El siguiente Salmo es excelente para pedir a Dios perdón y hacer Reparación por nuestros pecados, además de concedernos la delicadeza de ser más sensibles a las faltas que comete la humanidad, incluyéndonos nosotros:
SALMO 50
Ten compasión de mí, Señor, en la medida de tu misericordia; según la grandeza de tu bondad, borra mi iniquidad.
Lávame afondo de mi culpa, límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mi maldad, y tengo siempre delante mi delito.
He pecado contra Ti, contra Ti solo, he obrado lo que es desagradable a tus ojos, de modo que se manifieste la justicia de tu juicio y tengas razón en condenarme.
Es que soy nacido en la iniquidad, y ya mi mama me concibió en pecado.
Mas he aquí que Tú te complaces en la sinceridad de corazón, y en lo íntimo del mío Tú me haces conocerla Sabiduría.
Rocíame, pues, con hisopo, y seré limpio; lávame, Tu, y quedaré mas blanco que la nieve.
Hazme oír tu palabra de gozo y alegría y saltarán de felicidad estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis culpas. Crea en mi, Señor, un corazón puro, y renueva en mi interior un espíritu recto.
No me rechaces de tu Presencia, y no me quites el espíritu de tu Santidad. Devuélveme la alegría de tu salud, confírmame en un espíritu de príncipe.
Enseñaré a los malos tus caminos; y los pecadores se convertirán a Ti.
Líbrame de la sangre, Oh Dios, Dios salvador mío, y vibre mi lengua en exultación por tu justicia.
Abre Tú mis labios, Oh Señor, y mi boca anunciará tu alabanza, pues los sacrificios no te agradan, y si te ofreciera un holocausto no lo aceptarías.
Mi sacrificio, Oh Dioses el espíritu compungido; Tú no despreciarás, Señor un corazón contrito y humillado.
Por tu misericordia, Señor, obra benignamente con Sión; reconstruye los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios legales, las oblaciones y los holocaustos; entonces se ofrecerán becerros sobre tu Altar.
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