Había aceptado la propuesta de matrimonio. Esta nueva vida que había elegido, quizás era momentánea o eterna, no lo sabía aún, el tiempo me daría la respuesta. Lo que sí sabía es que yo era un espíritu libre, con ganas de amar y ser amada. Pero sola o casada, jamás permitiría que mi libertad fuera condicionada. Yo sería libre siempre. Quería que lo intentaramos primero, vivir así, juntos, sin un documento de por medio. Él era demasiado conservador, y no lo veía con buenos ojos. Pero tenía que aceptar, tal vez con el tiempo me lo agradecería, quizás le estaba haciendo un favor...
Responder
|