Me refiero a los enemigos que nos impiden ganarnos el Cielo, los que nos impiden ser buenos hijos de Dios, no a los que hacen sufrir al alma, porque el sufrimiento es muy bueno y muy prvechoso.
¿Agradable o Bueno?
Es muy habitual la aberración de pensar que todo lo agradable es bueno (lo cual es el
principio fundamental del hedonismo). Veamos por qué es una aberración.
La función o el fin de nuestra voluntad es impulsarnos o hacer que nuestra vida tienda hacia
lo bueno, y la función o el fin de la inteligencia (o más bien del entendimiento) es distinguir lo
bueno, lo que realmente es bueno de lo malo o, lo que es más importante, distinguir lo
bueno de lo que parece bueno pero no lo es (lo cual es muy usual, sobre todo en una
sociedad hedonista), aunque es muy importante que la inteligencia esté iluminada por la fe,
ya que de esta forma la fe “convierte” a la inteligencia en entendimiento, principalmente
porque la inteligencia por si sola es bastante limitada, sobre todo en los asuntos que son
trascendentales (aquellos que van a prevalecer después de nuestra muerte), ya que la fe
nos permite conocer con la mayor perfección y plenitud posibles lo que nos conviene más,
principalmente en lo que se refiere a nuestra salvación y a darle gloria a Dios. A
continuación se muestra un cuadro sinóptico de las Potencias del Alma, las cuales son la
base de nuestra Libertad y que nos distinguen de los demás seres materiales, y que además
nos hacen Semejantes a Dios:
El Alma tiene dos potencias:
⇒ Voluntad y
⇒ Entendimiento.
Y el Entendimiento a su vez se conforma por:
~ Fe y
~ Razón.
Y la Razón se divide en tres partes:
Inteligencia
Imaginación y
Memoria
El entendimiento nos dice qué cosas son buenas y la voluntad nos impulsa a conseguir
esos bienes. Como ejemplo tenemos: tanto el “alcohol” en exceso como el “s*xo”
desordenado y otros placeres materiales son agradables y son atractivos para la
Voluntad, ya que ésta (la Voluntad) tiende a adherirse a “todo” lo que parece bueno, y
lo agradable siempre parece bueno, lo agradable (aunque no todo) es como un
espejismo en nuestro camino hacia nuestra meta que es La Gloria, pero a pesar de ser
agradable en muchos casos nos hace daño en nuestra alma y nos hace enemigos de
Dios porque, esos ejemplos del s*xo y del alcohol desordenados, al igual que otros
muchos casos semejantes son cosas que van contra la Moral: no por ser agradables
estas y otras cosas son buenas, ya que al analizarlas con nuestro Entendimiento, nos
damos cuenta de que van en contra de la las Reglas que nos hacen Libres, y por lo
tanto nos alejan de Dios y lo ofenden y nos desvían de nuestro fin último y más
importante: el Cielo. De cualquier manera hay cosas que son buenas y que también son
agradables.
Como dice el “dicho” popular: “no todo lo que brilla es oro”, así mismo: no todo lo que
es agradable es bueno.
Entonces: ¿qué es lo bueno? En resumen “Lo Bueno” es hacer las cosas de acuerdo con los
fines para los que fueron hechas, lo cual nos hace libres.
¿Sabes lo que es el hedonismo, y por qué es malo? ¿Sabías que está muy de moda en
nuestros días?
El hedonismo es una corriente filosófica que se basa en la idea de que lo único bueno es lo
agradable, busca exclusivamente la comodidad y el bienestar materiales y por lo tanto es
una ideología que propone huir sistemáticamente del sufrimiento, del dolor, del sacrificio y
en general de cualquier forma de contrariedad o de mortificación o de cualquier esfuerzo
moral o esfuerzo físico, sin tener en cuenta que La Mortificación es una forma de Oración
que hacemos con nuestro cuerpo y que consiste en hacer a Dios pequeñas ofrendas
mediante pequeñas renuncias a nuestros gustos que representan algo desagradable para
nuestro Cuerpo, o incomodidades tales como comer un poco (o no tan poco) de un
alimento que no nos agrada, o comer menos de los alimentos que nos agradan, o retrasar
un vaso de agua por unos minutos en vez de tomárnoslo inmediatamente cuando tenemos
sed, o sonreír a una persona que no nos cae bien, o continuar trabajando o estudiando un
rato más cuando ya estamos cansados, o ayudar a alguien en vez de serle indiferente, o
dejar de ver una novela o un partido de futbol que nos agradan bastante, etc. .
En general se trata de hacer pequeños actos de voluntad en cosas que nos representen un
esfuerzo extra o una renuncia o una expiación, etc., que son agradables a Dios y que por
supuesto Él nos sabrá retribuir.
Asimismo se pueden mortificar la inteligencia, la voluntad la imaginación, la vista y el oído,
incluso hasta nuestras tareas también se pueden mortificar. Además hay algunos sufrimientos
pequeños (o no tan pequeños) que Dios nos hace pasar inesperadamente, tales como las
enfermedades o la muerte de algún ser querido, y podemos aprovechar esas oportunidades
para ofrecérselos a Él; pero además cada uno de nosotros podemos buscar voluntariamente
otras molestias o contrariedades para desagraviar nuestros pecados y/o los de nuestro
prójimo.
Por otro lado el Sacrificio, a diferencia de la Mortificación consiste en entregar a Dios
ofrendas relevantes o renuncias significativas, molestias o contrariedades considerables, o
sufrimientos notables; es tan importante que solo se debe y se puede practicar con la
autorización y supervisión de un director espiritual y no se puede producir ordinariamente ni
cuando se nos ocurra. Un ejemplo es el Ayuno, el cual solo se pone en práctica 2 veces al
año: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
Igualmente durante nuestra vida Dios nos ofrece muchas oportunidades para poner en
práctica mortificaciones y sacrificios tales como la pérdida de empleos o de pertenencias,
malos entendidos, difamaciones, calumnias, fracasos, etc., y son ocasiones de responderle
con generosidad. En general la Mortificación y el Sacrificio son ocasiones de responder a
Dios con generosidad y conformándonos con su voluntad porque solo así podemos crecer
en santidad y en dignidad ante Él y ante los hombres.
• Ante la presión y el impacto de un mundo materializado, hedonista, sin fe..., ¿cómo se
puede exigir y justificar la libertad de no pensar como "ellos", de no obrar como "ellos"?... -Un
hijo de Dios no tiene necesidad de pedir esa libertad, porque de una vez por todas ya nos la
ha ganado Cristo: pero debe defenderla y demostrarla en cualquier ambiente. Sólo así,
entenderán "ellos" que nuestra libertad no está aherrojada por el entorno. (San Josemaría
Escrivá)
• Para ir adelante, en la vida interior y en el apostolado, no es la devoción sensible lo
necesario; sino la disposición decidida y generosa, de la voluntad, a los requerimientos
divinos. (San Josemaría Escrivá)
Paradójicamente siempre han existido (especialmente en nuestros días) personas que se
sacrifican material y literalmente con rutinas de ejercicios, dietas rigurosas, disciplinas
extremas, horas de estudio o de trabajo exhaustivas, horarios rigurosos y extenuantes, etc.
por conseguir por ejemplo un cuerpo esbelto o atlético o por lograr la atención de unas
personas, o por algo que es relativamente más remunerable: una medalla olímpica o un
ligar en una competencia o un título o una buena calificación, etc., o incluso por algunas
cosas buenas por sí mismas pero que pueden convertirse en malas si les damos demasiada
importancia o si les damos el lugar que solo a Dios le corresponde, tales como un mejor
salario, un mejor puesto en una empresa, conseguir más clientes o mejorar las ventas;
premios todos estos cuya permanencia en la memoria y/o en la vida de las personas que
los consiguen no es mayor a 50 o 60 años en el mejor de los casos (si es que esas personas
llegan a vivir 70 u 80 años de edad), y en algunos casos solo duran unos instantes. Todos
estos premios tienen un valor real para la Humanidad muy pobre o nulo, ya que solo les
“sirven” a esas personas, y cuando mucho a los que están cerca de ellos, olvidando
además que el único premio que vale la pena un esfuerzo tan grande es el Cielo.
Cuando se les pide a algunas de esas personas que hagan un mínimo gesto por el honor que
le debemos dar a Dios o que rectifiquen su intensión al hacer esos sacrificios ofreciéndoselos
a Dios, de inmediato respingan o reniegan. Si todos esos esfuerzos extraordinarios se
ofrecieran a Dios, ¡cuánta santidad habría en el Mundo actualmente!
¡Cuánta dignidad tendría la raza Humana! ¡Cuánta fecundidad tendrían esos actos!
¡Cuánto progreso real habríamos logrado como seres Humanos!
Lo malo de esto no son esos actos en sí, lo malo es darles tanta importancia y dedicarles
tanta atención soslayando lo más importante: la Gloria de Dios, y quitándoles tiempo a otras
actividades igualmente o más importantes.
¡Cuántas energías desperdiciadas! Y sólo para gusto de uno mismo o para “quedar bien”
con otras personas, en vez de aprovecharlas en la Gloria de Dios o para el servicio de La
Iglesia y/o de la Humanidad. Si pusiéramos ese empeño en hacer cosas trascendentales,
no solo nosotros estaríamos mejor, sino que toda la Humanidad mejoraría
considerablemente y casi podríamos erradicar el mal del Mundo.
Responder
|