MORELIA, Mich., 10 de septiembre del 2009
Platica ofrecida en el patio principal de Palacio Municipal por las historiadoras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Lisset Rivera Reinaldos y Lorena Ojeda Dávila.
Pese a que en la época colonial y pre independentista de México, las mujeres tenían poca por no decir casi nula ingerencia en los asuntos sociales y políticos tambien tuvieron un papel imporante en el movimiento por la Independencia nacional.
Los estereotipos de las féminas a la mitad del siglo XIX y principios del XX en el México de las revueltas políticas por la emancipación de la Corona Española era, que las mujeres de clase alta debían parecerse lo más posible a la virgen María, se les veía como personas limitadas biológicamente para razonar, y únicamente tenía poder en cuestión de la moral.
Debían ser virtuosas, abnegadas, comprensivas, bondadosas y honorables, y sus maridos tenían la facultad de golpearlas si no cumplían con dicho estereotipo.
De alguna manera se comenzó a difundir el ideal femenino con las reformas borbónicas, que fueron una serie de cambios políticos, económicos, eclesiásticos y militares aplicados por los Borbones en el territorio de Nueva España.
Dichas reformas, que limitaron la participación política de los criollos, provocaron el inicio de las tertulias en que se discutía la soberanía de las ciudades gobernadas por los virreyes.
Las féminas de la época sólo tenían dos opciones: el matrimonio o el convento, de lo cual muchas mujeres optaron por la vida religiosa puesto que era un medio para estar más ilustradas y desarrollar su intelecto, ya que como esposas no tenían la posibilidad de opinar sobre los asuntos públicos o acceder a la educación.
Se menciona que había escuelas “de amigas”, en que algunas viudas les enseñaban a leer, matemáticas avanzadas y cómo comportarse en sociedad. También recibían la llamada educación de adornos, en que aprendían otros idiomas y algunos temas de geografía, elementos que les servían para conseguir un buen marido.
Fue también durante ese periodo que surgió el afamado “Manual de Carreño”, en que se instruía a las mujeres sobre las conductas que debían adoptar en público y hacia los varones.
Asimismo, las historiadoras relataron breves biografías sobre mujeres que tuvieron participación en el movimiento de Independencia, como doña Josefa Ortiz de Domínguez, quien se involucró directamente en la lucha, Sor Juana María de la Purísima Concepción Michelena, quien desde el claustro mantenía correspondencia con sus hermanos; Gertrudis Bocanegra, que sirvió de correo a los insurgentes aun y cuando perdió a su esposo e hijo; o doña Josefa Huerta y Escalda, esposa de Manuel Villalongín, que fue forzada a delatar a su marido.
También hicieron remembranza a las madres que mediante la educación inculcada a sus vástagos, criaron a los que años después fueron héroes nacionales, como Ana María Gallaga, mama de Miguel Hidalgo y Costilla; Juana María Guadalupe Pérez Pavón, progenitora de José María Morelos y quien inculcara a éste el valor del trabajo y el esfuerzo; y Rafaela López Aguado de Rayón, cuyos cinco hijos lucharon por la Independencia.
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