Nací en un hogar católico, crecí en el y fuí catequista algunos años. Mis alumnos eran jovenes de 11 a 18 años, tenía el grupo de adolescentes, esos que de acuerdo a la religión, habían desatendido sus sacramentos y sus padres eran irresponsables y desorganizados, era un grupo díficil porque estavan etiquetados como los burritos de la catequesis. Conocí de cerca el elitismo de los que pertenecen a la iglesia, de los que por leer las lecturas todos los domingos y entregar la hojita parroquial creen que han ganado el cielo. Este tema lo inicie con un pensamiento de la escritora Anne Rice. El post. Tiene como propósito hacer una recopilación de todo lo que se ha dicho, hecho o pensado acerca de Dios, desde el principio del mundo. Siempre omito las fuentes, de ahora en adelante las citaré para una mejor comprensión. El segundo también es de Anne Rice. Volviéndo al tema de la catequesis, debo decirles que tuvo un mál desenlace. Tanto los catequistas, como la Jefe de Grupo comenzarón a mirarme como bicho raro para variar. Los niños querían estar en mi clase, los padres de familia me buscaban para pláticar conmigo y compartír problemas que estavan teniendo en casa con los niños, tanto de mi grupo como del resto. Comenzarón a presentarse en mi clase una a una como oyentes, incluso mandarón seminaristas, hasta el mismo cura fué a escucharme. Recuerdo que nos divertimos mucho junto con él, ya que es bastante agradable, hasta la fecha. Un buen día llegue a dar mi clase y la Jefe de Grupo me dijó que ya no tenía grupo, que el grupo de adolescentes se lo había dado a su hija y que yo sólo haría trabajos de gestiones. Algunos padres de familia escucharón y empezarón a mirarnos. Obviamente le pedí una explicación, ella me contestó que era la Jefa de Grupos y que ella había tomado la decisión y que no tenía que explicarme las razones. Hablaré con él señor cura, le dijé. Yo controlo el Grupo de Catequesis, le he pedido al señor cura que no intervenga en mis decisiones y él esta de acuerdo en lo que yo haga. Sentí frustración pero lo superé en segundos. No tengo nada más que hacer aquí señora, tome mis libros, a otro le servirán para su servicio, a mi ya no, puesto que no volveré a dar catecismo. Le diré algo, una fé sin obras esta muerta y usted hace muchos años que murió. Me di la vuelta y me dijo que si quería pordía hablar con él señor cura y tratarlo los tres en privado. No tengo nada que hacer con usted y el señor cura en privado, no soy una cucaracha, soy una servidora, esté no es un trabajo, es un servicio que se hace con voluntad y amor, ya no quiero hacerlo, no con ustedes señora. Dele al cesár lo que es del cesár y a Dios lo que es de Dios. Me fuí, mientras ella me gritaba por mi nombre. No voltié atrás, jamás volví. Y eso es todo lo que tengo que decir sobre eso...
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