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Carta a las Mujeres, con mayuscula

MensajePublicado: Ene 25 2016    Título: Carta a las Mujeres, con mayuscula
Gasparin | | Invitado

A vosotras, mujeres del mundo entero,
os doy mi más cordial saludo:
1. A cada una de vosotras dirijo esta carta con objeto de compartir y manifestar gratitud, en la
proximidad de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tendrá lugar en Pekín el próximo
mes de septiembre.
Ante todo deseo expresar mi vivo reconocimiento a la Organización de las Naciones Unidas, que
ha promovido tan importante iniciativa. La Iglesia quiere ofrecer también su contribución en
defensa de la dignidad, papel y derechos de las mujeres, no sólo a través de la aportación
específica de la Delegación oficial de la Santa Sede a los trabajos de Pekín, sino también
hablando directamente al corazón y a la mente de todas las mujeres. Recientemente, con ocasión
de la visita que la Señora Gertrudis Mongella, Secretaria General de la Conferencia, me ha hecho
precisamente con vistas a este importante encuentro, le he entregado un Mensaje en el que se
recogen algunos puntos fundamentales de la enseñanza de la Iglesia al respecto. Es un mensaje
que, más allá de la circunstancia específica que lo ha inspirado, se abre a la perspectiva más
general de la realidad y de los problemas de las mujeres en su conjunto, poniéndose al servicio
de su causa en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Por lo cual he dispuesto que se enviara
a todas las Conferencias Episcopales, para asegurar su máxima difusión.
Refiriéndome a lo expuesto en dicho documento, quiero ahora dirigirme directamente a cada
mujer, para reflexionar con ella sobre sus problemas y las perspectivas de la condición femenina
en nuestro tiempo, deteniéndome en particular sobre el tema esencial de la dignidad y de los
derechos de las mujeres, considerados a la luz de la Palabra de Dios.
El punto de partida de este diálogo ideal no es otro que dar gracias. « La Iglesia —escribía en la
Carta apostólica Mulieris dignitatem— desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el "misterio
de la mujer" y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina,
por las "maravillas de Dio", que en la historia de la humanidad se han realizado en ella y por ella »
(n. 31).
2. Dar gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo se
convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que
representan en la vida de la humanidad.
Te doy gracias, mujer-mama, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los
dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene
a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el
posterior camino de la vida.
Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante
una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.
Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto
de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.
Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social,
económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la
elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida
siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas
más ricas de humanidad.
Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la mama de
Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia
y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa
maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.
Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad
enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.
3. Pero dar gracias no basta, lo sé. Por desgracia somos herederos de una historia de enormes
condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la
mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e
incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha
empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales. No sería ciertamente fácil
señalar responsabilidades precisas, considerando la fuerza de las sedimentaciones culturales
que, a lo largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones. Pero si en esto no han
2
faltado, especialmente en determinados contextos históricos, responsabilidades objetivas incluso
en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente. Que este sentimiento se convierta para
toda la Iglesia en un compromiso de renovada fidelidad a la inspiración evangélica, que
precisamente sobre el tema de la liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio
tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo. El,
superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las mujeres una
actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo honraba en la mujer la
dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios. Mirando hacia El, al final
de este segundo milenio, resulta espontáneo preguntarse: ?qué parte de su mensaje ha sido
comprendido y llevado a término?
Ciertamente, es la hora de mirar con la valentía de la memoria, y reconociendo sinceramente las
responsabilidades, la larga historia de la humanidad, a la que las mujeres han contribuido no
menos que los hombres, y la mayor parte de las veces en condiciones bastante más adversas.
Pienso, en particular, en las mujeres que han amado la cultura y el arte, y se han dedicado a ello
partiendo con desventaja, excluidas a menudo de una educación igual, expuestas a la
infravaloración, al desconocimiento e incluso al despojo de su aportación intelectual. Por
desgracia, de la múltiple actividad de las mujeres en la historia ha quedado muy poco que se
pueda recuperar con los instrumentos de la historiografía científica. Por suerte, aunque el tiempo
haya enterrado sus huellas documentales, sin embargo se percibe su influjo benéfico en la linfa
vital que conforma el ser de las generaciones que se han sucedido hasta nosotros. Respecto a
esta grande e inmensa « tradición » femenina, la humanidad tiene una deuda incalculable.
¡Cuántas mujeres han sido y son todavía más tenidas en cuenta por su aspecto físico que por su
competencia, profesionalidad, capacidad intelectual, riqueza de su sensibilidad y en definitiva por
la dignidad misma de su ser!
4. Y qué decir también de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, impiden aún a las
mujeres su plena inserción en la vida social, política y económica? Baste pensar en cómo a
menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe
también su misma supervivencia. Ciertamente, aún queda mucho por hacer para que el ser mujer
y mama no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad
de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo,
tutela de la trabajadora-mama, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el
derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del
ciudadano en un régimen democrático.
Se trata de un acto de justicia, pero también de una necesidad. Los graves problemas sobre la
mesa, en la política del futuro, verán a la mujer comprometida cada vez más: tiempo libre, calidad
de la vida, migraciones, servicios sociales, eutanasia, droga, sanidad y asistencia, ecología, etc.
Para todos estos campos será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque
contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de
3
eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas en favor de los procesos de
humanización que configuran la « civilización del amor ».
5. Mirando también uno de los aspectos más delicados de la situación femenina en el mundo,
cómo no recordar la larga y humillante historia —a menudo « subterránea »— de abusos
cometidos contra las mujeres en el campo de la s*xual? A las puertas del tercer milenio no
podemos permanecer impasibles y resignados ante este fenómeno. Es hora de condenar con
determinación, empleando los medios legislativos apropiados de defensa, las formas de violencia
s*xual que con frecuencia tienen por objeto a las mujeres. En nombre del respeto de la persona
no podemos además no denunciar la difundida cultura hedonística y comercial que promueve la
explotación sistemática de la s*xual, induciendo a chicas incluso de muy joven edad a caer
en los ambientes de la corrupción y hacer un uso mercenario de su cuerpo.
Ante estas perversiones, cuánto reconocimiento merecen en cambio las mujeres que, con amor
heroico por su criatura, llevan a término un embarazo derivado de la injusticia de relaciones
s*xual impuestas con la fuerza; y esto no sólo en el conjunto de las atrocidades que por
desgracia tienen lugar en contextos de guerra todavía tan frecuentes en el mundo, sino también
en situaciones de bienestar y de paz, viciadas a menudo por una cultura de permisivismo
hedonístico, en que prosperan también más fácilmente tendencias de machismo agresivo. En
semejantes condiciones, la opción del aborto, que es siempre un pecado grave, antes de ser una
responsabilidad de las mujeres, es un crimen imputable al hombre y a la complicidad del
ambiente que lo rodea.
6. Mi « gratitud » a las mujeres se convierte pues en una llamada apremiante, a fin de que por
parte de todos, y en particular por parte de los Estados y de las instituciones internacionales, se
haga lo necesario para devolver a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y de su papel. A
este propósito expreso mi admiración hacia las mujeres de buena voluntad que se han dedicado a
defender la dignidad de su condición femenina mediante la conquista de fundamentales derechos
sociales, económicos y políticos, y han tomado esta valiente iniciativa en tiempos en que este
compromiso suyo era considerado un acto de transgresión, un signo de falta de femineidad, una
manifestación de exhibicionismo, y tal vez un pecado.
Como expuse en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, mirando este gran
proceso de liberación de la mujer, se puede decir que « ha sido un camino difícil y complicado y,
alguna vez, no exento de errores, aunque sustancialmente positivo, incluso estando todavía
incompleto por tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer
sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad » (n. 4).
¡Es necesario continuar en este camino! Sin embargo estoy convencido de que el secreto para
recorrer libremente el camino del pleno respeto de la identidad femenina no está solamente en la
denuncia, aunque necesaria, de las discriminaciones y de las injusticias, sino también y sobre
4
todo en un eficaz e ilustrado proyecto de promoción, que contemple todos los ámbitos de la vida
femenina, a partir de una renovada y universal toma de conciencia de la dignidad de la mujer. A
su reconocimiento, no obstante los múltiples condicionamientos históricos, nos lleva la razón
misma, que siente la Ley de Dios inscrita en el corazón de cada hombre. Pero es sobre todo la
Palabra de Dios la que nos permite descubrir con claridad el radical fundamento antropológico de
la dignidad de la mujer, indicándonoslo en el designio de Dios sobre la humanidad.
7. Permitidme pues, queridas hermanas, que medite de nuevo con vosotras sobre la maravillosa
página bíblica que presenta la creación del ser humano, y que dice tanto sobre vuestra dignidad y
misión en el mundo.
El Libro del Génesis habla de la creación de modo sintético y con lenguaje poético y simbólico,
pero profundamente verdadero: « Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de
Dios le creó: varón y mujer los creó » (Gn 1, 27). La acción creadora de Dios se desarrolla según
un proyecto preciso. Ante todo, se dice que el ser humano es creado « a imagen y semejanza de
Dios » (cf. Gn 1, 26), expresión que aclara en seguida el carácter peculiar del ser humano en el
conjunto de la obra de la creación.
Se dice además que el ser humano, desde el principio, es creado como « varón y mujer » (Gn 1,
27). La Escritura misma da la interpretación de este dato: el hombre, aun encontrándose rodeado
de las innumerables criaturas del mundo visible, ve que está solo (cf. Gn 2, 20). Dios interviene
para hacerlo salir de tal situación de soledad: « No es bueno que el hombre esté solo. Voy a
hacerle una ayuda adecuada » (Gn 2, 1cool.gif. En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el
inicio el principio de la ayuda: ayuda —mírese bien— no unilateral, sino recíproca. La mujer es el
complemento del hombre, como el hombre es el complemento de la mujer: mujer y hombre son
entre sí complementarios. La femineidad realiza lo « humano » tanto como la masculinidad, pero
con una modulación diversa y complementaria.
Cuando el Génesis habla de « ayuda », no se refiere solamente al ámbito del obrar, sino también
al del ser. Femineidad y masculinidad son entre sí complementarias no sólo desde el punto de
vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo « masculino » y de lo «
femenino » lo « humano » se realiza plenamente.
8. Después de crear al ser humano varón y mujer, Dios dice a ambos: « Llenad la tierra y
sometedla » (Gn 1, 2cool.gif. No les da sólo el poder de procrear para perpetuar en el tiempo el género
humano, sino que les entrega también la tierra como tarea, comprometiéndolos a administrar sus
recursos con responsabilidad. El ser humano, ser racional y libre, está llamado a transformar la
faz de la tierra. En este encargo, que esencialmente es obra de cultura, tanto el hombre como la
mujer tienen desde el principio igual responsabilidad. En su reciprocidad esponsal y fecunda, en
su común tarea de dominar y someter la tierra, la mujer y el hombre no reflejan una igualdad
estática y uniforme, y ni siquiera una diferencia abismal e inexorablemente conflictiva: su relación
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más natural, de acuerdo con el designio de Dios, es la « unidad de los dos », o sea una «
unidualidad » relacional, que permite a cada uno sentir la relación interpersonal y recíproca como
un don enriquecedor y responsabilizante.
A esta « unidad de los dos » confía Dios no sólo la obra de la procreación y la vida de la familia,
sino la construcción misma de la historia. Si durante el Año internacional de la Familia, celebrado
en 1994, se puso la atención sobre la mujer como mama, la Conferencia de Pekín es la ocasión
propicia para una nueva toma de conciencia de la múltiple aportación que la mujer ofrece a la vida
de todas las sociedades y naciones. Es una aportación, ante todo, de naturaleza espiritual y
cultural, pero también socio-política y económica. ¡Es mucho verdaderamente lo que deben a la
aportación de la mujer los diversos sectores de la sociedad, los Estados, las culturas nacionales
y, en definitiva, el progreso de todo el genero humano!
9. Normalmente el progreso se valora según categorías científicas y técnicas, y también desde
este punto de vista no falta la aportación de la mujer. Sin embargo, no es ésta la única dimensión
del progreso, es más, ni siquiera es la principal. Más importante es la dimensión ética y social,
que afecta a las relaciones humanas y a los valores del espíritu: en esta dimensión, desarrollada
a menudo sin clamor, a partir de las relaciones cotidianas entre las personas, especialmente
dentro de la familia, la sociedad es en gran parte deudora precisamente al « genio de la mujer ».
A este respecto, quiero manifestar una particular gratitud a las mujeres comprometidas en los
más diversos sectores de la actividad educativa, fuera de la familia: asilos, escuelas,
universidades, instituciones asistenciales, parroquias, asociaciones y movimientos. Donde se da
la exigencia de un trabajo formativo se puede constatar la inmensa disponibilidad de las mujeres
a dedicarse a las relaciones humanas, especialmente en favor de los más débiles e indefensos.
En este cometido manifiestan una forma de maternidad afectiva, cultural y espiritual, de un valor
verdaderamente inestimable, por la influencia que tiene en el desarrollo de la persona y en el
futuro de la sociedad. ¿Cómo no recordar aquí el testimonio de tantas mujeres católicas y de
tantas Congregaciones religiosas femeninas que, en los diversos continentes, han hecho de la
educación, especialmente de los niños y de las niñas, su principal servicio? Cómo no mirar con
gratitud a todas las mujeres que han trabajado y siguen trabajando en el campo de la salud, no
sólo en el ámbito de las instituciones sanitarias mejor organizadas, sino a menudo en
circunstancias muy precarias, en los Países más pobres del mundo, dando un testimonio de
disponibilidad que a veces roza el martirio?
10. Deseo pues, queridas hermanas, que se reflexione con mucha atención sobre el tema del «
genio de la mujer », no sólo para reconocer los caracteres que en el mismo hay de un preciso
proyecto de Dios que ha de ser acogido y respetado, sino también para darle un mayor espacio
en el conjunto de la vida social así como en la eclesial. Precisamente sobre este tema, ya tratado
con ocasión del Año Mariano, tuve oportunidad de ocuparme ampliamente en la citada Carta
apostólica Mulieris dignitatem, publicada en 1988. Este año, además, con ocasión del Jueves
6
Santo, a la tradicional Carta que envío a los sacerdotes he querido agregar idealmente la Mulieris
dignitatem, invitándoles a reflexionar sobre el significativo papel que la mujer tiene en sus vidas
como mama, como hermana y como colaboradora en las obras apostólicas. Es ésta otra
dimensión, —diversa de la conyugal, pero asimismo importante— de aquella « ayuda » que la
mujer, según el Génesis, está llamada a ofrecer al hombre.
La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente
de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor » (Lc 1, 3cool.gif. Por su
obediencia a la Palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y
de mama en la familia de Nazaret. Poniéndose al servicio de Dios, ha estado también al servicio
de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realizar en su
vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico « reinar ». No es por casualidad que se la
invoca como « Reina del cielo y de la tierra ». Con este título la invoca toda la comunidad de los
creyentes, la invocan como « Reina » muchos pueblos y naciones. ¡Su « reinar » es servir! ¡Su
servir es « reinar »!
De este modo debería entenderse la autoridad, tanto en la familia como en la sociedad y en la
Iglesia. El « reinar » es la revelación de la vocación fundamental del ser humano, creado a «
imagen » de Aquel que es el Señor del cielo y de la tierra, llamado a ser en Cristo su hijo
adoptivo. El hombre es la única criatura sobre la tierra que « Dios ha amado por sí misma », como
enseña el Concilio Vaticano II, el cual añade significativamente que el hombre « no puede
encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí mismo » (Gaudium et spes,
24).
En esto consiste el « reinar » materno de María. Siendo, con todo su ser, un don para el Hijo, es
un don también para los hijos e hijas de todo el género humano, suscitando profunda confianza
en quien se dirige a Ella para ser guiado por los difíciles caminos de la vida al propio y definitivo
destino trascendente. A esta meta final llega cada uno a través de las etapas de la propia
vocación, una meta que orienta el compromiso en el tiempo tanto del hombre como de la mujer.
11. En este horizonte de « servicio » —que, si se realiza con libertad, reciprocidad y amor,
expresa la verdadera « realeza » del ser humano— es posible acoger también, sin desventajas
para la mujer, una cierta diversidad de papeles, en la medida en que tal diversidad no es fruto de
imposición arbitraria, sino que mana del carácter peculiar del ser masculino y femenino. Es un
tema que tiene su aplicación específica incluso dentro de la Iglesia. Si Cristo —con una elección
libre y soberana, atestiguada por el Evangelio y la constante tradición eclesial— ha confiado
solamente a los varones la tarea de ser «icono » de su rostro de « pastor » y de « esposo » de la
Iglesia a través del ejercicio del sacerdocio ministerial, esto no quita nada al papel de la mujer, así
como al de los demás miembros de la Iglesia que no han recibido el orden sagrado, siendo por lo
demás todos igualmente dotados de la dignidad propia del « sacerdocio común », fundamentado
en el Bautismo. En efecto, estas distinciones de papel no deben interpretarse a la luz de los
7
cánones de funcionamiento propios de las sociedades humanas, sino con los criterios específicos
de la economía sacramental, o sea, la economía de « signos » elegidos libremente por Dios para
hacerse presente en medio de los hombres.
Por otra parte, precisamente en la línea de esta economía de signos, incluso fuera del ámbito
sacramental, hay que tener en cuenta la « femineidad » vivida según el modelo sublime de María.
En efecto, en la « femineidad » de la mujer creyente, y particularmente en el de la « consagrada
», se da una especie de « profecía » inmanente (cf. Mulieris dignitatem, 29), un simbolismo muy
evocador, podría decirse un fecundo « carácter de icono », que se realiza plenamente en María y
expresa muy bien el ser mismo de la Iglesia como comunidad consagrada totalmente con corazón
« virgen », para ser « esposa » de Cristo y « mama » de los creyentes. En esta perspectiva de
complementariedad « icónica » de los papeles masculino y femenino se ponen mejor de relieve
las dos dimensiones imprescindibles de la Iglesia: el principio « mariano » y el « apostólico-petrino
» (cf. ibid., 27).
Por otra parte —lo recordaba a los sacerdotes en la citada Carta del Jueves Santo de este año—
el sacerdocio ministerial, en el plan de Cristo « no es expresión de dominio, sino de servicio » (n.
7). Es deber urgente de la Iglesia, en su renovación diaria a la luz de la Palabra de Dios,
evidenciar esto cada vez más, tanto en el desarrollo del espíritu de comunión y en la atenta
promoción de todos los medios típicamente eclesiales de participación, como a través del respeto
y valoración de los innumerables carismas personales y comunitarios que el Espíritu de Dios
suscita para la edificación de la comunidad cristiana y el servicio a los hombres.
En este amplio ámbito de servicio, la historia de la Iglesia en estos dos milenios, a pesar de tantos
condicionamientos, ha conocido verdaderamente el « genio de la mujer », habiendo visto surgir
en su seno mujeres de gran talla que han dejado amplia y beneficiosa huella de sí mismas en el
tiempo. Pienso en la larga serie de mártires, de santas, de místicas insignes. Pienso de modo
especial en santa Catalina de Siena y en santa Teresa de Jesús, a las que el Papa Pablo VI
concedió el título de Doctoras de la Iglesia. Y ¿cómo no recordar además a tantas mujeres que,
movidas por la fe, han emprendido iniciativas de extraordinaria importancia social especialmente
al servicio de los más pobres? En el futuro de la Iglesia en el tercer milenio no dejarán de darse
ciertamente nuevas y admirables manifestaciones del « genio femenino ».
12. Vosotras veis, pues, queridas hermanas, cuántos motivos tiene la Iglesia para desear que, en
la próxima Conferencia, promovida por las Naciones Unidas en Pekín, se clarifique la plena
verdad sobre la mujer. Que se dé verdaderamente su debido relieve al « genio de la mujer »,
teniendo en cuenta no sólo a las mujeres importantes y famosas del pasado o las
contemporáneas, sino también a las sencillas, que expresan su talento femenino en el servicio de
los demás en lo ordinario de cada día. En efecto, es dándose a los otros en la vida diaria como la
mujer descubre la vocación profunda de su vida; ella que quizá más aún que el hombre ve al
hombre, porque lo ve con el corazón. Lo ve independientemente de los diversos sistemas
8
ideológicos y políticos. Lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y serle de
ayuda. De este modo, se realiza en la historia de la humanidad el plan fundamental del Creador e
incesantemente viene a la luz, en la variedad de vocaciones, la belleza —no solamente física,
sino sobre todo espiritual— con que Dios ha dotado desde el principio a la criatura humana y
especialmente a la mujer.
Mientras confío al Señor en la oración el buen resultado de la importante reunión de Pekín, invito
a las comunidades eclesiales a hacer del presente año una ocasión para una sentida acción de
gracias al Creador y al Redentor del mundo precisamente por el don de un bien tan grande como
es el de la femineidad: ésta, en sus múltiples expresiones, pertenece al patrimonio constitutivo de
la humanidad y de la misma Iglesia.
Que María, Reina del amor, vele sobre las mujeres y sobre su misión al servicio de la humanidad,
de la paz y de la extensión del Reino de Dios.
Con mi Bendición. Juan Pablo II
Vaticano, 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, del año 1995.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

Si, estando casados, los hombres somos desgraciados, estando en unión "libre" lo somos más.

Aún así no es suficiente el contrato matrimonial, porque las leyes humanas se rompen muy facilmente, es necesarísimo el SACRAMENTO del Matrimonio, que te da fuerzas y gracias especiales para cumplir tus obligaciones.

¿Cuándo has visto a un Sacerdote que abandone su Parroquia? Núnca, porque tiene el Sacramento del Sacerdocio.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

ETIMOLOGÍA:

Matimonio: Matrem-mama y Monium-Calidad de

El Matrimonio es una institución que gira alrededor de la mama.

El hombre se casa para servir a la Mujer.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

Cubano Pedro Santacilia, su secretario, quiso casarse con su hija sólo por lo civil; don Benito Juarez rechazó la propuesta con estas palabras: “Mi hija es una joven decente y el matrimonio civil es un contrato de burdel”. Esas eran las palabras de quien convirtió el matrimonio civil en ley…para los demás. icon_eek.gif icon_eek.gif icon_eek.gif

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

La gente de dinero, especialmente en los paises desarrollados, le da una importancia extremadamente exagerada al "matrimonio" civil y a la fiesta del Matrimonio por La Iglesia, y se olvida de que lo más importante es el SACRAMENTO. En muchas ocasiones esos "matrimonios", tanto civiles como religiosos, ni siquiera son católicos.

De hecho La Iglesia no permite que un católico se case con una persona no-católica. Presisamente porque una de las OBLIGACIONES de los conyuges es la de EDUCAR A LOS HIJOS Y OTRA OBLIGACIÓN ES LA FIDELIDAD, condiciones que no se practican en otras religiones ni en los "matrimonios" civiles.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

El Único Hombre Perfecto es Jesucristo, la única Mujer perfecta es La Virgen.

A nosotros nos toca casarnos con personas comunes y normales... para pener en práctica el Amor Perfecto. No esperemos milagros de los humanos, esperémolos del Amor.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

Para ser ginecólogo un hombre no necesita tener novia ni estar casado, lo mismo pasa con los teólogos: conocemos del Matrimonio por gracia de Dios. De hecho muchos teólogos somos los únicos que estudiamos PROFESIONALMETE el Matrimonio sin estar casados, MIENTRAS QUE LOS QUE SE CASAN NI SIQUIERA SE PREOCUPAN POR INVESTIGAR POQUITO ANTES DE CASARSE.

Presisamente por eso no me he casado; porque se perfectamente las obligaciones que eso lleva.

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
valentin1 | | Invitado

...es interesante la postura de la mujer en el matrimonio...y lo referente a la gracia y gracias...

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

Dice Silvester Stalone en un comercial dirigido a muchachos morbosos que ven por.no.grafia: "Te hace falta ver más box..."
Y tiene mucha razón... Después de ver una pelea los del paquete de dos se te atrofian...!!!!

Después de estudiar TEOLÓGICAMENTE al Matrimonio, o te desanimas para casarte, o te haces muy RESPONSABLE... icon_redface.gif icon_eek.gif icon_redface.gif gasp.gif

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MensajePublicado: Ene 25 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

https://www.youtube.com/watch?v=jxW8jWp9D9Y

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MensajePublicado: Ene 26 2016    Título:
morpheus142 | | Invitado

¿No tienes una carta a los hombres, con mayúscula?

Responder

MensajePublicado: Ene 26 2016    Título:
Gasparin | | Invitado

La Mujeres siempre han estado marginadas por la sociedad y por los gobiernos, por eso La Iglesia se preocupa por Ellas; por otro lado al exaltar a las Mujeres también nos exaltamos a los nosotros. Nosotros nacimos de una Mujer, muchas Mujeres nos han educado, especialmente el la catequesis y en la educación primaria y en los primeros años de nuestra vida (nuestras Madres); las Mujeres nos dan de comer, nos dan amor...
Las Mujeres nos ponen el jemplo en fortaleza, abnegación, humildad, tenacidad, pureza, magnanimidad, prudencia, templanza y en muchas otras virtudes.

La mejor Carta dirigida a los Hombres que puedes leer es La Biblia.

Responder

MensajePublicado: Ene 27 2016    Título:
Katana | | Invitado

Los catequistas. Educamos a los niños para que sean padres responsables y a las niñas para que conozcan sus derechos y las responsabilidades de los hombres. Además tenemos reuniones con los padres de familia, y obligamos a los padres hombres a asistir tanto a las juntas como a la Primera Comunión y a la Confirmación de sus hijos.

San Juan Pablo II publico esa Carta levantando su voz en las Naciones Unidas para hacerle ver a la humanidad que esta en un error al marginar a la Mujer.

Yo escribo en estos foros para defenderlas. Además apoyo en una labor que es casi de puras mujeres, porque los hombres no se atreven.

Responder

MensajePublicado: Ene 27 2016    Título:
otis | | Invitado

Las mujeres JAMAS seran igual que los hombres, de la misma forma que los hombres no seran como las mujeres, SOMOS DISTINTOS y por lo tanto debemos de hacer siempre lo que estamos mejor equipados para hacer. La mujer era feliz sabiendo que su responsabilidad en el hogar era clara, y ahora ya nadie sabe que hacer, por eso hay tanto divorcio.

Yo lo veo a cada rato, LA MUJER QUIERE IGUALDAD HASTA QUE LLEGA EL MESERO CON LA CUENTA entonces si es "la dama" y el caballero tiene que pagar eusa_clap.gif eusa_naughty.gif icon_lol.gif

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MensajePublicado: Ene 27 2016    Título:
ANAIS | | Invitado

Cita:
Las mujeres JAMAS seran igual que los hombres, de la misma forma que los hombres no seran como las mujeres, SOMOS DISTINTOS y por lo tanto debemos de hacer siempre lo que estamos mejor equipados para hacer.


NUNCA SEREMOS IGUALES. SABEMOS QUE LA FUERZA FÍSICA NO ES IGUAL. PERO LA CAPACIDAD INTELECTUAL ES LA MISMA.


Cita:
La mujer era feliz sabiendo que su responsabilidad en el hogar era clara, y ahora ya nadie sabe que hacer, por eso hay tanto divorcio.


LA CAUSA DE TANTO DIVORCIO ES LA FALTA DE RESPETO Y DE COMUNICACION. NO EL QUE LA MUJER TRABAJE A LA PAR QUE EL HOMBRE, O INCLUSO MAS.

Cita:
Yo lo veo a cada rato, LA MUJER QUIERE IGUALDAD HASTA QUE LLEGA EL MESERO CON LA CUENTA entonces si es "la dama" y el caballero tiene que pagar eusa_clap.gif eusa_naughty.gif icon_lol.gif


snork_skep.gif
SI TU INVITAS, TU PAGAS. SI ELLA TE INVITA, ELLA PAGA. TAN SIMPLE COMO ESO... SI TE LA PASAS INVITANDO MUJERES ESPERANDO QUE ELLAS PAGUEN, ARRIMATE UNA SILLA icon_lol.gif

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