Hubo un tiempo en que un joven Gustavo Adolfo Bécquer era asiduo —entre 1859 y 1860— de las tertulias musicales y literarias que se organizaban, todos los viernes, en uno de los dos pisos que la familia Espín tenía alquilados en la segunda planta del número 21 y 23 de la madrileña calle de la Justa. Su gran afición por la música y su deseo por consolidarse como un autor de libretos de zarzuela propiciaron que se convirtiera en un habitual de ese domicilio que fue inspiración para sus «Rimas» y escenario de su amor imposible hacia Julia Espín. Durante cerca de un siglo, los especialistas en el autor de las «Leyendas» dieron por desaparecida aquella vivienda, pues pensaron que el inmueble fue destruido al construirse la Gran Vía. Sin embargo, el poeta Juan Carlos de Lara, después de realizar una ardua labor de investigación, ha dado con la ubicación original de un domicilio que actualmente se halla en el número 5 de la calle de los Libreros. Fruto de sus indagaciones ha surgido el libro «El balcón de las golondrinas. El hallazgo de la casa que fue escenario de las “Rimas” de Bécquer» (Alfar).
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.

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