¿Qué vamos a hacer con este niño? “Cuanto más lo castigamos peor se comporta”. Los padres en ocasiones castigan a los niños para suspender un comportamiento indeseable pero generalmente éstos aprenden más cuando se refuerza uno adecuado, los refuerzos externos pueden ser tangibles (dulces, juguetes o medallas) o intangibles (una sonrisa, una palabra de aprobación, un abrazo o un privilegio especial) cualquiera que sea el reforzamiento el niño debe ver que se trata de un premio y recibirlo con cierta asiduidad después de presentar el comportamiento deseado. Eventualmente el comportamiento debe proporcionar su propia recompensa interior una sensación de placer o satisfacción.
El castigo prudente es coherente, inmediato y está claramente relacionado con la ofensa se administra serenamente y en privado tiene por objeto provocar la obediencia no la culpa, resulta más eficaz cuando se acompaña de una explicación corta y sencilla. El castigo imprudente puede ser contraproducente los niños que son castigados severa y frecuentemente pueden tener problemas para interpretar las acciones y palabras de otras personas pueden percibir intenciones hostiles donde no existe ninguna.
La estrategia elegida por los padres puede depender no solamente de creer en su eficacia sino también de la certeza de poder llevarla a cabo, respecto a lo cual pueden diferir las madres y los padres no obstante la eficacia de la disciplina depende de cuan adecuadamente el niño comprenda y admita su mensaje, tanto cognitiva como emocionalmente, para que el niño acepte el mensaje, debe reconocerlo como apropiado por tanto los padres deben ser justos y precisos claros y constantes respecto a sus expectativas, el niño puede sentirse más motivado a aceptar el mensaje si los padres son normalmente cálidos y sensibles.
Responder
|