Otra vez la fantasía del México en llamas
Réplicas alcanzan hasta a quienes fingen vestir hábito, pero que babean con el deseo orgásmico y alucinante de un infierno
por Roberto Cruz el 23 de noviembre de 2014
Como la antítesis del paladín del cambio, tétricamente, José Luis Abarca (ex alcalde detenido de Iguala, Guerrero, acusado de ordenar el ataque a normalistas de Ayotzinapa el 26-27 de septiembre) se ha convertido en la punta del hilo para modificaciones de todo tipo, sociales, políticas y económicas; para acusaciones mutuas, para deslindes, para revivir muertos, para dar armas a quienes ya estaban desarmados; para dar a articulistas y escritores voz de filósofos.
El sismo Abarca está cuarteando estructuras a diestra y siniestra. Sus réplicas alcanzan hasta a quienes fingen vestir un hábito.
Sin embargo, como en todo movimiento telúrico, a quien más le toca apalancar es al Gobierno federal.
El asunto de Ayotzinapa ha cobrado un furor mundial de manera fantástica. De la Patagonia a los países nórdicos intentan vender al mundo, apoyados en grupos de izquierda, la versión, mínima, de un indeseable “Holocausto” mexicano, fraguado, precisamente, desde su propio fanatismo.
Del abominable hecho, una mano siniestra, casi desde el inicio de los sucesos, hace arder astillas. La aflicción, el hecho mismo del secuestro, del sufrimiento y de las altas posibilidades de la muerte, no importa.
Primero está mostrar al mundo a un México en llamas cuando en realidad arde más un cerillo.
Son pocos, no más de 100 encapuchados en cuatro entidades, incluyendo la Ciudad de México, quienes ni siquiera bajo un razonamiento político propio, escudados en su arma favorita, la bomba molotov, insisten en dibujar una falsa imagen del país.
Con ello, la siniestra mano redondea la ecuación Abarca-normalistas-“revuelta”.
Tres situaciones son, hasta ahora, las más importantes consecuencias del caso:
El quiebre total al interior del PRD; probables cambios en el Gabinete de Enrique Peña Nieto y la posible reacción del Gobierno federal ante los hechos de grave vandalismo supuestamente en apoyo a los normalistas de Ayotzinapa (el deseo orgásmico de la mano siniestra).
Los reducidísimos grupos de encapuchados robando en comercios, lanzando bombas molotov y atacando a policías están activos desde la campaña presidencial de Peña Nieto en el 2012.
Han utilizado todas las manifestaciones y protestas para generar una atmósfera de guerra sin lograrlo, al menos hasta antes de la agresión a medio centenar de normalistas en Iguala -cuyo presidente municipal perredista dio la orden contra los muchachos; en un estado gobernado por el PRD cuyo gobernador debió pedir licencia, en una entidad en donde Morena está metida con candidaturas y funcionarios hasta el tuétano-, hecho caído como anillo al dedo para, por fin, lograr pintar entre llamas a un país en paz.
Se hacen llamar “anarquistas”. Y si esta vez no logran su cometido, a alguien le estallará el hígado.
Pero vayamos por partes.
El manejo del PRD, como el de Morena, para deslindarse, poco a poco, de la atrocidad de Ayotzinapa era impecable hasta la nueva idea del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas: La dirigencia nacional perredista, en pleno, debe renunciar por los errores cometidos, por la culpa política en la desaparición y posible muerte de los 43 muchachos.
La exigencia de Cárdenas regresó al PRD al centro del sismo, al epicentro. ¡Ay, ingeniero!, habrán dicho muchos, pero, al menos, Cárdenas no esconde la realidad.
Otro ha sido el entredicho contra el Gobierno federal, implicándolo en un asunto al cual no debe rehuir por representar al país, pero sin quitar la vista de quienes tienen culpa en los hechos, al menos políticamente, pero algunos hasta en términos jurídicos.
Este deslinde, principalmente de la Izquierda, ha llevado a dejar caer insidia sobre algunos miembros del Gabinete, principalmente sobre el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.
Eso, por el lado de la Seguridad; por el Económico, el nombre de Luis Videgaray no resuena todavía en las paredes pidiendo su cabeza, pero el tema (económico), aunque la semana pasada se dieron visos de mejoría, sigue siendo uno de los favoritos para seguir dibujando llamas.
Sin duda, el de la violencia generada, supuestamente, para exigir encontrar con vida a los 43 normalistas es lo más preocupante para el Gobierno federal, pero también para el 99 por ciento de la población, pues más allá de la puerta mariana de Palacio Nacional, de la estación Ciudad Universitaria del Metrobús, las sedes del PRD, PRI y PAN en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y la Ciudad de México; el Palacio de Gobierno guerrerense y el palacio municipal de Iguala, el resto de México está en paz y sin rasguño.
La investigación sobre el atroz crimen de Ayotzinapa está prácticamente resuelta. Los jóvenes fueron ultimados y hay más de 100 detenidos. Falta el juicio, la sentencia y, sin lugar a dudas, el castigo político a quienes engendraron, dándoles poder, a los culpables de la atrocidad.
En 1994, un día después de la aparición del EZLN en Chiapas, estando en la redacción, recibí una llamada de una reportera del periódico El Clarín.
Me pedía información sobre la nueva Revolución en México. Agitada, me pedía cifras de los, según la pólvora regada en el mundo, miles de muertos.
Después de una exhaustiva explicación dudé; me asomé a la calle. Observé hasta lo más lejano. No había llama distinta a la del Sol. Sentí una punzada por Chiapas porque, además, ya lo había platicado largamente, y muy bien, con el poeta de la “Espiga Amotinada”, Juan Bañuelos, durante un encuentro en Monterrey.
Hoy, una mano siniestra se sube al dolor de 43 familias y a la maldad de Abarca y otros… para cometer otro crimen y asesinar la paz de los mexicanos.
http://revista.impacto.mx/revista/CfJ/otra-vez-la-fantas%C3%ADa-del-m%C3%A9xico-en-llamas
Responder
|