Me casé joven pero la relación no funcionó. En mi familia no hay divorcios, así que rompí el esquema.
Mi matrimonio fue muy difícil, casi de inmediato mi propia familia me aconsejó que me divorciará. Siempre he sido distinta, he roto los moldes. Me separé cuando supe que era mi decisión, que era lo que quería y que a nadie culparía por ello. Asumí la responsabilidad de éste divorcio.
Han pasado diez años y no me arrepiento un solo día de la decisión que tome. Mi familia me ha señalado desde entonces, pese a que me aconsejaban que lo hiciera. Dentro de mí lo sabía, así que espere.
Desconocía para esto, que padecía el trastorno límite de la personalidad. La información nunca llega tarde, pero me hubiera gustado saberlo antes.
Que puedo decir...
Hago lo que pocos se atreveran.
Responder
|