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¿Realmente es tan bueno García Márquez?

MensajePublicado: Abr 26 2014    Título: ¿Realmente es tan bueno García Márquez?
mudochi | | Invitado

¿Acaso muchas de las personas que alaban al Gabo ni siquiera han leído su obra?

Quizá se trate de un caso como el del rey des.nudo.

En otro foro he comenzado a hacer un resumen profano de "Cien años de soledad":

http://www.elforolibre.com/threads/8996-Leer-Cien-a%C3%B1os-de-soledad-sin-dormirse/page3


Esta versión de la obra tiene 173 páginas, 170 efectivas:

http://aristobulo.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2008/10/garcia-marquez-gabriel-cien-anos-de-soledad1.pdf

Para que los lectores puedan remitirse a la página original, he estado incluyendo el número de página en mi resumen:



En las primeras páginas, sinceramente, no hallé nada extraordinario en la descripción de Aracadio y los gitanos.

Creo que prefiero el Chanoc, aunque haya sido un cómic menos pensado que el Kalimán.

Pág. 4

No le veo gran cosa a esta página tampoco.

Incluye la descripción de Melquíades:

"alumbrando con su profunda voz de órgano los territorios más oscuros de la imaginación, mientras
chorreaba por sus sienes la grasa derretida por el calor"

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Pág. 5

Los gitanos le dan a Melquíades una dentadura postiza, y Arcadio y otros pensaban que se trataba de alguna fórmula mágica de rejuvenecimiento.

"Al otro lado del río hay toda clase de aparatos mágicos, mientras que nosotros seguimos viviendo como los burros."

Pág. 6

Se habla sobre Arcadio y Úrsula. Él era descuidado en su vestir; ella le arreglaba la barba...

En Macondo abundaban los animales, excepto gallos de pelea.

Los gitanos dieron con Macondo siguiendo el cantar de las abundantes aves.

La única salida posible de Macondo estaría al norte, pues en otros puntos cardinales había peligros, como sirenas.

Se emprendió la exploración.

"Durante una semana, casi sin hablar, avanzaron como sonámbulos por un universo de pesadumbre, alumbrados apenas por una tenue reverberación de insectos luminosos".

De pronto, hallaron un galeón español.

"El casco, cubierto con una tersa coraza de rémora petrificada y musgo tierno, estaba firmemente enclavado en un suelo de piedras."

Pág. 7

José Arcadio Buendía se decepcionó al hallar el mar, "color de ceniza, espumoso y sucio".

Concluyó que Macondo estaba rodeado de agua y que había que cambiarlo de lugar. Úrsula se puso de acuerdo con las mujeres de la aldea, para oponerse a ese plan masculino.


Pág. 8

Úrsula se opone a la mudanza. Aureliano intenta convencerla contándole sobre los adelantos de otros lares, pero ella permanece "insensible a su clarividencia".

Para convencerlo de desistir de su empeño, lo induce a convivir con sus hijos, a los cuales no les había hecho mucho caso su padre hasta entonces.

El pequeño Aureliano tenía catorce años. Fue concebido en la sierra, antes de la fundación de Macondo.

"Aquellas alucinantes sesiones quedaron impresas de tal modo en la memoria de los niños, que muchos años más tarde, un segundo antes de que el oficial de los ejércitos regulares diera la orden de fuego al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía volvió a vivir la tibia tarde de marzo en que su padre interrumpió la lección de física (...) oyendo los tambores de los gitanos."


Pág. 9

Melquíades murió.

Arcadio llevó a sus hijos con un gigante de torso peludo y cabeza rapada que les mostró algo insólito para ellos: un trozo de hielo,

"un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo".


Cap. 10

La bisabuela de Úrsula sufría paranoia tras un ataque de los piratas de Francis Drake. El autor (y mucha gente se lo cree) intenta que sea muy ingeniosamente cómica la anécdota de que esa paranoia le surgió tras sentarse en un fogón encendido.

Esa bisabuela era esposa del bisabuelo de Arcadio. El amor se fue heredando y sentían complejos por el tabú del incesto.

Uno de los niños de la familia (hijo de sus tíos) nació con una anomalía congénita, una cola de tirabuzón, la cual le creó complejos con el s*xo opuesto y murió cuando, cuarentón y virgen, un cocinero le cortó ese apéndice.

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MensajePublicado: Abr 26 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 11

Úrsula se defendía de una violación conyugal.

Tras un juego de gallos (¿no que no había en Macondo?), Prudencio Aguilar se burló de Arcadio: "a ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer".

Con esa misma lanza amenazó a Úrsula para que follara con él.

Arcadio le clavó una lanza en la garganta a su rival. El espectro, taponeándose la herida, se les aparecía a él y a su esposa.

Él, ella y otros salieron huyend sin rumbo fijo. A ella la tenían que cargar en hamaca, por las várices.

"Acamparon a la orilla de un río pedregoso cuyas aguas parecían un torrente de vidrio helado."


Arcadio soñó que en aquel lugar se levantaba una "ciudad ruidosa con casas de paredes de espejo". Una voz natural le contestó que el nombre de esa ciudad sería Macondo.

PÁG. 12

José Arcadio tiene la idea de construir una ciudad de hielo, para combatir el calor. "Macondo dejaría de ser un lugar ardiente, cuyas bisagras y aldabas se torcían de calor, para convertirse en una ciudad invernal."

Úrsula vio a su hijo cuando se cambiaba de ropa, y le sorprendió lo *** que estaba, creyendo que padecía una anomalía.

Lo comentó con una señora que le hacía la limpieza y que echaba las cartas. Ésta rió y, mañosa, le tocó el pe.ne al joven Arcadio y lo citó en su vivienda. El chico avanzó en la oscuridad, buscando a la vieja. Su primera experiencia s*xual se acompañó de temores.

A ella la ubicaba por el olor de sus axilas.


PÁG. 13

José Arcadio, con base en los escritos de Melquíades, logró separar el oro de Úrsula del cascote adherido al fondo del caldero.

A su hijo ello no lo emocionaba. Pensaba en Pilar Ternera, la mujer que le tocara el pe.ne. Ella había sido violada a los 14 años y su pretendiente era de otra.

Ella perdió en la espera "la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón".


PÁG. 14

Ante el desprecio de su hijo por su hallazgo, Buendía lo golpeó:

"Le dio con el revés de la mano un violento golpe en la boca que le hizo saltar la sangre y las lágrimas".

El chico contó a su hermano sus aventuras amorosas. La mama los desparasitó, creyéndolos enfermos.

Llegaron unos gitanos que no eran "heraldos del progreso, sino mercachifles de diversiones".

Pilar, "entusiasmada por el entusiasmo" del joven aman.te (la redundancia viene así en el original), le explicó de golpe que él "iba a tener un hijo" (diríamos ahora: que era padre de un niño fetal).


PÁG. 15

Arcadio Jr. vuelve a ayudar a su padre en sus investigaciones y no lo distraen los gitanos que pasan en una estera voladora (notemos aquí el uso ya de la fantasía clara).

José Arcadio seduce a una gitana practicándole froteurismo por detrás mientras ven un espectáculo. Van a la carpa de la chica. Ella le deja ver su mal desarrollado cuerpo; él también se des.nuda, cohibido por la falta de intimidad. La lámpara colgada en la vara central iluminaba todo el ámbito. Una gitana le ve el miembro enorme y le dice "que Dios te la conserve".


PÁGS. 16 y 17

El autor describe en forma rara el coito del chamaco con la gitana:

"Los huesos de la muchacha parecieron desarticularse con un crujido desordenado como el de un fichero de dominó, y su piel se deshizo en un sudor pálido y sus ojos se llenaron de lágrimas y todo su cuerpo exhaló un lamento lúgubre y un vago olor de lodo".

José Arcadio se fue con los gitanos. Su mama partió a buscarlo. Dejó a la pequeña Amaranta al cuidado de otras, incluso Pilar, la cual desistió al ser culpada por el hermano de chico que se fugó.

José Arcadio regresó primero. Úrsula estuvo cinco meses fuera y cuando retornó, lo hizo acompañada por gente no gitana. Venían del otro lado de la ciénaga, a sólo dos días de viaje. Conocían las máquinas del bienestar.

Aquí termina la parte II de la obra e inicia la parte III, en la página 18.


PÁG. 18

El hijo de Pilar Ternera fue acogido y llamado Arcadio. Amaranta y Arcadio serían cuidados por la indígena guajira Visitación.

"Fue así como Arcadio y Amaranta hablaron la lengua guajira antes que el castellano, y aprendieron a tomar caldo de lagartijas y a comer huevos de arañas sin que Úrsula se diera cuenta, porque andaba demasiado ocupada en un prometedor negocio de animalitos de caramelo."

José Arcadio Buendía perdió el interés por la alquimia y volvió a ser emprendedor. Llegaron unos gitanos, sin José Arcadio.

"La tribu de Melquíades, según contaron los trotamundos, había sido borrada de la faz de la Tierra por haber sobrepasado los límites del conocimiento humano."

José Arcadio reemplazó los pájaros por relojes. "La liberación de los pájaros que desde la época de la fundación alegraban el tiempo con sus flautas, y la instalación en su lugar de relojes musicales en todas las casas."

Aureliano se había vuelto solitario. José Arcadio creyó que al chico le faltaba mujer. Le dio las llaves de la casa y dinero, mas el joven, ensimismado en el estudio, bañó las llaves en oro e invirtió el dinero en experimentos.

Los niños crecían y no abandonaban las costumbres indígenas inculcadas por su criadora.


PÁG. 19

Aureliano le comentó a Úrsula que presentía la llegada de alguien.

En efecto, llegó una niña con una carta de primos lejanos, según la carta que llevaba. Su nombre era Rebeca.

Esa niña cargaba en una maleta los huesos de sus padres. No había servicio de panteón en Macondo y dejaron por ahí las osamentas.

La escuincla tardó en integrarse a la familia. "Se sentaba en el mecedorcito a chuparse el dedo en el rincón más apartado de la casa." Tenía la mala costumbre de comer trozos de pared y tierra húmeda. Para quitarle el hábito recurrieron a pócimas y golpes.


PÁG. 20

Visitación decía que la niña presentaba síntomas de la peste del insomnio, enfermedad que provocaba además amnesia.

La amenaza de esa enfermedad "los había obligado, a ella y a su hermano, a desterrarse para siempre de un reino milenario en el cual eran príncipes".

Arcadio no le prestó mucha atención.

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MensajePublicado: Abr 26 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 21

La enfermedad del sueño se apodera de Macondo.

Úrsula intenta erradicarla con sus conocimientos en herbolaria, pero lo único que se logra es que la gente sueñe despierta y pueda incluso ver los sueños de los demás.

La gente intentaba aburrirse para dormir, y para ello recurría a juegos insulsos como el del gallo capón, que consistía en repetir (fuese afirmativa, negativa o silenciosa la respuesta) la pregunta de si el otro quería que le contraran el cuento de ese gallo.

El pueblo quedó en cuarentena para evitar contagios a los visitantes.

Para contrarrestar el olvido, comenzaron a rotular animales y objetos.


PÁG. 22

"Muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria, inventada por ellos mismos, que les resultaba menos práctica pero más reconfortante."

Pilar Ternera ideó usar las cartas no para mirar el futuro incierto, sino el pasado olvidado. José Arcadio Buendía comenzó a construir una máquina contra el olvido.

En esas estaba cuano llegó un misterioso visitante a Macondo, un anciano "cargado con una maleta ventruda amarrada con cuerdas y un carrito cubierto con trapos negros".


Era Melquíades, "desprovisto de toda facultad sobrenatural como castigo por su fidelidad a la vida". Dio a conocer la daguerrotipia, en aquel lugar no alcanzado por la muerte.

Por su parte, Aureliano crecía, y "todo el mundo se extrañaba de que fuera ya un hombre hecho y derecho y no se le hubiera conocido mujer".

PÁG. 23

Llega al pueblo el anciano Francisco el Hombre, una especie de juglar. Se dice que él había vencido al Diablo en un duelo de canto.

Con él venían una enorme señora gorda y una joven mulata. Se hospedaron en la tienda de Catarino, quien vendía guarapo y "aprovechaba la ocasión para acercarse a los hombres y ponerles la mano donde no debía".

La matrona prosti*ía a su nieta para pagar una casa incendiada. Aureliano la contrató ("la mulata adolescente, con sus teticas de dog, estaba des.nuda en la cama") y quiso salvarla casándose con ella, pero se fueron antes del pueblo.

PÁG. 24

"El tiempo aplacó su propósito atolondrado, pero agravó su sentimiento de frustración. Se refugió en el trabajo. Se resignó a ser un hombre sin mujer toda la vida para ocultar la vergüenza de su inutilidad."

Las niñas iban creciendo. Úrsula comprendió que pronto se casarían y traerían prole. El espacio sería insuficiente, por lo cual decidió ampliar la casa, que surgía hermosa "en aquella incomodidad, respirando cal viva y melaza de alquitrán".

A Úrsula le llegó una orden de pintar la fachada de azul, no de blanco como querían. La orden provenía de un tal corregidor.


PÁG. 25

Aureliano Buendía riñó al corregidor, don Apolinar Moscote, "un hombre maduro, tímido, de complexión sanguínea": "no necesitamos ningún corregidor porque aquí no hay nada que corregir".


PÁG. 26

Don Apolinar le advirtió a Buendía que iba armado. Éste lo alzó en vilo, tomándolo de las solapas.

El corregidor regresó con tropa: seis soldados descalzos, con escopeta. El pueblo quería sublevarse.

Pero el funcionario traía consigo esposa e hijas, y por respeto a ellas, Buendía hizo las paces con él. Le puso como requisitos para su permanencia que cada quien pintara su casa del color que quisiera y que los soldados se retiraran.

Le presentó a sus hijas Amparo, de 16 años, y Remedios, de nueve. Esta última causó impresión en Buendía.

Con esto termina García Márquez la parte III de su obra. En la página 27 inicia la parte IV.


PÁG. 27

La casa nueva sería estrenada con un baile. Para ello hicieron traer una pianola. El encargado de su instalación era Pietro Crespi, un refinado italiano que enseñó a bailar a las chicas, bajo la mirada vigilante de Úrsula.

Vestía pantalones ajustados y calzaba zapatillas de baile. "No tienes por qué preocuparte tanto –le decía José Arcadio Buendía a su mujer–. Este hombre es un marica".

José Arcadio abandonó su búsqueda de la existencia de Dios. Al baile asistieron incluso los descendientes de los fundadores de Macondo. El aparato musical se descompuso a la hora del baile, pero lo medio repararon.

"Golpeando contra las cuerdas puestas sin orden ni concierto y templadas con temeridad, los martinetes se desquiciaron. Pero los porfiados descendientes de los veintiún intrépidos que desentrañaron la tierra buscando el mar por el Occidente, eludieron los escollos del trastrueque melódico, y el baile se prolongó hasta el amanecer."


PÁG. 28

Pietro Crespi volió a componer la pianola. Pilar Ternera se peleó a mordiscos y tirones de pelo con otra tipa porque ésta comentó que Pietro "tenía nalgas de mujer".

Rebeca retomó sus costumbres infantiles de chuparse el dedo y comer tierra. "Los puñados de tierra hacían menos remoto y más cierto al único hombre que merecía aquella degradación, como si el suelo que él pisaba con sus finas botas de charol en otro lugar del mundo, le transmitiera a ella el peso y la temperatura de su sangre, en un sabor mineral que dejaba un rescoldo áspero en la boca y un sedimento de paz en el corazón."

Amparo Moscote pidió permiso para conocer la casa y en forma subrepticia entregó una carta a Rebeca, escrita con la misma pulcritud con que estaban escritas las instrucciones de la pianola.


PÁG. 29

Remedios entró un día al taller de Aureliano. Éste quiso regalarle un pez de oro, pero se trabó, con ataques asmáticos, y la chica se asustó.

"La casa se llenó de amor", tanto de Aureliano por Remedios (a la que buscaba por todos lados, y la veía hasta en "la clepsidra secreta de las polillas", como de Rebeca por su enamorado distante. Ésta comenzó a comer hasta caracoles que le dañaron los dientes. Úrsula halló las cartas "perfumadas y los esqueletos de hojas y pétalos conservados en libros antiguos y las mariposas disecadas que al tocarlas se convirtieron el polvo".

Aureliano acudió a la tienda de Catarino, con sus amigos Magnífico Visbal y Gerineldo Márquez. Aureliano rechazó a una de las daifas.

Aureliano perdió la memoria y despertó junto a Pilar Ternera.


PÁG. 30

Pilar promete a Aureliano ayudarlo a conseguir a su amada.

Úrsula descubre que Amaranta guardaba unas cartas dirigidas a Pietro Crespi.

Se acuerdan las bodas de Aureliano con Remedios y de Pietro con Rebeca. Amaranta se rebela y afirma que esa boda entre su herman y el italiano sólo se consumaría sobre su cadáver.

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MensajePublicado: Abr 26 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 31

La calma se vio alterada por la (nueva) muerte de Melquíades, quien presentó un acentuado envejecimiento. Úrsula le hizo acondicionar un cuarto, "lejos de los ruidos y el trajín domésticos, con una ventana inundada de luz y un estante donde ella misma ordenó los libros casi deshechos por el polvo y las polillas".

PÁG. 32

Melquíades había pedido a Buendía que si moría, le hiciera sahumerios mercuriales para que resucitara. Así se hizo, sin éxito. El entierro de Melquíades fue el primero en Macondo.

Amaranta declaró su amor a Pietro, quien, despectivo, le mencionó que tenía un hermano menor. Pietro quedó atemorizado ante las amenazas de la despechada.

Aureliano educaba a la infantil Remedios, esperando pacientemente su llegada a la pubertad.

PÁG. 33

Rebeca estaba preocupada por la amenaza de Rebeca; "conocía el carácter de su hermana, la altivez de su espíritu, y la asustaba la virulencia de su rencor".

Pilar Ternera le pronosticó a Rebeca que no sería feliz mientras sus padres estuvieran insepultos.

Un albañil reveló que había emparedado el talego porque le estorbaba. Con el oído ubicaron el talego y enterraron los restos cerca delos de Melquíades.

Pilar Ternera dijo a Aureliano que era bueno para la guerra, pues "donde pones el ojo, pones el plomo". Aureliano dijo que lo reconocería y llevaría su nombre.

PÁG. 34


Arcadio tuvo éxito al fabricar una bailarina que se movía con el reloj.

Se obsesionó con los inventos. "Pasaba las noches dando vueltas en el cuarto, pensando en voz alta, buscando la manera de aplicar los principios del péndulo a las carretas de bueyes, a las rejas del arado, a todo lo que fuera útil puesto en movimiento".

Un día llegó un anciano. Era Prudencio Aguilar, resucitado. Cansado de la soledad, estaba dispuesto a hacer las pases con quien lo mató.

Aureliano decidió que la máquina del tiempo se había vuelto inservible. Se puso como loco a destruir la casa. Aureliano pidió ayuda a los vecinos. Entre muchos pudieron contenerlo y amarrarlo a un árbol.

PÁG. 35

Se lleva a cabo la boda de Aureliano Buendía y Remedios Moscote.

A la niña tuvieron que hacerla madurar rápido. "La pusieron a orinar en ladrillos calientes para corregirle el hábito de mojar la cama."

La boda de Rebeca no se celebró el mismo día porque avisaron a Pietro Crespi que su mama estaba grave. En el camino se cruzó con ella, la cual tuvo que cantar en la otra boda el aria que pensaba entonar en la boda de su hijo.

El padre Nicanor Reyna opinaba que Macondo estaba muy necesitado de sus funciones. "Tenía la piel triste, casi en los puros huesos, y el vientre pronunciado y redondo y una expresión de ángel viejo que era más de inocencia que de bondad."


PÁG. 36

El padre quiso construir un templo enorme, "para que fuera gente desde Roma a honrar a Dios en el centro de la impiedad". Nadie participaba en la cooperacha hasta que realizó un acto de magia: el monaguillo le daba a beber chocolate y él levitaba. Arcadio comentaba en latín.

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MensajePublicado: Abr 27 2014    Título:
Giordano_Bruno | | Invitado

Es muy bueno, gracias por la reseña.

GBN

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MensajePublicado: Abr 29 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 37

Amaranta planeó boicotear la boda de Rebeca. Para ello puso polilla en su vestido de novia. Luego planeó un envenenamiento. Pero surgió un acontecimiento infausto: la muerte de la pequeña Remedios, "envenenada por su propia sangre con un par de gemelos atravesados en el vientre".

PÁG. 38

Remedios había sido muy querida en la casa. Incluso había ayudado a cuidar a Aureliano José, el hijo de Aureliano y Pilar.

Ayudó, mediante su poder de convencimiento, a instaurar el orden en el poblado.

Advirtieron a Aureliano que engordaría, como su suegro, pero "el sedentarismo que acentuó sus pómulos y concentró el fulgor de sus ojos, no aumentó su peso ni alteró la parsimonia de su carácter, y por el contrario endureció en sus labios la línea recta de la meditación solitaria y la decisión implacable".

Úrsula impuso un luto que incluía una lámpara de aceite prendida para siempre.

La defunción vino a obstaculizar la boda de Pietro y Rebeca, la cual retomó, frustrada, su hábito infantil de chuparse el dedo.

De repente, hizo su aparición un nuevo personaje, un ser gigantesco.

"Sus espaldas cuadradas apenas si cabían por las puertas. Tenía una medallita de la Virgen de los Remedios colgada en el cuello de bisonte, los brazos y el pecho completamente bordeados de pasajes crípticos, y en la muñeca derecha la apretada esclava de cobre de los niños-en-cruz. Tenía el cuero curtido por la sal de la intemperie, el pelo corto y parado como las crines de un mulo, las mandíbulas férreas y la mirada triste. Tenía un cinturón dos veces más grueso que la cincha de un caballo, botas con polainas y espuelas y con los tacones herrados, y su presencia daba la impresión trepidatoria de un sacudimiento sísmico".

Ja, ja... Esta descripción me recuerda a Ulik, el rival de Thor el del cómic.

PÁG. 39

El visitante enorme resultó ser José Arcadio, curtido por la marinería.

Impresionó a los hombres con sus hazañas de fuerza y a las mujeres con su enorme falo tatuado, al grado de ofrecer s*xo en una rifa.

Narraba sus aventuras, como haber vencido a un dragón en cuyo vientre estaba la armadura de un cruzado. Úrsula no podía creer que su muchacho fuera "el mismo atarván que se comía medio lechón en el almuerzo y cuyas ventosidades marchitaban flores"

A Amaranta le inspiraban repugnancia sus eructos bestiales, pero en cambio, impresionó a Rebeca, pues lo comparó con Pietro Crespi, quien parecía alfeñique comparado con el hombrón.

"Buscaba su proximidad con cualquier pretexto." Y como era su costumbre cuando estaba estresada, volvió a comer tierra y cal de las paredes, y a chuparse el dedo.

PÁG. 40

Rebeca, de tanto chuparse el dedo, "vomitó un líquido verde con sanguijuelas muertas".

Un día halló al forzudo en calzoncillos, la impresionó "su enorme desnudez tarabiscoteada".

Él la sedujo tocándole el tobillo, luego pantorrillas y luego muslos.

Luego de tener s*xo con ella, anunció su matrimonio a Pietro Crespi, quien se puso pálido y lloroso. "Me cago dos veces en natura", alegó para justificar su incesto.

El padre Nicanor reveló que no eran hermanos. Úrsula les retiró la palabra y les pidió no volver a la casa.

Pietro Crespi se sobrepuso al fracaso "con una serena dignidad" y continuó almorzando en casa de Úrsula. Siguiendo el consejo de José Arcadio, declaró su amor a Amaranta.

PÁG. 41

Se menciona una vez más en la obra que Aureliano algún día estaría frente a un pelotón de fusilamiento y estaría recordando estos momentos.

"La muerte de Remedios no le produjo la conmoción que temía. Fue más bien un sordo sentimiento de rabia que paulatinamente se disolvió en una frustración solitaria y pasiva, semejante a la que experimentó en los tiempos en que estaba resignado a vivir sin mujer."

Su suegro Moscote enseña a Aureliano la diferencia entre liberales y conservadores.

Se convocan elecciones. Los soldados confiscan al pueblo todo lo que pudiera servir como arma, hasta cuchillos de mesa.

Moscote realiza un fraude en las urnas, añadiendo papeletas azules, para favorecer al bando conservador. Ello lo hace ante los ojos de su yerno.

PÁG. 42

Alirio Noguera era un doctor falso que llegó a Macondo. En realidad era un izquierdista que planeaba derribar el conservadurismo, y que había convencido a varios jóvenes de que la violencia era el camino.

Aureliano fingió un mal hepático para consultar al falso homeópata. "En el cuchitril oloroso a telaraña alcanforada se encontró con una especie de iguana polvorienta cuyos pulmones silbaban al respirar."

El doctor Noguera le confesó sus planes, bastante violentos, pues incluían asesinar a familias enteras, incluso a la de Apolinar Moscote.

PÁGS. 43 y 44



Estalla la guerra. Aureliano se une a ella, pero promete respetar a Apolinar Moscote.

En estas páginas termina García Márquez la quinta parte de su obra.



PÁG. 45

"El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos."

Dejó a Macondo en manos de Arcadio, quien se convirtió en un tirano.

Un día estuvo a punto de fusilar a Apolinar, pero Úrsula lo impidió, golpeándolo con un rebenque.

"Y mátame a mí también, hijo de mala mama. Así no tendré ojos para llorar la vergüenza de haber criado un fenómeno."

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MensajePublicado: Abr 30 2014    Título:
Giordano_Bruno | | Invitado

Bien Mudochi, vas guiando una lectura.

GBN

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MensajePublicado: Abr 30 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 46

Úrsula tomó las riendas del pueblo, restableciendo prácticas conservadoras, como la misa dominical.

Úrsula, queriendo que Arcadio Buendía reaccionase, le inventaba que todo marchaba bien, pero él seguía absorto.

Pietro Crespi se iba enamorando de Amaranta. Recibía misivas de Italia. "A veces, ante una acuarela de Venecia, la nostalgia transformaba en tibios aromas de flores el olor de fango y mariscos podridos de los canales."

PÁG. 47


Pietro Crespi "preparó un canto gregoriano que puso una nota espléndida en el ritual taciturno del padre Nicanor".

Pietro propuso a Amaranta casarse el mes entrante, pero sorpresivamente, ella lo rechazó.

Pietro llegó a llorar en el regazo de Úrsula y a acosar a las amigas de Amaranta, enviándole misivas con ánimos de reconquistarla.

Finalmente, optó por suicidarse cortándose las venas.

Úrsula, opiniéndose al padre Nicanor, quiso enterrarlo.

Amarante "oyó desde su cama el llanto de Úrsula, los pasos y murmullos de la multitud que invadió la casa, los aullidos de las plañideras, y luego un hondo silencio oloroso a flores pisoteadas".

Amaranta, presa del remordimiento, se quemó la mano en brasas (castigo que recuerda el que se autoinfligió Pepe el Toro cuando golpeó a la Chorreada) y se envolvió la mano con gasa negra, venda que habría de llevar hasta la muerte.

PÁG. 48


Arcadio proclamó luto por la muerte de Pietro Crespi. Úrsula creyó que regresaba la oveja perdida, pero en realidad nunca había tenido a Arcadio Éste creció un tanto ajeno a la realidad de los demás habitantes de la casa, vistiendo siempre ropa usada que le heredaba Aureliano. "Arcadio sufría con sus zapatos demasiado grandes, con sus pantalones remendados, con sus nalgas de mujer" (García Márquez utiliza por segunda vez en su obra esa alusión: "nalgas de mujer"; la primera vez fue acerca de Pietro Crespi.) Melquíades fue el único allegado a José Arcadio, quien lloró en secreto su muerte.

Arcadio quiso tener s*xo con Pilar Ternera, pero ella lo rechazó, horrorizada. Lo engañó, citándolo para la noche. En su lugar mandó a otra mujer, a la cual pagó la mitad de sus ahorros (y la otra mitad fue para los padres de la chica).

Santa Sofía de la Piedad tenía "los senos inflados y ciegos con pezones de hombre, y el s*xo pétreo y redondo como una nuez, y la ternura caótica de la inexperiencia exaltada".

PÁG. 49

Arcadio visitó a José Arcadio y Rebeca. Éste había incurrido en actos de corrupción. Con el pretexto de que Aureliano Buendía no estaba en sus cabales cuando repartió las tierras, comenzó a quitarles propiedades a los vecinos, o a "rentear" a aquellos cuyas tierras no le llamaban la atención.

Arcadio no hizo caso a las quejas contra José Arcadio, sino que se puso en complicidad con éste, repartiéndose el usufructo de sus felonías. Úrsula montó en cólera cuando vio las riquezas ilícitas de Arcadio. "Eres la vergüenza de nuestro apellido."

Pero de repente surgió lo inesperado. Una anciana llegó a Macondo y se acercó a Arcadio. Le hizo el saludo militar. Reveló ser un hombre disfrazado, el coronel Gregorio Stevenson.


PÁG. 50

El coronel le dio la infausta noticia de que los liberales estaban prácticamente derrotados y debían entregar la plaza. Para comprobar la veracidad de sus palabras, le entregó a Aurelio un pescado de oro.

A fines de marzo llegaron las tropas enemigas. Un cañonazo desbarató la torre del templo. Las paupérrimas fuerzas militares de Arcadio resultaban a todas luces insuficientes para enfrentar al rival. Hasta las mujeres salieron a la calle, armadas de palos y cuchillos de cocina. La derrota era inminente.

Arcadio llevó a Amaranta con Úrsula. "La lluvia cedía, pero las calles estaban resbaladizas y blandas como jabón derretido, y había que adivinar las distancias en la oscuridad."

Los soldados apresaron a Arcadio. El supuesto coronel Gregorio Stevenson liberó a los presos y murió tras heroica resistencia.

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MensajePublicado: May 01 2014    Título:
Giordano_Bruno | | Invitado

Hay que leerlo, voy a hacerme un tiempo, yo tengo en la Biblioteca los 100 años, pero la lectura de otras cosas siempre me absorbe. Al terminar en 2015 todo esto que estoy haciendo, lo voy a leer hasta terminarlo. Por lo pronto leo tu reseña.

GBN

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MensajePublicado: May 01 2014    Título:
mudochi | | Invitado

Yo ahorita estoy leyendo esa obra y jugando ciberpartidas de ajedrez porque ando de vacaciones.

Ya cuando me llamen a chambear de nuevo, va a estar difícil mantener ese "sano ocio".

Responder

MensajePublicado: May 01 2014    Título:
Giordano_Bruno | | Invitado

Loable labor que se agradece.

GBN

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MensajePublicado: May 03 2014    Título:
mudochi | | Invitado

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Al amanecer Arcadio fue fusilado.

No sentía miedo, sino una extraña tranquilidad. Comenzó a acordarse de muchas personas cercanas, como de Santa Sofía de la Piedad; "añoró su cabello chorreando sobre los hombros y sus pestañas que parecían artificiales".

Como última voluntad, pidió que a su hijo por nacer le pusieran José Arcadio si era hombre, y Úrsula si era mujer.

"Camino del cementerio, bajo la llovizna persistente, Arcadio observó que en el horizonte despuntaba un miércoles radiante. La nostalgia se desvanecía con la niebla y dejaba en su lugar una inmensa curiosidad."

Rebeca, asomada, le hizo la seña de adiós con la mano a Arcadio.

El capitán Roque Carnicero ordenó la ejecución. "cabr..., vida el partido liberal", gritaba, sin comprender ni "de dónde fluía el líquido ardiente que le quemaba los muslos".

Aquí termina García Márquez la sexta parte de su obra, y en la siguiente página empieza la parte VII.

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La guerra terminó. Se anunció castigo para los rebeldes. El coronel Aureliano Buendía fue arrestado.

"Tenía la ropa desgarrada, el cabello y la barba enmarañados, y estaba descalzo."

Aureliano sería fusilado al amanecer. Úrsula se abrió paso para visitarlo en su celda.

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Úrsula le entregó una pistola a Aureliano, quien le dijo que no le serviría de nada, pero la aceptó por si acaso registraban a la señora al salir.

Sostuvieron la conversación "cotidiana de siempre".

Úrsula le dio un dulce de leche y le recomendó piedras calientes para los golondrinos que le habían salido en las axilas.

Aureliano le entregó a Úrsula unos versos escritos a Remedios. Le pidió que nadie los leyera. Aureliano le dijo a Úrsula que no se despidiera, que hiciera de cuenta que lo habían fusilado hace tiempo. Ella se mordió los labios para no llorar.


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Aureliano presagiaba la muerte, y ello le había salvado la vida en varias ocasiones, como cuando una mujer estuvo a punto de dispararle fingiendo buscarlo para tener s*xo (a la Judith y Holofernes). Pero en cambio, su don del presagio le falló un día que apuñalaron a un amigo suyo.

En esta ocasión la muerte no se le anunciaba.

Aureliano, atormentado todo el tiempo por el dolor de sus golondrinos (inflamaciones) axilares, sentía rabia de morir y dejar tantas cosas sin terminar.

Los soldados temían ejecutar la sentencia porque se rumoreaba que todos ellos serían asesinados por la venganza del pueblo.

Una papeleta en un sorteo señaló a Roque Carnicero como el encargado de dirigir la ejecución.

Rebeca y José Arcadio se asomaron por la ventana cuando Aureliano era conducido al paredón.

Aureliano se sentía impotente: "Tanto joderse para que lo maten a uno seis maricas sin poder nada" y secretaba bilis del coraje: "una sustancia viscosa y amarga que le adormeció la lengua y lo obligó a cerrar los ojos".

"Entonces desapareció el resplandor de aluminio del amanecer" y volvió a verse a sí mismo de niño, cuando descubrió el hielo.

De repente oyó un grito que creyó que era la orden de dispararle, por lo que esperó "encontrarse con la trayectoria incandescente de los proyectiles".

José Arcadio había llegado a su rescate y apuntaba con una escopeta al capitán Roque Carnicero.

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MensajePublicado: May 03 2014    Título:
mudochi | | Invitado

PÁG. 55

"Ahí empezó otra guerra. El capitán Roque Carnicero y sus seis hombres se fueron con el coronel Aureliano Buendía a liberar al general revolucionario Victorio Medina, condenado a muerte en Riohacha."

Llegaron tarde. Él ya había sido fusilado, pero ahí establecieron un cuartel general. Informes de telégrafo contradictorios ubicaban a Buendía en diferentes sitios, de donde surgió la leyenda de su ubicuidad.

Sus enemigos advirtieron telegráficamente a Aureliano que fusilarían a un cautivo, el coronel Gerineldo Márquez, si no replegaba sus fuerzas.

A Aureliano le alegró saber que ya existía telégrafo en Macondo y replicó con otra amenaza: que de proceder así, él ejecutaría a todos los oficiales enemigos presos, comenzando por los generales.

La casa de los Buendía estaba llena de niños. Contra la última voluntad de Arcadio, a la niña se le bautizó como Remedios. Además nacieron otros dos gemelos de Sofía. Úrsula estableción un parvulario en su casa, con todos esos niños y los de vecinas.

"Cuando regresó el coronel Aureliano Buendía, entre estampidos de cohetes y repiques de campanas, un coro infantil le dio la bienvenida a casa. Aureliano Buendía, largo como su abuelo, vestido de oficial revolucionario, le rindió honores militares."

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Una noticia era mala: la muerte de José Arcadio, con Rebeca como la sospechosa del crimen.

Resulta que ellos fueron a vivir a la casa construida por Arcadio, "a la sombra de un almendro privilegiado con tres nidos de petirrojos, con una puerta grande para visitas y cuatro ventanas para la luz".


José Arcadio regresaba de una cacería. Dejó los perros amarrados y los conejos colgados. Rebeca alega que estaba en el baño y no se dio cuenta de nada. El caso es que "el estampido de un pistoletazo retumbó la casa".

García Márquez dedica aquí mucho texto para describir el recorrido de la sangre que salió del oído de la víctima: "salió por debajo de la puerta, atravesó la puerta, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos...", hasta pasar por donde estaban Amaranta y Aureliano José.

Amaranta siguió el hilo de la sangre hasta encontrar el cadáver de Arcadio. Tras inútiles esfuerzos por conservarlo, lo enterraron.

El cadáver seguía oliendo muy fuerte a pesar de estar herméticamente cerrado el ataúd. "El cementerio siguió oliendo a pólvora hasta muchos años después, cuando los ingenieros de la compañía bananera recibieron la sepultura con una coraza de hormigón."

Rebeca vivió el resto de su vida encerrada, "cubierta con una costra de desdén que ninguna tentación logró romper".

Sólo en una ocasión, ya de anciana, salió a la calle, "por la época en que pasó por el pueblo el Judío Errante y provocó un calor tan intenso que los pájaros rompían las alambreras de las ventanas para dormir en los dormitorios".

Lo último que se supo de ella es que mató de un tiro a un ladrón que intentó entrar en su domicilio.


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Aureliano Buendía estaba preocupado, pues su triunfo era tan sólo aparente. Las tropas enemigas se replegaban, pero en realidad lo iban acorralando contra el mar.

La situación política era muy confusa. El propio padre Nicanor resaltaba la contradicción de que hubieran sido los masones quienes repararon la torre del templo derribada.

Aureliano, tendido en una hamaca, se lamentaba de que los liberales de partido estuvieran mendigando un asiento en el Congreso.

"Evocaba la imagen de los abogados vestidos de negro que abandonaban al palacio presidencial en el hielo de la madrugada con el cuello de los abrigos levantado hasta las orejas, frotándose las manos, cuchicheando, refugiándose en los cafetines lúgubres del amanecer, para especular sobre lo que quiso decir el presidente", mientras Aureliano "espantaba mosquitos a treinta y cinco grados de temperatura, sintiendo aproximarse el alba terrible en que tendría que dar a sus hombres la orden de tirarse al mar".

Pilar Ternera le leyó las cartas y le vaticinó: "cuídate la boca".

Intentaron envenenar a Aureliano en un café, pero Úrsula lo salvó con lavados estomacales.

Aureliano preguntó a Gerineldo Márquez que por qué estaba peleando, a lo que éste le respondió que por la causa liberal.

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Aureliano Buendía admitió que él sólo peleaba por orgullo, mas aclaró que no sabía qué era peor, si eso o pelear por "algo que no significa nada para nadie".

Ese orgullo le había impedido aceptar ayuda militar del interior del país, mientras no retiraran su clasificación como bandolero.

Designó como jefe militar de Macondo a Gerineldo Márquez.

Gerineldo, algún día, había declarado su amor a Amaranta, la cual lo despreció, pues amaba a Pietro Crespi.

Sin embargo, tiempo después, él siguió cortejándola desde la cárcel, encargándole el bordado de pañuelos.

Úrsula le envió a Gerineldo unos bizcochos a la cárcel, con Amaranta, a la cual le aconsejó casarse don él. "No necesito andar cazando hombres", replicó, y añadió que sólo se los llevaba porque presagiaba que lo fusilarían.

En esa época el Gobierno hizo pública su amenaza de fusilar a Gerinaldo. Amaranta lloró porque creyó que le había echado la salación.

Ya cuando libró la ejecución frecuentó la casa de Úrsula y jugaba damas chinas con Amaranta. Ella volvió a rechazar su declaración amorosa.

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MensajePublicado: May 03 2014    Título:
mudochi | | Invitado

Pues bien... Ya hemos leído una tercera parte de la obra.




¿Cómo la ven?

Yo creo que los primeros capítulos iban un tanto lentones, pero al ir pasando el tiempo como que se va compenetrando uno más en la obra.

¿Realmente podría rivalizar García Márquez con un Shakespeare? ¿O simplemente se trata de estilos diferentes y por tanto muy difíciles de comparar?

Cada quien tiene su respuesta. Pero lo importante es conocer las obras básicas, esas de las que todo el mundo habla pero que en realidad no todo el mundo ha leído.



REBECA



PIETRO CRESPO





ÚRSULA





JOSÉ ARCADIO


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MensajePublicado: May 05 2014    Título:
morpheus142 | | Invitado

No sabría decir muy bien por qué, pero a mí los Premios Nobel hispanoparlantes me dan una flojera infinita. Ni para hojear sus libros (la verdad), habiendo tantas opciones. Por poner un ejemplo, el gran Santiago Posteguillo logra con "Las legiones malditas" una mucho mejor obra que el libro en comento.

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