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Opus: Inexplicable afán de grandezas

MensajePublicado: Jun 19 2014    Título: Opus: Inexplicable afán de grandezas
Incredulo | | Invitado

Inexplicable afán de grandezas (1 de abril, 1999)

Hace algunos días me preguntabas sobre los afanes de grandeza del fundador del Opus Dei. Dices que te han contado que todo le gustaba de alta calidad; que se tomaba un interés muy personal en la elección del mobiliario y de los accesorios de las casas de la institución, que los detalles de decoración le preocupaban hasta llevarle de coronilla, y que le atraía la riqueza y hasta la opulencia.
Creo que ya te he dicho que no traté nunca personalmente a monseñor Escrivá, ni he vivido cerca de él. Sí que he tenido ocasión de conocer a ex socios y ex socias mayores, que le sirvieron durante años, y que afirman que todo esto que me dices es cierto, como cierto es también que hasta 1940, su familia era Escrivá y Albás y, a partir de esa fecha, argumentando que Escrivá era un nombre demasiado común para distinguirle, solicitó que en el futuro se les conociera como Escrivá de Balaguer y Albás; como a partir de 1960, dejó de ser José María para pasar a ser Josemaría y en 1968, solicitó y le fue concedido el título de marqués de Peralta.
"Tanto afán de grandezas humanas -dice M. Angustias Moreno con expresión dolorida-; por mucho que en la teoría haya querido dejarnos eslóganes contrarios. No le gustaba su origen sencillo de cura de pueblo, ni su familia humilde ni su casa natal, pobre y sencilla, que hizo derribar para hacer otra regia y señorial. A sus padres hacía que cada vez los pintaran más góticos. Consiguió sacar dos títulos para que los heredara su hermano y realzar así el entorno familiar... Todo tan opuesto a lo que los verdaderos hombres de Dios nos han venido ofreciendo" [M.A. MORENO, La otra cara del Opus Dei].

El tema del derribo de la casa familiar dio mucho que hablar, no sin razón. Cuando uno viaja, por ejemplo, a Palma de Mallorca, y se acerca al lugar donde nació fray Junípero Serra, puede contemplar allí su casa conservada; la propia de una modesta familia de payés mallorquín. Y lo mismo ocurre con el hogar donde, nació Jacint Verdaguer, que puede visitarse en Folgaroles (VIC).
También la casa de Federico García Lorca -la última vivienda natal de un personaje conocido que he tenido ocasión de ver- está tal cual. Es una casa de campo, a la antigua usanza, con sabor provinciano, situada en el municipio de Fuentevaqueros, su pueblo natal. Allí hay platos de cerámica popular, viejas ollas, de cobre hechas por los gitanos en las cuevas de Granada, los bocetos a lápiz realizados por Federico para sus obras teatrales, los homenajes de sus amigos pintores, una habitación casi monacal en la que el poeta escribía con una imagen de la Virgen de las Angustias presidiendo el lecho, y el piano en el que García Lorca tocaba piezas de folclore andaluz que sin él se habrían perdido.
La casa de José María Escrivá, por el contrario, la volaron por orden propia, para en su lugar construir otra con más pompa y que nada tiene que ver con la que fue la original de su niñez y juventud.
Todo lo que hacía referencia al Padre se adornaba cada día un poco más: sus años de infancia y juventud, la pérdida de la fortuna familiar, la entrega incondicional de los suyos a la Obra a la que "habían dado todo", su brillante carrera de Derecho, sus consistentes estudios de Teología, su sólida formación intelectual...
Recuerdo el gesto de sorpresa y la indignación de una numeraria que había conocido de cerca a la mama y a los hermanos del Padre, cuando vio en un Noticias (publicación interna de la sección femenina del Opus) la foto en color de un cuadro que un miembro de la Obra había pintado siguiendo las indicaciones de Escrivá. Se trataba de un óleo en el que aparecían las figuras muy estilizadas de un hombre y una mujer, perfectamente vestidos y con aspecto de grandes señores ambos. La numeraria a la que me refiero, que conocía a fondo a la "abuela y a tía Carmen" -era como se llamaba a la mama y a la hermana de Escrivá-, no salía de su asombro, y comentó:
"¡Qué barbaridad, a medida que pasa el tiempo nos los presentan cada vez más estilizados y con mayor pompa! Si la abuela levantara la cabeza sería la primera en no reconocerse ni por el forro". Y añadió, como pensando en alto: "Pero ¿por qué ese empeño en presentar a un sencillo matrimonio de Barbastro como si ambos fueran miembros de grandes familias? Una de dos, o los que rodean al Padre no cesan de darle coba y le adulan fomentando sus delirios de grandeza, o es él quien impone sus propios delirios, y los que le rodean, temerosos, no se atreven a rechistar. De una u otra forma, esa deformación de la realidad me parece ridícula Y bochornosa, y desde el punto de vista de los valores del espíritu, un engaño y un timo".

Ni que decir tiene, que tan rotundo y contundente comentario me tambaleó por dentro y me dejó sumida en el más profundo silencio.

SER MUJER EN EL OPUS DEI
Autora: Isabel de Armas

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