En el siglo XV los Incas vivían en sur-américa, especialmente en la cordillera de los Andes. Se dedicaban principalmente al cultivo del maíz y papa. No conocían la moneda, sino que todo se pagaba con trabajo o intercambiando productos. Rendían culto al sol, a la luna y a la tierra. Los Incas recitarón lo siguiente a forma de verso o plegaria: "óyeme, desde el mar de arriba en que permaneces, desde el mar de abajo donde estás. Creador del mundo, alfarero del hombre. Señor de los señores, a ti, con mis ojos que desesperan por verte, o por una gana de conocerte, pues viéndote yo, conociéndote, considerándote, comprendiéndote, tú me verás y reconocerás: el sol, la luna, el día, la noche, el verano, el invierno. No en vano caminan ordenados, al señalado lugar. Y a buen término llegan. Por todas partes llevan contigo, tu cetro de rey. Óyeme, escúchame. No sea que me canse o que me muera"...
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