A ella se la dieron como esclava tras la batalla de Centla, contra el cacique Taabascoob.
Claro está que la Malinche no estaba muy contenta con los indígenas que la vendieron como esclava. Entonces le dio un síndrome de Estocolmo y se volvió cómplice de Hernán Cortés. Ella fue quien sugirió cortarles las manos a los espías indios.