Yavanna | Mensajes: 3223 | Usuario Diamante 
El año pasado fue particularmente difícil para mí en cuestión de salud. Llevaba ya bastante tiempo sometida a mucha presión laboral y algunos problemas familiares fuertes, lo que me desencadenó muchísimos problemas como migrañas, irritabilidad, ansiedad, tensión arterial alta, etc.
Por la mitad del año constantemente me sentía agotada, comencé a bajar de peso a pesar de comer lo que regularmente comía, me sentía irritable y me era complicado controlar mi presión arterial (soy hipertensa desde hace cerca de 8 años), hasta que de plano un día el dolor de cabeza fue insoportable, acudí al médico. Me cambió el medicamento de la presión y me envió al laboratorio con una orden para una batería de estudios, entre los cuáles, por supuesto se encontraba Hemoglobina glicosilada.
Todos los estudios salieron normales, excepto éste último, cuyo nivel normal debe ser menor al 5,7 por ciento y mi resultado fue de más del 12 por ciento, lo cual, según me explicó mi médico, indica que el promedio de glucosa en mi sangre por los últimos tres meses estuvo cerca de los 300mg. El día que me realicé los estudios también estaba incluida la glucosa en ayuno y el resultado fue 305mg. Estos resultados más los síntomas que presentaba evidenciaron el diagnóstico: Diabetes tipo 2.
Mi papá es diabético desde hace más de 40 años. Mi mamá (q.e.p.d.) también era diabética. Mi abuela paterna lo era también. Conozco la enfermedad desde que tengo memoria y siempre supe que el factor genético me jugaba en contra, pero no imaginé que me fuera a impactar tanto saber que iba a tener que aprender a vivir con una enfermedad crónica.
Cuando salí del consultorio del médico me sentía como en un estado de irrealidad, como si le estuviese pasando a otra persona... Sabía que mi vida iba a ser muy distinta a partir de ese momento, que si quería estar bien necesitaba cambiar muchísimas cosas, comenzando por mi alimentación. En ese momento pensé que iba a ser un camino extremadamente difícil para mí, porque siempre he disfrutado el placer de comer de todo, especialmente los chocolates y los postres. Le mandé un mensaje a un amigo y no tardó ni 10 segundos en comunicarse conmigo. Él no es médico, pero después de hablar con él tuve la certeza de que no estaba sola y que después de todo, no sería tan complicado. Y en efecto, la parte complicada fue hacerme a la idea de que tengo un padecimiento crónico, pero poco a poco me he ido haciendo amiga de él, me he ido conociendo más y por supuesto cambié por completo mis hábitos alimenticios y de actividad física.
Camino mucho, tanto como puedo. Asesorada por una excelente nutrióloga, sigo un muy buen plan de alimentación y de vez en cuando puedo "portarme mal" comiendo un trocito de chocolate o un dulce o algún "antojillo". Me siento muy bien, he perdido cerca de 8 kilogramos de peso (y deberían ser más pero se me atravesó el "maratón Guadalupe-Reyes"), mi presión arterial es normal, no he tenido un sólo ataque de migraña desde cerca de dos semanas después de comenzar el tratamiento, duermo bien, me siento con energía y bueno, hasta el carácter me mejoró, ja ja ja.
Mucho rollo y todo, sólo para decirles que la diabetes no es el fin del mundo si uno toma las riendas.
¡Saludos! 
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