Una de mis mejores amigas tiene un nieto de cinco años que se llama Ernesto. De cariño le decimos Neto. Andrea, mi amiga. Me platicó hace rato que tenía un nudo en la garganta. Ernesto no tiene dedos en una de sus manos. Andrea y él estaban acostados, mientras ella estaba en su celúlar y él en su tableta. Ella me contó llorando que Neto dejo de digitar y que la miró al mismo tiempo que le preguntaba: Abuelita, ¿cúando sea grande me van a crecer los dedos?. Ella me dijó con lágrimas en los ojos que de momento no supo que contestarle pero que se hiso fuerte y le respondió: tú naciste así mi amor, así saliste de la barriguita de tú mamá. Te prometo que vámos a ír al doctor para que nos diga si puede ayudarnos ok. Dice que Neto le sonrío y que le dijo, ok. Para mí los niños son como las estrellitas en el cielo, alumbran toda la oscuridad. No puedo consultar a Neto. Pero me comprometí conmigo, a partir de la fecha a darle sus domingos y abrazarlo cada que lo vea. Darle todo el amor que un niño como él necesita. Te quiero Ernesto. Martha
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