Al salir del Sanatorio mi panorama era distinto. A decir verdad tuve miedo de salir. Me costó trabajo cruzar las calles, tenía miedo, quizá es lo que pasa cuando se esta mucho tiempo encerrado. Había estado dos meses allí, así que no era fácil. De regreso a casa, observé a las personas, de un lado otro. No sabía su historia. Quién pensaría al verme que acaba de salir de un hospital psiquiatrico. Aun recuerdo con lágrimas la noche que volví a casa. Me hizé un juramento. Jamás entraría a mi vida otro hombre, jamás. Mis planes eran otros. Pero me encontré con él, y me dí una vez más una oportunidad, la última. Fuí feliz no lo niego, pero también fui muy desdichada. Estava equivocada. La relación terminó a las tres de la mañana. Habíamos ido a casa de su mamá y bebío, bebío mucho. Cuando llegamos a la casa, él comenzó a agredirme verbalmente, estava demasiado borracho. Me dijó que yo era una basura que él había recogido de la calle, puesto que yo no era ningúna señorita cuando él me conocío, que no sabía mi pasado así como todos los hombres que habían pasado por mi vida. Que no valía nada, que no tenía nada, que no tenía a nadie, que estava sola. Y que aparte de todo esto, estava enferma, que era una loca que tenía que consumir drogas para estar bien. Lo escuché pero no le creí. Fui muy clara, le respondí que yo venía de una buena familia, que tenía estudio, que tuve un empleo maravilloso por más de 16 años, que mi vida estava asegurada hasta el último día de mi vida. Que en lo que respecta a los hombres que había tenido en mi vida, quizá no se comparaban con las que él había tenido en la suya. Le dijé, yo tengo 34 años y tú 52, si yo he tenido o he tenido hombres a mis 34, que será de ti a tus 52. El amor se siente o no se siente. Y si tú no quieres estar aquí conmigo puedes irte. Lo que él quería es que yo obedecierá, según su respuesta no quería que tuvierá celúlar, ni que salierá, que me sujetará a lo que él dice. Yo no soy una mujer sumisa, nunca lo seré. Así que le dijé que no y él me golpeo. Hizé lo que tenía que hacer, llamé a la policía y se lo llevarón. Los policías fuerón múy amables conmigo, hacía mucho frío y me acompañarón de nuevo al departamento. Les pedí que lo llevarán a casa de su mamá, donde pusierón el grito en el cielo. Jamás volveré con él, jamás. Me llamó hace rato y me preguntó que si estava en la casa, que quería verme y hablar conmigo. Colgué...
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