Pero una cosa es cierta: no me atrevo a juzgarte. Sé que cuando uno ve las cosas desde fuera, cuando uno no se siente complicado en ellas, es muy fácil proclamar que es lo malo y que es lo bueno. Pero cuando uno está metido hasta el pescuezo en el problema (y yo he estado muchas veces así). Las cosas cambian, la intensidad es otra, aparecen hondas convicciones, inevitables sacrificios y renunciamientos que pueden pueden parecer inexplicables para el que sólo observa.
Todos tenemos una debilidad, sea por alguna adicción de la índole que sea, puede ser de sustancias o de doctrina o un compromiso, y eso te hace cometer errores en la actualidad no estoy comprometido con nada sustancial.
Lo que he aprendido es que no te puedes fiar de nadie.
Te podrás dejar engañar a sabiendas, porque la vida es así, está llena de traiciones.
Lo inevitable así es, inevitable, pero hay épocas que no te han dejado elegir, en mi caso ha sido así, y cuando he podido evitarlo han abusado de mi bondad, por eso hay que ser precavido, porque muchas cosas que he aprendido son por causas que ya no tienen remedio.