Es cuestion de generocidad, de formacion catolica-cristiana y de conocer y poner en practica las virtudes humanas y sobrenaturales. Estos puntos son muy provechosos para todas (y todos):
Son muchos los cristianos persuadidos de que la Redención se realizará en todos los ambientes del mundo, y de que debe haber algunas almas - no saben quiénes- que con Cristo contribuyen a realizarla. Pero la ven a un plazo de siglos, de muchos siglos...: serían una eternidad, si se llevara a cabo al paso de su entrega. Así pensabas tú, hasta que el Espíritu Santo te ilumino.
Algunas veces -me lo has oído comentar con frecuencia ¡se habla del amor como si fuera un impulso hacia la propia satisfacción, o un mero recurso para completar de modo egoísta la propia personalidad.
--Y siempre te he dicho que no es así: el amor verdadero exige salir de sí mismo, entregarse. El auténtico amor trae consigo la alegría: una alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz.
El Señor necesita almas recias y audaces, que no pacten con la mediocridad y penetren con paso seguro en todos los ambientes.
Hijos de Dios. -Portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni sombras.
-El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine... De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna.
¿Pureza? -preguntan. Y se ríen los que no quieren vivir esta virtud cristiana. -Son los mismos que van al matrimonio con el cuerpo marchito y el alma desencantada.
Muchos viven como ángeles en medio del mundo. -Tú... ¿por qué no?
Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia. -Y esa cruzada es obra tuya y mía.
Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo..., aunque los amigos a veces traicionan. -No me parece mal. Pero... ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?
Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. -Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana. -Después... -la paz de Cristo en el reino de Cristo.
"En estos momentos de violencia, de s*xual brutal, salvaje, hemos de ser rebeldes. Tú y yo somos rebeldes: no nos da la gana dejarnos llevar por la corriente, y ser unas bestias. Queremos portarnos como hijos de Dios, como hombres o mujeres que tratan a su Padre, que está en los Cielos y quiere estar muy cerca — ¡dentro!— de cada uno de nosotros"
Los hijos... Cómo procuran comportarse dignamente cuando están delante de sus padres! Y los hijos de Reyes, delante de su padre el Rey, cómo procuran guardar la dignidad de la realeza! Y tú... ¿no sabes que estás siempre delante del Gran Rey, tu Padre-Dios?
De que tú y yo nos portemos como Dios quiere -no lo olvides- dependen muchas cosas grandes.
Soldado, llama el Apóstol al cristiano. Pues, en esta bendita y cristiana pelea de amor y de paz por la felicidad de las almas todas, hay, dentro de las filas de Dios, soldados cansados, hambrientos, rotos por las heridas..., pero alegres: llevan en el corazón las luces seguras de la victoria.
Nadie es feliz, en la tierra, hasta que se decide a no serlo. Así discurre el camino: dolor, en cristiano!, Cruz; Voluntad de Dios, Amor; felicidad aquí y, después, eternamente.
Sereno y equilibrado de carácter, inflexible voluntad, fe profunda y piedad ardiente: características imprescindibles de un hijo de Dios.
Cuando se piensa con la mente clara en las miserias de la tierra, y se contrasta ese panorama con las riquezas de la vida con Cristo, a mi juicio, no se encuentra más que una palabra que califique - con expresión rotunda- el camino que elige la gente: necedad, necedad, necedad. La mayoría de los hombres no es que nos equivoquemos; nos sucede algo bastante peor: somos tontos de remate.
Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando. !Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la par que se enternece su corazón, conocedor de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien! Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.
Vamos a no engañarnos... - Dios no es una sombra, un ser lejano, que nos crea y luego nos abandona; no es un amo que se va y ya no vuelve. Aunque no lo percibamos con nuestros sentidos, su existencia es mucho más verdadera que la de todas las realidades que tocamos y vemos. Dios está aquí, con nosotros, presente, vivo: nos ve, nos oye, nos dirige, y contempla nuestras menores acciones, nuestras intenciones más escondidas.
Creemos esto..., pero vivimos como si Dios no existiera! Porque no tenemos para El ni un pensamiento, ni una palabra; porque no le obedecemos, ni tratamos de dominar nuestras pasiones; porque no le expresamos amor, ni le desagraviamos...
- ¿Vamos a seguir viviendo con una fe muerta?
Responder
|