En realidad, dicha ley no acaba con la prøstitüción sino que la esconde y al igual que PROHIBIR EL ABORTO, deja en una posición todavía más peligrosa y vulnerable a quien la ejerce. Hay mucho que admirarles a los suecos, pero SÍ, lo suyo cuando de la prostìtūción se trata, es un tranochado atavismo religioso.