Yo quería olvidar todo lo que había pasado en el hospital pero no podía. Yo era parte de ese mundo, tanto, como el de mi. Había hecho amistades, conocía las profundidades interiores, los laberintos de mi mente, el dolor, el sufrimiento, la infortuna, la locura, el apego, la desdicha, y, por qué no, hasta la felicidad. Una vez que te has sumergido en todo eso, es díficil olvidar, cuesta trabajo no mirar atrás. Mi caso era un tanto partícular, podría decir que era un reto para mi Psiquiatra, un expediente con bastantes registros. Él me consideraba una mujer inteligente, alguien con todos los elementos para ser féliz. Me había mantenido casi seis años fuera del manicomio, era una recaída, todos los pacientes tienen una recaída, y más aún cuando se les dice que tienen cáncer. Era cuestión de estabilizarme y mantenerme fuera del nosocomio el mayor tiempo posible "No eres de este mundo Martha, tu mundo esta allá afuera, y te esta esperando. Una persona con tu coeficiente intelectual no debe estar aquí, una mujer como tu debe estar en cualquier lugar menos en este". Yo me empeñaba en preguntarlé que si era así, porque la sociedad me había excluído, porque me costaba tanto trabajo recuperar mi vida pasada. "Tu momento es aquí y ahora Martha, esa vida pasada que añoras, no sirve, esa vida te trajo aquí, así que mira en otra dirección". Fue entonces que me di cuenta, que no era más que una miserable esclava de mi pasado, una persona que no se amaba ni tantito, que no me había respetado, me había abandonado por completo y ahora estaba perdida y terriblemente jodida. Decidí vivir de manera que no temiera a la muerte ni a ningún otro acontecimiento de la vida. Lo que me reste de vida lo tendría que vivir de otra manera, porque de nada me había servido lo anterior. El día que salí del hospital, luego de dos meses, tenía miedo del mundo que había afuera, pero estaba dispuesta a enfrentarlo. Recogí mis cosas, mientras el enfermero me esperaba. A diferencia de otras pacientes, mas bien de todas las pacientes, nadie había ido por mí, mi viaje lo emprendería sola. Mi familia no comprendía ese mundo y no me visitaban mientras estaba recluída ni mucho menos iban a recogerme. Era duro, si, muy duro. Pero nunca más les trataría de hacer entender esta faceta de mi vida. La mayoría de mis cosas las hacía sola, mis medicamentos eran de empleo delicado y necesitaban la supervisión y resguardo de un familiar ¿cúal? Él Doctor me miraba siempre en shock "De mis medicamentos me encargo yo, de mi internamiento me encargo yo, de mi alta me encargo yo, es conmigo con quien tiene que hablar de todo lo concerniente a mi, porque nadie, absolutamente nadie vendrá a escucharlo, así que ahorremónos los malos ratos y comenzemos a trabajar". Al tomar el autobús de regreso a mi casa, pensé que el pasto estaría hecho una jungla y así fue, habría polvo y así fue, dormiría sola esta noche sin los ruidos del hospital, sin los gritos, sin los lamentos, ni las voces de las enfermeras, que fuerón mi compañía durante dos meses que ya habían terminado. Recuerdo que al llegar a mi casa, acomode mis cosas en su lugar y fui a cenar algo. Las gentes que comían ahí, cómo iban a imaginar que acababa de salír de un hospital psiquiatrico, yo tampoco conocía sus vidas ni de dónde venian... Cada persona que ves esta librando una batalla de la que tu no tienes ni la menor idea. Se amable siempre...
Responder
|