Ella puede ser castigada a apagar una multa equivalente hasta 48 meses, pero el facultativo puede ir a la cárcel. Como ambos castigos van unidos, la ley es suficientemente disuasoria.
Por eso y para evitar esas situaciones casi todos los paises tienne en vigor una ley de plazos.
En cualquier caso tienes mal gusto y además cometes adúlterio. ¡A la cárcel contigo!
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La nuevas ley de Gallardón
Para las mujeres que optan por esa medida –salvo descerebradas–, me consta que es igualmente un horror, algo que jamás toman a la ligera, que les deja indeleble huella y a veces no escasos problemas de conciencia. Pero es su conciencia la que debe bregar con su decisión, no el Estado mediante leyes crueles, inspiradas en la doctrina de la Iglesia. Para ésta todo aborto es un asesinato, en cualquier fase y circunstancia y supuesto. También hubo curas, en el pasado, que se empeñaban en inyectarles el bautismo a los fetos para cristianizarlos desde su concepción … Para el resto de la sociedad la cuestión no está nada clara, y sí lo está, en cambio, que constituye sadismo obligar a dar a luz a una criatura que no va a sobrevivir o que estará condenada a una existencia de padecimientos, operaciones sin fin, graves malformaciones que la harán maldecir cada hora de su precaria vida. Con la agravante de que el actual Gobierno dice “proteger” al no nacido, pero se desentenderá de ese ser en cuanto haya nacido: ya no hay ayudas a la “dependencia”, ni sanidad cabalmente pública.
“Proteger” a lo que es sólo un embrión, y desamparar al niño y al adulto resultantes, es algo sólo comprensible desde la malevolencia, el dogmatismo de una confesión, el ansia de castigar lo que esa confesión reprueba. Para mí, en todo caso, no es lo mismo interrumpir algo iniciado que evitar su inicio. Y sin embargo esa Iglesia condena igualmente las precauciones y los anticonceptivos, no lo olvidemos. Ningún Gobierno puede legislar al mero dictado de una religión hierática, desoyendo las dudas y la conciencia de los ciudadanos. A no ser que se trate de un Gobierno islamista, claro está, que no entiende ni acepta la separación entre Iglesia y Estado. Sin la que no hay democracia que valga, desde hace ya más de dos siglos. Eso es lo que retrocedemos, se dice pronto.
(De "El Pais")
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