Publicado:
Sep 21 2009 Título:
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Cita: | Y EL HACERLO YA EN EL 622, FUE COMO OTRA CATEGORIA??
O COMO?? |
Supongo que sí, en el 380 ya estaba muy averiado el asunto ...
Ya no había acción ...
Ruta 380: 'Pasaje, masaje y agasaje'
Cita: | GUADALAJARA, JALISCO.- Recurrir a la metáfora de la lata de sardinas sería mofarse de la increíble cantidad de pasajeros que diariamente puede transportar un camión de la ruta 380, en horas pico.
El asfalto del Periférico de la Zona Metropolitana de Guadalajara es mudo testigo del diario vaivén de vehículos automotores contados en millares. Sobre sus prietas y accidentadas superficies, la carretera transporta personas, sin discriminar su condición social, y mercancías, sin diferenciar su calidad o legalidad.
Las unidades de transporte público también siguen la regla. La ruta 380 circunda el Anillo Periférico de Norte a Sur y de Este a Oeste, de las 5:00 a las 22:30 horas. Algunos días el horario es respetado, otros no.
A las ocho de la noche no es el momento idóneo para tomar un camión de la 380. Sin embargo, y por necesidad, muchas personas lo hacen, ya sea para escapar del tedio de sus labores, para llegar a casa y reconfortarse en el seno familiar, o sólo para aventurarse en la frenética fantasía “surreal” de una ruta con inconfundible fama.
Si las ventanas de la unidad fueran más bajas, por allí penetrarían las personas que en este momento no abordan el camión; se quedan en la parada a esperar el próximo, cual esperma que intenta fecundar un óvulo, sin lograrlo. Por ahí también desbordarían los pasajeros, como virus expandiéndose entre la carne.
“Pasaje, masaje y agasaje”, el lema de muchos pasajeros que aprovechan al máximo los cinco pesos de la tarifa del transporte, muy a pesar de a las que no les agrade. No hay de otra, en un espacio tan reducido los roces y “repegones” son involuntarios. Al sentir los alientos tibios en los hombros y el calor de las barrigas en la espalda, sería una grosería decir “hágase para allá”. Hay quienes lo hacen.
El chofer de la unidad, un tipo de cabellos largos y quebrados, situados únicamente en su nuca, lentes oscuros y una barba mal cuidada, mira continuamente los espejos retrovisores en busca del mejor espacio entre los carriles para acelerar el paso y rebasar a sus compañeros de ruta que ya le pisan los talones. Mientras platica con una mujer con amplio escote que está sentada en una hielera detrás de la silla del conductor. Entre el barullo del motor y la gente, su conversación es inaudible. Ríen.
Un par de dados pachoncitos “de la suerte” cuelgan del retrovisor contorneado con una funda peluda, sobre una imagen religiosa que parpadea una luz fluorescente que oscurece y hace irreconocible al santo.
El chofer, con cigarro en mano, y el auricular del celular en función de “manos libres”, embarrado en el rostro, sube cuanto pasajero puede caber en el vehículo, apretujando más a los que ya estaban dentro.
Recibe y da dinero. “Cambio únicamente, no billetes grandes”, dice una leyenda impresa en un viejo papel ya roto, y escurrida la tinta por la humedad, en grandes letras mayúsculas, adherido al tablero de mando por una cinta con pegote a punto de caer.
Un joven logra escurrirse por la puerta, saca su billetera del bolsillo, la abre y de ella aparece una tarjeta de plástico y un papelito rectangular.
— No acepto transvales —dice el chofer—.
— ¿Por qué no? —pregunta con sorpresa el joven—.
— Porque no.
— Pero, ¿por qué no?
— ¡Porque no!
El joven, resignado, busca entre sus bolsillos. Saca un montón de basura de entre la que encuentra algunos pesos perdidos.
— Nomás traigo esto —muestra la cantidad en la palma—.
— Pásale —dice el chofer cuando toma las monedas—.
En su desesperación por subir a la unidad, muchas personas deciden escabullirse por la puerta trasera, atrofiando el descenso con su ascenso. Pasan el dinero al pasajero de enfrente, que hace una cadena humana para llevar la tarifa hasta manos del chofer, que posteriormente la invierte para enviar el boleto de pasaje.
“Alianza de Camioneros de Guadalajara, A. C.”, reza repetidamente. “380. Pasaje $5.00. Válido sólo para midibuses. Carro 2014”, “Bueno por un pasaje”, “Conserve su boleto, es su seguro”, “Hay inspección”. La información necesaria para el pasajero que ha de atenerse más a la voluntad y lucidez del camionero que a la veracidad y garantía de su boleto.
Cada vez son más los que lograr subir por detrás. Animados por su lema y el rápido cambio en la caja velocidades del camión, gritan: “¡Acelérale chofer!, ¡Métele pata!, ¡Se te queman los frijoles!, ¡Ahora sí… vámonos!”. Sueltan carcajadas frente al tambaleo del camión en las curvas pronunciadas.
Algunos otros, inocentes a la situación, sueltan pausadas risillas como quien huele un peligro inminente pero aún lejano, o con la esperanza de lejanía.
En una comba de la carretera, el conductor se abre camino al carril derecho, del que viene un automóvil particular a toda velocidad, que a toda velocidad también se frena. Quema llanta. Los pasajeros se abalanzan. El camionero los ningunea. Se integra por completo al carril.
El automóvil lo rebasa por la izquierda. Resuena su claxon, parece recitar un canto muy conocido, aludiendo a las madres. El chofer no se inmuta y acelera un poco más. Él personifica la ruta 380 en acción. |
Ultima edición por Invitado el Sep 21 2009, editado 1 vez
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