Acudí al funeral de un viejo amigo de la familia. Cuando terminó la misa de cuerpo presente, la guardia comenzó a salir junto con el ataúd. El templo se lleno de aplausos, mientras avanzaba. No pude contener el llanto. Fue un momento demasiado emotivo para mí. La gente aplaudía emocionada. Los aplausos no se detuvieron hasta que nuestro amigo fue puesto en la carroza, rumbo al cementerio. Que en paz descanse R. C.