No es exagerado feminismo, es no saberlo manejar
Veamos.
La feminidad se lleva por dentro y no debe limitar la libertad de las mujeres, sino hacerlas más libres.
Como reflexiona la psicóloga latinoamericana María Pilar Ivorra.
“Dónde nos perdimos las mujeres? ¿En “un mundo de hombres”? ¿Nos hemos masculinizado, perdido y enredado en las formas y las actitudes? ¿Cómo ha influido esto en los hombres?
Por un lado, a los hombres se les educa reprimiendo sus emociones, y por otro, se les exige ser sensibles y demostrarlo. Y lo que es más importante: ¿qué hacemos ahora para volver a conectarnos con nuestra feminidad perdida?
Reconquistar los atributos de la feminidad, tanto para nosotras como para ellos, es una tarea que toda mujer debe plantearse con cierta urgencia y que, con una buena guía, es una labor fácil, bonita y “disfrutable”.
Recobrar la inocencia y la dulzura de lo femenino, la ternura, la capacidad de entrega, la fluidez, el poder de la creatividad, la comunicación sincera y tierna; sustituir la crítica y la competencia entre nosotras por el compartir y el apoyo mutuo, rescatar en definitiva la esencia y el valor de lo femenino verdadero.
Volver a sentir, a sentirnos y volver la mirada hacia adentro viendo lo que realmente somos.
No los prototipos publicitarios que nos dictan cómo debemos ser como hombres y mujeres, sino redescubrir lo que verdaderamente somos, seres que sienten, que se asustan, que tienen la capacidad de sufrir y de ser felices, de amar y de sentir placer, dolor, angustia, alegría… cada cual a su manera especial y única.
Conectarnos con nuestros gustos, nuestros temores, nuestras capacidades, nuestro poder personal, nuestras limitaciones. Reconocerlo todo, abrazar la totalidad de lo que cada uno es y vivir, trabajar, relacionarnos, amar, comunicarnos, con todo ello, plenamente.
Revindicar las diferencias como enriquecedoras y salir de un alineamiento que quiere imponernos cómo debemos vivir, vestir o lo delgadas que tenemos que estar y lo que nos tiene que gustar o no gustar, incluso lo que “debemos sentir” en cada circunstancia y cómo comportarnos.
Tenemos derecho a reconocer que, en algunas cosas, somos diferentes, aprender a gestionar las diferencias, a enriquecerse de ellas y a complementarse.”
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