Carta de despedida a los mexicanos
1821
Servando Teresa de Mier
Al volver del otro mundo, que casi tanto vale salir de los calabozos de la Inquisición, donde por así conviene me tuvo archivado tres años el gobierno, me hallé con una gran variación en la ortografía y excluida la x del número de las letras fuertes, por más que la reclamase el origen de las palabras. Como la Academia Española había encargado que no se desatendiese éste enteramente, aunque se procurase conformar la ortografía a la pronunciación; y por otra parte no sólo veía incompleto el sistema de reforma, sino que en unos impresos la j era ya la única letra gutural, en otros alternaba la g con las vocales e i, creí que toda esta novedad vendría de los impresores. Hallándose cargados de obra con la libertad de la imprenta, y no sabiendo distinguir el origen de las palabras para distribuir las tres letras guturales, habrían echado por el atajo. Pero unos me han dicho que esto provenía de la misma Academia Española en su última ortografía, otros que no tal, sino que sólo proviene de los editores del Diccionario de la Academia que han adoptado el sistema promovido de algunos gramáticos modernos para no atender sino a la pronunciación. Encerrado en este Castillo no he podido apurar la verdad.
Preguntando en fines del siglo pasado a un grande literato español, por qué no se sujetaba a las reglas de la gramática y ortografía de la Academia, me respondió que cuando salieron a luz esas obras, ya habían muerto todos los hombres grandes que había en ella. Yo no quiero decir que ahora tampoco los haya, sino que en el país de las letras no estamos obligados a besar otro cetro que el de la razón, y espero a ver las que los novadores hayan tenido en el asunto. Yo profesé la lengua española en París y Lisboa, he meditado mucho sobre ella, he llegado a fijar su prosodia, y tengo muchas razones que oponer contra esas novedades inútiles, y especialmente contra la extensión que quiere darse a la j tan fea en sus pronunciación como en su figura, tan desconocida de los latinos como de los antiguos españoles, que nos dificultará el aprendizaje del latín y de sus dialectos europeos. En cuanto tenga lugar expondré mis razones.
Como quiera que sea, esta carta se reduce a suplicar por despedida a mis paisanos anahuacenses recusen la supresión de la x en los nombres mexicanos o aztecas que nos quedan de los lugares, y especialmente de México, porque sería acabar de estropearlos. Y es grande lástima, porque todos son significativos, y en su significado topográficos, estadísticos, o históricos.
Los primeros misioneros, para escribir la lengua nahuatl o sonora que llamamos mexicana, se acordaron, según Torquemada, con los indios más sabios creados en el Colegio de Santiago Tlatilolco, y como su pronunciación tiene dos letras hebreas, sade y scin sustituyeron en su escritura por aproximación a la primera tz y a la segunda x suave. Pero como para suavizar ésta aún no estaba adoptado el acento circunflejo sobre la vocal siguiente, y los conquistadores eran en su mayoridad extremeños y andaluces, o árabes en su pronunciación, pronunciaron fuerte todas las x escritas por los misioneros, y llenaron de letras guturales los términos que adoptaron de la lengua mexicana, la cual no admite alguna.
Por eso pronunciaron los españoles México (Méjico), aunque los indios no pronuncian sino México (Mescico) con la letra hebrea scin. Y es un dolor, mexicanos, que italianos, franceses, ingleses y alemanes pronuncien mejor que nosotros el nombre de nuestra patria, pues nadie fuera de nosotros, pronuncia México con letra gutural. En todo caso, paisanos míos, sigamos a escribírlo con x, o para llegar con el tiempo, si la nueva ortografía predomina, a pronunciar como se debe éste y los demás términos mexicanos, o para no echar en olvido enteramente una de nuestras mayores glorias. Si, México con x suave como lo pronuncian los indios significa: donde está o es adorado Cristo, y mexicanos es lo mismo que cristianos.
Desde luego se encuentra la palabra entera Mescicho, como la pronuncian los indios, en el verso 2 del salmo 2 hebreo, donde la Vulgata tradujo Christum eius, su Cristo. Clavigero, con todo, cree que la partícula co de México es la mexicana que significa donde, y haciéndose cargo de las diferentes interpretaciones que se han dado al nombre de México por las palabras metl maguey, o metzi, luna o mes, de que puede estar compuesto, resuelve que el verdadero significado se ha de colegir por la historia mexicana, y según ella lo que debe significar es: donde está o es adorado Mexî, o Mexitl.
¿Y Mexî, pregunto yo, qué significa? Pronunciado como lo pronuncian los indios es una palabra hebrea, que significa lo que tomándolo del latín unctus llamamos ungido, tomándolo del griego Chrestous llamamos Cristo, y tomándolo del hebreo Mesci llamamos Mesías.
¿Y en inteligencia de los mexicanos qué significaba Mexî? La historia también es quien nos lo ha de decir con certeza. Mexî era un hombre-dios, llamado por otros nombres el Señor de la Corona de Espinas Teohuitznáhuac, el Señor del paraíso Teotláloc y otros, al cual concibió por obra del cielo una virgen llamada santa María Malintzin, y lo parió sin lesión de su virginidad hecho ya varón perfecto. Foemina circumdabit virum. Así lo cuenta el padre Torquemada.
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