La proliferación de antiguos Jesuses incluye:
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Jesús ben Sirach.
Este Jesús, según se dice fue autor del Libro de Sirach, (llamado también Eccesiaticus, o la Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirach), parte del Viejo Testamento Apócrifo. Ben Sirach, escribiendo en griego circa 180 a.C, juntó la “sabiduría judía” y los héroes de estilo homérico.
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Jesús ben Pandira.
Hacedor de milagros durante el reino de Alejandro Janneus (106-79 a.C.), uno de los más implacables reyes macabeos. Se lanzó imprudentemente en una campaña de profecías sobre fin de los tiempos, que ofendió al rey. Halló un prematuro fin de los tiempos colgado de un árbol – y la víspera de pascua. Investigadores han especulado si él fundó la secta esenia.
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Jesús ben Ananías.
A partir del 62 d.C, éste Jesús causó disturbios en Jerusalén, con un repetido “mantra” de “Lástima sea de la ciudad”. Profetizó vagamente:
“Una voz del este, una voz del oeste, una voz de los cuatro vientos, una voz contra Jerusalén y la casa sagrada, una voz contra los desposados, una voz contra el pueblo todo.” – Josefo, Guerras 6.3.
Arrestado y azotado por los romanos, le soltaron como un loquito inofensivo. Murió durante el sitio de Jerusalén golpeado por una piedra arrojada por una catapulta romana.
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Jesús ben Safat.
Durante la revuelta del 68 d.C. que causó estragos en Galilea, éste Jesús dirigió a los rebeldes en Tiberíades. Cuando la ciudad estaba por caer bajo las legiones de Vespasiano, huyó hacia el norte a Tariches sobre el mar de Galilea.
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Jesús ben Gamala.
Del 68/69 d.C. éste Jesús era dirigente del ‘Partido por la Paz’, en la guerra civil que destrozaba a Judea. Desde los muros de Jerusalén, había protestado contra los sitiadores idumeos (dirigidos por ‘Jaime y Juan, hijos de Susa’). No le valió de nada. Cuando los idumeos se tomaron los muros, fue muerto, y sus despojos arrojados a los perros y aves carroñeras.
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Jesús ben Thebuth.
Un clérigo quien, durante la capitulación final de la parte alta de la ciudad en 69 d.C, se salvó entregando los tesoros del templo, que incluían dos candelabros sagrados, copas de oro puro, cortinas y hábitos sagrados de los altos sacerdotes. El botín figuró prominentemente en el Triunfo celebrado por Vespasiano y su hijo Tito.
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