El ser humano ha salido a explorar otros mundos sin haber explorado su propio laberinto de pasajes oscuros y camaras secretas. Sin encontrar lo que yace tras las puertas que el mismo ha sellado
«El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo. Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: “Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él»
Que hermosa noche, no hay nada mejor que dormir mientras llueve. La lluvia es maravillosa, me encanta.
Siempre creí que la lluvia y yo nos reconciliaríamos. Porque en mi vida no he visto algo más hermoso que la tormenta.
Sabía que cualquier día, cualquier noche, ella y yo nos volveríamos a encontrar. Nunca estuve más feliz que descubrir que volvía a disfrutar de la lluvia.
La lluvia y yo, juntas en la noche, como si nada, como si nadie, como si nunca
La profundidad de lo que nos plantea Marha tiene la dificultad de que puede entenderlo quién está sumergido en un contexto como el que tiene ella. Ya sabemos que quién quiere banalizar todo o quiere sobresalir con un tema tan delicado, sólo payasea, mientras que no ve el drama y la dificultad. Martha escribe porque tiene la necesidad de explayar lo que siente. Ayuda quién tiene oídos, quién acompaña, quién entiende.
Difiero... Yo creo que si lo hace con intención de molestar, de reventar los hilos. ¿"Eda" Tilin?
Concuerdo con Silueta, tiene toda la intención de hacerlo. No cambiará, tiene una obsesión metida en la cabeza. Lo único que se le pide es que no escale a agresiones.
Miren, si el tipo me dice maixtro, pues lo tomo de él. Sé quién es él, su lugar y su capacidad. No me afecta, le señalo su burdo menosprecio solamente.
No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu s*xo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad ca.liente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.