En fin, mi consejo es que se deje en paz a los católicos con su santoral, como dejamos que la FIFA le dé el Balón de Oro a quien quiera y que los lamas escojan a su gusto la reencarnación del Dalai Lama. A veces les da por decidir que el Dalai Lama se ha reencarnado en un crío de Granada, por ejemplo. Con su pan se lo coman, como decía el buen Sancho.
Yo, señor o señora, soy ateo (o más bien anti-teo: si resulta que Dios existe, seguiré estando en contra de él) y creo que el Estado debe ser laico. Que llamen santo a quien mejor les parezca, a mí lo que me importa es que paguen impuestos, que no reciban dinero público, que se prohíba la religión en la enseñanza y que todas sus charangas, procesiones, saraos, misas, vigilias y demás guateques sean privados, sin ninguna participación oficial.
Sus santos, por mí, como si lo juegan "a la carta mayo"r entre los obispos.
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