Llamaba: El Circo de los Milagros, a todas las iglesias cristianas que se jactaban de grandes proezas y milagros, en el nombre de Jesucristo. Observaba de cerca como las personas entraban en una especie de catarsis al ser tocados por los representantes del ministerio. Al ser tocados, se echaban de espaldas con una fuerza sorprendente, parecían piezas de un dominó que caen una tras otra. Me ponía nerviosa al ver todo eso, me parecía idolatría. Efraím así como miembros de su propia iglesia, se comportaban como si me hicieran un gran favor con recibirme, era una mundana mientras no fuera bautizada dentro de la iglesia. Cuando la gente subía a la tribuna para dar testimonio, confesaban que habían sido ladrones, asesinos, adictos, prosti*, etc. Y que Cristo en su infinita misericordia los había convertido en una nueva criatura. Para Efraím era difícil lidiar conmigo, habíamos discutido porque lo escuché decir que a diario le pedía perdón a Dios por estar conmigo... -Por favor, Efraím. Esta "ciudadana del mundo" no ha tenido cuatro divorcios como tú, ni mucho menos quince hijos con diferentes personas. No he matado a nadie. Que bueno que Dios los hizo criaturas nuevas, si no imagínate
Responder
|