El error fue de Adan y de Eva. Dios nos hizo libres. Tu puedes hacer con tu libertad lo que quieras. Ya te lo habia dico en el tema de la Libertad:
¿Sabe Dios lo que voy a hacer mañana o la próxima semana? Y sí lo sabe, entonces, ¿no es igual que tener que hacerlo irremediablemente? Si Dios sabe que el Domingo iré a ver una película, ¿cómo puedo elegir no hacerlo? Esa duda surge de confundir a Dios conocedor con Dios causante. Que Dios sepa que iré a ver una película no es la causa que me hace ir. O al revés, es mi decisión de ir al cine lo que produce la ocasión de que Dios lo sepa. El hecho de que el meteorólogo sepa que lloverá mañana, no causa la lluvia, es al revés: la condición indispensable de que mañana va a llover proporciona al meteorólogo la ocasión de saberlo. Por otro lado, por la misma libertad que Él me dio, Dios no puede saber con certeza que voy a lograr una cosa que yo me he propuesto hacer (aunque Él conozca mis pensamientos e intenciones), por dos razones: primero porque esa misma libertad me permite cambiar de opinión antes de llevar a cabo la tarea que originalmente me propuse hacer, y segundo porque esa misma libertad que me dio también se la dio a mis semejantes y cualquiera de ellos podría (intencionalmente o de forma involuntaria) desviarme del camino para lograr el cumplimiento de dicha tarea. Maravillosamente, pero también impresionante y terriblemente, debido a la misma Libertad que Dios nos ha dado, los Seres Humanos somos las únicas creaturas que podemos ponerle “zancadilla” a los planes de Él, pero por ventura de su misma gracia también podemos aceptar y colaborar con esos planes. Por poner un ejemplo digamos que María tiene 3 años de edad y que Dios ha pensado en ella para que sea una doctora pero a un individuo se le ocurre matarla antes de que termine su licenciatura, entonces ese individuo ha impedido ese plan que Dios tenía con respecto de esa niña ya que nunca llegará a ser doctora; a pesar de todo su Poder en ese caso Dios no puede hacer nada debido a que Él no se contradice dándonos la libertad y luego quitándonosla.
Siendo estrictos teológicamente es importante decir que, rigurosamente hablando, Dios es la causa de todo lo que sucede. Dios es, por naturaleza, la Primera Causa de todo. Esto quiere decir que nada existe y nada sucede que no tenga su origen en el infinito Poder de Dios (incluso Él creó al diablo y lo mantiene en la existencia), pero Éste es el Origen Primero, no el origen inmediato de las cosas, por ejemplo: el origen inmediato de la combustión es el fuego, mientras que el Origen Primero es Dios; y el origen inmediato de una vasija artesanal es el alfarero que la fabricó, pero el Origen primero es Dios; asimismo nosotros somos responsables de ser el origen inmediato de nuestros actos aunque Dios sea el Origen Primero de ellos. No es importante entrar aquí en la cuestión filosófica de la causalidad, es bastante con saber que ni la Divina Providencia (el Poder de Dios de mantener las cosas en la existencia), ni la existencia misma de Dios no nos impiden ni nos obligan a hacer lo que nosotros libremente decidimos hacer, porque en eso consiste precisamente nuestra libertad: en que nosotros podamos tomar nuestras propias decisiones; esa causalidad solo limita nuestra libertad pero no la obstruye ni mucho menos la anula, lo único que realmente limita nuestra libertad es la misma naturaleza humana, los Ángeles (y todos los coros celestiales) tienen una libertad más perfecta que los hombres porque no dependen de un cuerpo humano como nosotros, el hecho de que sean espíritus puros les da muchas ventajas sobre los humanos.
¿Para qué nos dio Dios La Libertad?
La respuesta es relativamente sencilla: para tener méritos y con esos méritos ganarnos el Cielo. Un perro, por ejemplo, no puede irse al cielo porque no es libre: él no puede decidir porque no tiene Entendimiento y no puede amar ni a Dios ni a otros seres porque no tiene Voluntad, ni tampoco puede odiar a nadie ni hacer daño a nadie por esa misma razón. Los animales, las plantas y los minerales (todos los seres no animados, es decir, sin alma) le dan gloria a Dios viviendo: simplemente naciendo, creciendo, reproduciéndose y muriendo, al contrario de cómo lo hacemos (o cómo lo debemos hacer) nosotros los Humanos: le damos gloria con nuestro Entendimiento y nuestra Voluntad. Para que un acto tenga mérito(s) necesita uno o varios esfuerzos y los esfuerzos se llevan a cobo mediante nuestra Voluntad, y se gobiernan o se rigen por medio del Entendimiento y son guiados por éste.
La Libertad se traduce en Frutos
Esos méritos que obtenemos con nuestro Libre Albedrío se traducen en Las Virtudes o Valores Cristianos que son los Frutos de nuestros actos iluminados por la Fe cuando los practicamos ordinaria y constantemente. Nuestra Vida es una excelente oportunidad y ocasión para conseguir las virtudes, y como consecuencia alcanzar la santidad y la dignidad delante de Dios y de los hombres. Existen 130 virtudes que los cristianos podemos y debemos poner en práctica, ¿ya las conoces o, cuando menos conoces las mas indispensables para nuestra salvación? Por un lado están las Virtudes Teologales (Fe, Esperanza y Caridad), después están las Virtudes Cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza) y por último, aunque también muy importantes está la gran miscelánea de las Virtudes Morales o Virtudes Humanas, entre las que tenemos la Laboriosidad, la Veracidad, la Sinceridad, la Pureza, la Castidad, la Magnanimidad, la Sencillez, la Modestia, el Pudor, la Generosidad, la Diligencia, la Humildad, la Perseverancia, el Orden, la Audacia, la Lealtad, la Paciencia, la Obediencia, la Sobriedad, sólo por mencionar algunas; si quieres conocerlas todas visita el siguiente vínculo: www.unav.es/tmoral/virtudesyvalores/index21.htm.
Estas 130 Virtudes las poseían de forma natural y espontanea Adán y Eva y nos las iban a heredar según los planes originales de Dios, sin embargo, como consecuencia de su primer pecado las perdieron junto con sus dones preternaturales, los cuales nunca recuperamos sus hijos, pero sí podemos recuperar esos Valores y ponerlos en Práctica.
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