Aunque los silogismos suenen a parvulario, los gais y lesbianas se sienten en el punto de mira. Judith Silberfield, periodista y fundadora del diario digital Yagg, siente que “los homófobos han tomado la calle”, y recuerda que “negar la igualdad de los derechos de los s*xual es pura y simple homofobia”. “Las protestas han usado los mismos argumentos que se utilizan en Estados Unidos, Reino Unido o Colombia, y allí no gobierna Hollande”, añade. “El odio a los s*xual nos ha hecho retroceder muchos años atrás. Ahora habrá que volver a hacer pedagogía en los colegios”.
Con las primeras bodas celebrándose por todo el país, y los primeros alcaldes haciéndose los locos para no cumplir la ley, la sensación es que la peligrosa simbiosis entre el integrismo religioso y el malestar social y político va más allá del matrimonio gay y anticipa tiempos peores. “Muchos franceses sienten que Hollande no es el capitán que necesita la nave”, dice Patrick Moreau, “y las redes sindicales y comunistas anuncian que en otoño habrá una doble movilización. La izquierda saldrá a la calle y la extrema derecha y la derecha populista también. Hollande lo pasará mal”.
Más apocalíptico es Jacques Attali, exministro de Economía con Mitterrand, que en su libro, Urgences françaises, pronostica que, si el Gobierno no hace rápidamente las reformas que debe hacer, los jóvenes liderarán “una nueva Revolución Francesa”. |