sentido, ya que la v*** en su parte interna es ciega. En su extremo interior se encuentra el orificio cervical, que trae todo lo que viene de la matriz, como por ejemplo la menstruación, pero el mismo es del tamaño y forma de la punta de un lápiz, por lo cual no tendría el diámetro necesario para que pasara un tampón. Además el tampón cuenta con un hilo guía que permanece afuera de los labios de la vulva, facilitando su extracción.
También es posible que persista algún recelo ante la sola mención del Síndrome de Shock Tóxico (SST) con el que se asoció hace algunas décadas a los tampones. Ciertamente este síndrome -aunque es raro que se presente-, se refiere a una infección muy severa, que podría llevar a la mujer hasta la muerte. Sin embargo, está comprobado que intervienen muchos factores en su aparición y que no es precisamente el uso de absorbentes internos lo que predispone para esta patología.
Recomendaciones de los expertos
El tema más importante a la hora de la protección íntima lo constituye sin duda la higiene. Una de las principales pautas a considerar en ese sentido es la frecuencia de cambio, ya que el líquido acumulado podría propiciar la reproducción de las bacterias que normalmente habitan en la v***.
La recomendación es realizar un cambio de dispositivo al menos tres veces al día, aunque la frecuencia se determina según la intensidad del flujo sanguíneo. En la noche es suficiente colocarse uno antes de dormir y cambiarlo en la mañana siguiente al levantarse.
En cuanto a la idoneidad de su uso, los ginecólogos lo aconsejan especialmente ante el flujo abundante; ya sea mujeres con esta condición habitual, o para cualquiera en los días de mayor humedad durante el período regular. Cuando empieza a disminuir el flujo de sangre, ya no se debe usar, pues el roce de un tampón con la pared v*** seca, sin la presencia de un líquido podría producir cierto despulimiento de la mucosa, situación que pudiera ser punto de partida de infecciones.
Ante cualquier duda sobre el uso de los tampones, el ginecólogo es la persona idónea para responder cualquier interrogante.
Los tampones y el chequeo ginecológico en adolescentes
Una mujer que usa tampones por primera vez requiere cierta información sobre su anatomía genital y colocación adecuada del mismo absorbente íntimo, para lograr su comodidad. Esta necesidad es aún más patente, si se trata de púberes.
Dentro de la ginecología hay una especialización llamada infanto-juvenil que se encarga justamente de atender a la población de esta edad. Este profesional es el más indicado para responder las dudas de los adolescentes sobre los cambios en su cuerpo y en su ánimo, así como instruirlos sobre las enfermedades de transmisión s*xual, la prevención de embarazos y la higiene íntima necesaria en esta etapa de sus vidas.
Muchas madres se plantean cuando debe ir la niña al ginecólogo por primera vez. Aunque no existen respuestas definitivas, algunos gineco-obstetras recomiendan que sea justo después del desarrollo, pero a veces es el mismo pediatra las remite al ginecólogo, si sospecha alguna anormalidad. Lo primordial es brindarle a la niña toda la información y orientación que necesite para hacer lo menos traumático posible este paso en su desarrollo biológico y que pueda transitar hacia la madurez de su organismo de la manera más cómoda y segura.
Fuente
Campaña informativa de la Obstetricia y Ginecología
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