“Si llega un técnico extranjero a Brasil dirían: "qué vergüenza". Entonces me coloco en el lugar de otros. Y no soy ególatra, no necesito eso. No fue una invitación, fueron tres" Durante el Mundial de 1994, como auxiliar de Miguel Mejía Barón, aprendió a “disciplinar estrellas egoístas”, y aseguró que, al no ser una persona de ideas duras, no había tomado al equipo nacional.