Para que no digan que invito mucho a la lectura y no les digo donde conseguirla, les paso este link, ahí podrán leer como una a una las "pruebas" de la aparición Guadalupana van cayendo en pedazos por obra de un estudio histórico serio, de las manos de un hombre que ante todo estima la verdad histórica, incluso mas que su propia fe.
Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México
Por: Joaquín García Icazbalceta
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01394942099359738534802/p0000001.htm#I_0_
Yo me quedo con las ultimas lineas:
.- Católico soy, aunque no bueno, Ilustrísimo señor, y devoto, en cuanto puedo, de la Santísima Virgen: a nadie querría quitar esta devoción: la imagen de Guadalupe será siempre la más antigua, devota y respetable de México. Si contra mi intención, por pura ignorancia, se me hubiese escapado alguna palabra o frase malsonante, desde ahora la doy por no escrita. Por supuesto que no niego la posibilidad y realidad de los milagros: el que estableció las leyes bien puede suspenderlas o derogarlas; pero la Omnipotencia divina no es una cantidad matemática susceptible de aumento o diminución, y nada le añade ni le quita un milagro más o menos. De todo corazón quisiera yo que uno tan honorífico para nuestra patria fuera cierto, pero no lo encuentro así; y si estamos obligados a creer y pregonar los milagros verdaderos, también nos está prohibido divulgar y sostener los falsos. Cuando no se admita que el de la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe (como se cuenta) es de estos últimos, a lo menos no podrá negarse que está sujeto a gravísimas objeciones. Si éstas no se destruyen (lo cual hasta ahora no se ha hecho) las apologías producirán efecto contrario. En mi juventud creí, como todos los mexicanos, en la verdad del milagro: no recuerdo de dónde me vinieron las —42→ dudas, y para quitármelas acudí a las apologías: éstas convirtieron mis dudas en certeza de la falsedad del hecho. Y no he sido el único. Por eso juzgo que es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia. Si he escrito aquí acerca de ella, ha sido por obedecer el precepto repetido de Vuestra Señoría Ilustrísima. Le ruego por lo mismo, con todo el encarecimiento que puedo, que este escrito, hijo de la obediencia, no se presente a otros ojos ni pase a otras manos: así me lo ha prometido Vuestra Señoría Ilustrísima.
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