Hace poco se burló de bazookazo de Prepa 3 el 30 de julio de 1968. Explico el suceso al amigo Doonga, para que una vez más dimensione la estupidez del contador.
El movimiento estudiantil de 1968 fue provocado por el uso excesivo de la fuerza de la policía antimotines (En México se llaman granaderos) contra la Vocacional 5 (Escuela de educación media superior del Politécnico). La fuerza se empleó de manera indiscriminada contra estudiantes y profesores de la escuela, pretextando un pelito en las inmediaciones entre algunos estudiantes de esa vocacional y otra particular.
La mayoría de la vocacional protestó y a ella se sumaron las otras vocacionales del Politécnico quienes realizaron una marcha por el centro de la Ciudad el 26 de julio de 1968, día que coincidió con el aniversario de la revolución cubana.
De nuevo la policía embistió en el centro de manera indiscriminada consiguiendo golpear no sólo a los adolescentes del IPN, sino a los preparatorianos (estudiantes de educación media de la UNAM) cuyas escuelas se encontraban ubicadas en 3 casos en el centro (1, 2, 3 y la 7). La respuesta fue el amotinamiento de los preparatorianos en el centro quiénes mantuvieron en jaque a la policía el 27, 28 y 29 de julio derrotando a los granaderos sucesivamente en el centro.
El gobierno mexicano, incapaz de resolver las cosas por la vía del diálogo, pues el agravio y el uso de la fuerza de manera irracional había ocasionado el conflicto, piensan como el cerdo, decidió usar la fuerza y como la policía había sido desbordada, metió a la fuerza élite del ejercito mexicano, el batallón de paracaidistas que tomaron por la fuerza a bayoneta calada las preparatorias del centro y algunas de los alrededores. La Prepa 3, que se ubicó en el turno nocturno de la antigua escuela de San Ildefonso (Jesuita) cerró las puertas a los soldados. El ejercito voló la antigua puerta de San Ildefonso con un proyectil de bazuca y tomó la Preparatoria. Las crónicas de prensa lo refieren así:
Cita: | Ciudad de México, 30 de julio de 1968.- El reloj marca cinco minutos después de la una de la mañana del 30 de julio. Entre el piquete de soldados que viste uniforme de campaña en pleno centro del Distrito Federal, muy cerca del Zócalo, destaca uno en particular. No es ni alto, ni bajo, ni tiene algo en especial que llame la atención, salvo que lleva armamento que en México sólo se veía en el cine: una bazuca.
En los periódicos de este martes quedará su imagen inmortalizada malamente: en ella se aprecia cómo, con ambas manos, el soldado, un fusilero paracaidista, carga con delicadeza su instrumento bélico. Pronto apretará el gatillo y destruirá el portón de madera labrada de la preparatoria 1, una joya del barroco colonial del siglo XVIII que había sobrevivido a las guerras de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
El momento en que el proyectil impacta la puerta de la preparatoria 1 marca otra etapa en el conflicto: la presencia militar en la desmesurada violencia oficial contra lo que ha empezado a llamarse “el movimiento estudiantil”.
La escalada represiva ha dejado el azul de los granaderos de la policía local para teñirse del verde de los cuarteles militares.
Y de rojo. Para teñirse del rojo de la sangre de los estudiantes.
Un joven que presencia los hechos del otro lado del portón destrozado, explica que la noche anterior, ante el temor de que los granaderos o militares intentaran abrir por la fuerza, los jóvenes colocaron algunos muebles contra el portón de San Ildefonso pero, con ellos, también se agolparon como si fueran barricada, pensando que los soldados sólo empujarían. Nadie imaginaba que dispararían desde una bazuca.[1]
“La enfermería del plantel estaba tinta en sangre. Paredes, pisos, techos, mobiliario, puertas y ventanas fueron mudos testigos de los sangrientos hechos”, detalla El Universal.
Los fotógrafos de prensa también ven cómo los soldados la emprenden a culatazos y patadas con los estudiantes capturados en la preparatoria de San Ildefonso, haciéndolos rodar por las largas escaleras que desembocan en el patio principal. No pueden tomar fotos adentro de la escuela, les han quitado las cámaras. Así que nada más pueden contar cómo a los jóvenes detenidos se les hace pasar lentamente entre dos filas de agentes secretos y granaderos que los golpean con palos, varillas y macanas.[2]
Con el bazucazo de esta madrugada se ha creado un ambiente de estupor y alarma en la ciudad y las escuelas.[3] La impresión es que dos días de choques desiguales entre estudiantes –principalmente preparatorianos y de las vocacionales– contra policías preventivos no justificaban tal demostración de fuerza militar.
Sin el presidente, Echeverría pide la intervención del Ejército
El secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, decide actuar ante la ausencia del presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien se encuentra en Jalisco, y toma decisiones por su cuenta, sin consultarle.
A las 00:30, Echeverría solicita la intervención del Ejército, argumentando, sumamente alarmado, que la policía del Departamento del Distrito Federal era “impotente para someter a los estudiantes”, quienes podían “asaltar las armerías del primer cuadro”.[4]
El secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán, da la orden. Un convoy de tanques ligeros, jeeps equipados con bazucas y cañones de 101 milímetros, y camiones de transporte de tropas de la Primera Zona Militar sale del Campo Militar Número 1 hacia el centro de la ciudad.
Avanza en la oscuridad por el Periférico hasta la glorieta de Petróleos, sigue por Reforma. Desde ahí, los soldados marchan hasta las cercanías del Zócalo. En Seminario y Argentina, 650 soldados del Batallón de Fusileros y Paracaidistas, con el refuerzo de la Policía Militar, se parapetan frente a San Ildefonso y apuntan la bazuca hacia la puerta principal del edificio.
A las 0:45 llegan las fuerzas aerotransportadas al mando del general José Hernandez Toledo y, también, siete vehículos powers y cinco camiones Dina. Los elementos de aerotransportación se distribuyen en las calles de Moneda y Seminario, y de Argentina y Guatemala.[5]
Los jefes militares dan un ultimátum a los estudiantes atrincherados adentro para que abandonen el edificio. Como no hay respuesta, disparan la bazuca, tiran la histórica puerta de San Ildefonso y ocupan el edificio que aloja a la preparatoria 1.
En tanto, en la preparatoria 2 los soldados disparan un balazo al candado que aseguraba la puerta y proceden a ocupar las instalaciones.[6]
Soldados bajo las órdenes del general Crisóforo Mazón Pineda entran a los planteles a bayoneta calada. Los estudiantes intentan huir, pero su fuga es cortada por los granaderos, que los esperan afuera. En conjunto informan que hay un centenar de detenidos.
Los reporteros observan que muchos de los estudiantes que son sacados de las escuelas se encuentran muy golpeados.
En poco más de dos horas ha quedado en manos del Ejército la Plaza de la Constitución, donde se estacionan algunos tanques. Los militares bloquean las calles 16 de Septiembre, 5 de Febrero, 20 de Noviembre, Tacuba, Pino Suárez, Moneda, Corregidora, Guatemala y 5 de Mayo. No se detienen. Toman, además de las preparatorias 1 y 3 de San Ildefonso, las preparatorias 2 y 5 de la UNAM, y las vocacionales 2 y 5, en la zona de la Ciudadela, en donde los estudiantes, antes de que entre la tropa, cantan el Himno Nacional.[7]
A las 2:30 el Ejército tiene el control absoluto y las escuelas han sido desalojadas por completo. No sólo ha sido una operación cruenta[8] sino difícil de creer.
Mientras el ejército ocupa las escuelas, en la Facultad de Filosofía de la UNAM se realiza una reunión de representantes universitarios que mantiene contacto telefónico con los estudiantes en el centro de la ciudad. En un momento se corta la comunicación y en su lugar se empiezan a recibir las primeras noticias. La preocupación crece, pero nadie cree realmente la versión de que se había usado una bazuca para derribar el portón de San Ildefonso.[9]
A las tres de la madrugada irrumpe en la reunión un estudiante herido que había logrado escapar. Después de que relata lo ocurrido se comienza a tomar conciencia plena del nivel de violencia utilizado.
A las cuatro, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) de la Secretaría de Gobernación difunde que hay “34 lesionados en el Hospital de Traumatología de Balbuena y 21 en la Cruz Roja, entre estudiantes, policías y personas ajenas al conflicto, pero que se vieron involucradas en el mismo”.[10]
Las policías Preventiva y Judicial emiten un boletín en el que señalan que “no se ha registrado ningún caso de muerte en relación con los disturbios estudiantiles. Respecto al estudiante de primer año de Comercio Federico de la O. García, la autopsia reveló como causa de su muerte una hemorragia craneal no traumática”.
Sin embargo, medios como Ovaciones y Últimas Noticias publican otros dictámenes “oficiales”, con causas de muerte distintas y hasta absurdas, como haber ingerido una torta descompuesta un hora antes de los enfrentamientos o el susto que le causó casi ser atropellado, cuando no había autos criculandoen el primer cuadro.
El Universal da cuenta de más de mil detenidos y 400 heridos hospitalizados. |
Este hecho provocó la huelga nacional de instituciones de educación superior en 1968, lo que se conoce como el movimiento estudiantil de 1968 en México.
Un imbécil como el contador, que pasará desapercibido en la historia, se atreve a aplaudir este hecho. es tan irresponsable como cuando aplaude a Pinochet. La verdad merece no ser tomado en cuenta.
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