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¿Vives con tu pareja y no estás casado por La Iglesia?

MensajePublicado: Mar 14 2011    Título: SALUDOS!

Cita:
cuando estudio geografia, mi maestro me dice que del otro lado del oceano Pacifico esta Japon y China y Mongolia, etc., y no necesito ir a ver esos paises para saber que existen, solo debo tener fe en mi maestro.


QUE TAL JUANJO!

PERO A JAPON, CHINA Y MONGOLIA PUEDES VIAJAR CUANDO QUIERAS Y PUEDAS PARA CORROBORAR LO QUE TU MAESTRO TE DIJO...

CON DIOS COMO LO CORROBORAS?...

SALUDOS!

TOUAREG

ESPERO UNA RESPUESTA SIMPLE Y CON SUSTENTO, GRACIAS!

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MensajePublicado: Mar 15 2011    Título:
Juanjo3722 | | Invitado

A tu maestro de geografia no le interpones dudas porque tiene autoridad para decirte esas cosas de geografia, ¿por que a los teologos y a los Sacerdotes les pides una comprobacion? Ellos tienen autoridad para hablar de Dios. Si tu niegas a Dios es por conveniencia, porque crees que te conviene, es mas bien porque te estorba para los planes que tienes y porque quieres evadir tus responsabilidades morales, pero el hecho de negarlo no significa que no exista, El no necesita de ti ni de mi, no le importa si crees en El o no.
Por otro lado es demasiada soberbia queres saberlo todo; cuando vas con un doctor y te dice que tienes una enfermedad, no es necesario que te lo compruebe, cuando menos yo no se lo pido, no sirve de nada dudar de su diagnostico, el hecho de que dude del diagnostico no me va a quitar la enfermedad.
Otrto ejemplo es: estoy seguro de que mi Mama es mi mama, y lo se por la fe, no lo puedo comprobar, entre otras cosas porque ya se murio; es necesarisima la fe, aun en terrenos humanos, sobre todo cuando te casas, si no le crees a tu pareja, no es logico que te cases con ella. La inteligencia, ademas de limitada es muy poco importante, desgraciadamente casi en todas las epocas se le adora y se le da el lugar de idolo, creemos que es lo mas importante en el mundo y en la vida, pero es mucho mas importante la fe, y es mucho mas importante el amor que la misma fe y que la inteligencia, y el amor es muy diferente y hasta "contrario" en muchas ocasiones a "la inteligencia"; muchas cosas que hacemos por amor otras personas las consideran ILOGICAS, y en eso consiste presisamente el amor: en estar locos por la persona que amamos.
La "definicion" mas apropiada de Dios es: Dios es Amor, es el AMOR por excelencia, y en ese sentido es ilogico querer comprobar INTELECTUALMENTE que El existe, ¿como demuestras que el amor existe?... lo mas apropiado es demostrarlo con amor, no con inteligencia, seria ILOGICO explicar el amor intelectualmente, sobre todo porque son dos cosas muy diferentes y en algunos casos contrarias. Yo estoy seguro de que Dios existe por el Amor que me ha dado y que me sigue dando y que me dara, y tambien por el amor que yo le tengo a El y a todas las personas, yo no podria dar amor si no me lo hubiera dado "Alguen" antes, y ese Alguen es Dios.
Si embargo a Dios lo vemos todos los dias en todas partes, y lo "deducimos" al ver todas las maravillas que El creo, no es logico que tantas maravillas se hayan hecho y se lleven a cabo al azar o pr si solas, incluso Einstein tiene una frace celebre a la que llego despues de sus muchos estudios: "Dios no juega a los dados..." y con esa frace nos quiere decir que lo que conocemos como "Naturaleza" es muy sabia, y esa sabiduria es uno de los atributos de Dios.

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MensajePublicado: Mar 15 2011    Título: claro

claro que a cualquier maestro le cuestiono!!!!!!! es la esencia del conocimiento!!!!!!! la autoridad sólo debe llevar al respeto, no a la incuestionabilidad!!!! y más si el maestro dice una sandez que luego, al ser cuestionado, se ofende y se niega o a comprobar o a retractarse!!! en ese momento se pierde el respeto, no el conocimiento!!!

si te duele un ojo y el doctor te dice que tienes cáncer de espalda, claro que puedes cuestionarlo! claro que vas a pedir otra opinión y sobre todo si el doctor se niega a mostrarte resultados, expediente, exámenes (sabes que incluso el paciente tiene el derecho a acceder a todos los documentos y resultados de su expediente) sólo porque se siente ofendido por ser cuestionado!!!!!

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MensajePublicado: Mar 15 2011    Título:

QUE TAL JUANJO!

EN MI OPINION DIGO QUE TODO ES CUESTIONABLE, CUESTIONAR NO ES MALO, DE HECHO NOS ACERCA A LA VERDAD... SIEMPRE ESTAMOS EN EL DERECHO DE CUESTIONAR Y SER CUESTIONADOS... NO VEO NADA NEGATIVO EN HACERLO.

MENCIONAS QUE DIOS NO NECESITA DE NOSOTROS, Y MUCHO MENOS LE IMPORTA SI CREEMOS EN EL O NO....

ENTONCES LA GRAN CUESTION ES: ¿PARA QUE LO NECESITAMOS? ¿DE QUE SIRVE DIOS? ¿ EN QUE NOS BENEFICIA SU "PRESENCIA" EN NUESTRAS VIDAS?

SON SIMPLES PREGUNTAS JUANJO...

AH! Y OTRA COSA, YO NO CREO EN DIOS NO POR QUE NO ME CONVENGA, EN QUE ME PUEDE CONVENIR NO CREER EN DIOS? A QUE CLASE DE RESPONSABILIDADES TE REFIERES QUE EVADO?... YO TRABAJO, PAGO MIS IMPUESTOS, SOY UNA PERSONA DECENTE Y RESPETUOSA, ME PREOCUPO POR LA NATURALEZA Y LAS PERSONAS...

NO ENTIENDO EN QUE PUEDO ESTAR EVADIENDO MI RESPONSABILIDAD?

YO NO NIEGO A DIOS, SOLO ESTOY CONVENCIDO DE QUE NO ES EN ABSOLUTO NECESARIO PARA SER UNA BUENA Y FELIZ PERSONA...

ESPERO QUE CONTESTES LAS PREGUNTAS, CLARAS Y RESPETUOSAS QUE TE HICE

SALUDOS!

TOUAREG

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MensajePublicado: Mar 15 2011    Título: lo

lo que pasa es que juango asume que los valores éticos y morales sólo pueden emanar de la religión, y no concibe que existan valores éticos y morales, quizá equivalentes, quizá en el fondo con el mismo significado, pero que se asumen no por un temor a dios o una obediencia a su mandato, sino porque hay gente que está convencida de que es lo correcto seguirlos

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
Juanjo3722 | | Invitado

Vamos a no engañarnos... - Dios no es una sombra, un ser lejano, que nos crea y luego nos abandona; no es un amo que se va y ya no vuelve. Aunque no lo percibamos con nuestros sentidos, su existencia es mucho más verdadera que la de todas las realidades que tocamos y vemos. Dios está aquí, con nosotros, presente, vivo: nos ve, nos oye, nos dirige, y contempla nuestras menores acciones, nuestras intenciones más escondidas.
Creemos esto..., pero vivimos como si Dios no existiera! Porque no tenemos para El ni un pensamiento, ni una palabra; porque no le obedecemos, ni tratamos de dominar nuestras pasiones; porque no le expresamos amor, ni le desagraviamos...
- ¿Vamos a seguir viviendo con una fe muerta?
Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando. ! Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la par que se enternece su corazón, conocedor de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien! Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.
Si vivimos con presencia de Dios realizamos nuestras actividades y obligaciones con sentido común, las terminamos (aunque nos rinda el cansancio), las acabamos bien..., y nuestras obras agradan a Dios.
Si tenemos presencia de Dios, por encima de la tempestad, en nuestra mirada brillará siempre el sol; y, por debajo del oleaje tumultuoso y devastador, reinarán en nuestra alma la calma y la serenidad.
¿Sabes cómo se conduce un buen cristiano en todos los ámbitos de la vida? ¿Crees que los únicos pecados que existen son matar, robar y mentir, como comúnmente lo piensa la mayoría de las personas y, en general, “la sociedad”? ¿Sabes lo que es un Pecado y por qué un Pecado es malo, no solo para nosotros mismos sino también para la humanidad?
Está de moda la costumbre de vivir en pecado y, como es una moda, se considera normal, es bien vista y bien aceptada; peo ¿sabes que significa vivir así? Es una situación lamentable porque no solo afecta a quienes practican ese tipo de vida, ya que, por la “Comunión de los Santos” resultamos afectados todos los miembros de La Iglesia y en general toda la Humanidad porque una de las notas de La Iglesia es la Unidad, la cual se manifiesta y se lleva a cabo mediante y a través de esa Comunión de los Santos que no es otra cosa que la dependencia que tenemos entre sí todos los bautizados, la cual nos dispone para recibir ayuda por medio de las oraciones y de las buenas acciones de todos los miembros de La Iglesia, de manera que, si yo me porto bien, a todos los miembros de La Iglesia les afecta positivamente, pero, si me porto mal, todos los miembros son afectados negativamente; de hecho esa es una de las causas que impiden a la Humanidad desarrollarse como a Dios le gustaría que ocurriera, ya que cada quien quiere vivir sin preocuparse de los demás, afectándonos no solo con esa actitud de egoísmo, sino también porque Dios no puede otorgarle más gracias a La misma Iglesia ni a la Humanidad porque en esas personas que no quieren portarse bien Dios ve un “hoyo” por donde se fuga mucho de la Gracia que Él nos ofrece continuamente y que de hecho nos otorga en cada momento, pero que se desperdicia escapándose por esos “hoyos”.
Con tu conducta de ciudadano cristiano, muestra a la gente la diferencia que hay entre vivir tristes y vivir alegres; entre sentirse tímidos y sentirse audaces; entre actuar con cautela, con doblez... con hipocresía!, y actuar como hombres sencillos y de una pieza. - En una palabra, entre ser mundanos y ser hijos de Dios.

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
Juanjo3722 | | Invitado

¿Sabías que existen 5 Formas de cometer pecados?:
- De Pensamiento
- De Deseo
- De Palabra
- De Obra (Actos o Acciones)
- De Omisión (Dejar de cumplir una obligación). Y en este sentido se practican muchos pecados (más de los que nos imaginamos ordinariamente), sobre todo faltar a Misa, dejar de comulgar por lo menos una vez al año, pagar impuestos, cumplir con el pago de la cooperación diocesana al final del año litúrgico, etc.

Una de nuestras obligaciones morales es darle gloria a Dios, y hay muchas otras que podemos ver enseguida.
Este es un examen de conciencia muy completo:

1. ¿Conozco bien las principales Verdades de la Fe? ¿He admitido en serio alguna duda contra esas Verdades? ¿He llegado a negar la fe o algunas de sus Verdades, en mi pensamiento o delante de los demás? ¿Creo todo lo que enseña La Iglesia? ¿Discuto sus mandatos olvidando que son mandatos de Cristo?

2. ¿Estoy consciente de que Dios es mi Padre? ¿Creo que Dios es La Santísima Trinidad? ¿Sé que La Santísima Trinidad es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo? ¿Estoy consciente de que Las tres Personas de La Santísima Trinidad son igualmente dignas de gloria y majestad eternas?

3. ¿Estoy enterado de que todo el que quiera salvarse, es preciso ante todo que profese la fe católica?

4. ¿He abandonado los medios que son por sí mismos indispensables y necesarios para mi salvación? ¿He procurado alcanzar la debida formación religiosa? ¿Uso los dones que Dios me dio para su gloria? ¿Me preocupo por conocer y fomentar mi fe católica mediante La Biblia, El Magisterio Eclesial y La Tradición de La Iglesia o me quedo con mi propio modo de interpretar a Dios y a la religión?

5. ¿Conozco que existen el diablo y el infierno? ¿Sé que la existencia de esas dos cosas son dogmas de Fe? ¿Estoy consciente de que al diablo le conviene que yo no sepa que él existe o que no lo tome en cuenta o que no lo tome en serio, debido a que así puede actuar con más eficacia?

6. ¿Son para mí más importantes que Dios mi familia, mi trabajo, mis apostolados, mis programas, mis ideas u otras cosas buenas en sí pero que pueden llegar a ser malas si las considero más importantes que Dios? ¿Son para mí más importantes la inteligencia, la ciencia humana, la razón o el racionalismo y el intelectualismo que Dios y que la Religión? ¿Sé lo que son el hedonismo y el relativismo moral (o la moral relativista) y estoy consciente de que son unas ideologías y unas formas de vivir contrarias a la Verdad? ¿Es la Moral el criterio que rige mi vida y la pongo en práctica o cuando menos procuro ponerla en práctica?

7. ¿He faltado a Misa los Domingos o los días de precepto por culpa mía? ¿Conozco cuáles son los días de precepto en mi país? ¿Me he distraído voluntariamente o he llegado tan tarde como para no cumplir con ese precepto? ¿He impedido que cumplan con este Mandamiento las personas que dependen de mí?

8. ¿Procuro denunciar directa o indirectamente, con caridad y humildad, en la medida de lo posible y tomando en cuenta la prudencia, la justicia, la rectitud de intensión y el sentido común, conductas en mi prójimo que van en contra de la Moral, sabiendo que esas denuncias son (o deberían ser) consecuencia y manifestación de mi filiación divina? ¿Le doy más importancia a lo que “vayan a decir” o “vayan a pensar” los demás cuando cumplo o pienso cumplir mis obligaciones Morales o, incluso, considero que eso que pueden pensar o decir los demás es más importante que Dios Mismo o más importante que la Moral o más importante que mis obligaciones morales?
No es malo comportarse bien por nobles razones humanas. - Pero... qué diferencia cuando "mandan" las sobrenaturales! (San Josemaría Escrivá)

9. ¿He hablado sin reverencia de las cosas santas, de los Sacramentos, de la Iglesia, de sus Ministros? ¿Interpreto las cosas de Dios con el criterio del Magisterio de La Iglesia?

10. ¿Creo en supersticiones? ¿Acepto doctrinas o ideologías contrarias a lo que enseña La Iglesia?

11. ¿Me he confesado y comulgado cuando menos una vez al año, conforme al 5º Mandamiento de La Iglesia? ¿He comulgado alguna vez sin haber confesado mis pecados mortales ante un Sacerdote? ¿He comulgado sin haber cuidado el ayuno eucarístico (cuando menos una hora antes de recibir la comunión)? ¿Me he callado intencionalmente por vergüenza algún pecado mortal al confesarme? ¿Cumplí la penitencia que me impuso el Sacerdote en la última confesión? ¿He hecho penitencia por mi cuenta por mis pecados? ¿Excuso o justifico mis pecados? ¿Sé lo que es un pecado mortal y lo que significa para Dios, para Mí y para La Iglesia? ¿Estoy consciente de que si no me confieso y/o no comulgo cuando menos una vez al año cometo por ese (esos) concepto(s) otro(s) pecado(s) grave(s) que se van acumulando a mi conciencia y a mi deuda con Dios en estos respectos?

12. ¿He cumplido con el ayuno (estando bien de salud) los Miércoles de Coniza y los Viernes Santos de todos los años? ¿He cumplido la abstinencia de comer carne los viernes de Cuaresma de cada año?

13. ¿Pongo los medios para adquirir una cultura religiosa que me capacite para ser testimonio de Cristo con el ejemplo y la palabra?

14. ¿He leído libros, revistas o periódicos o he visto películas, novelas o programas que van contra la fe o contra la moral o que promueven anti valores o pecados, consciente de que solo con verlos estoy contribuyendo y fomentando esos anti valores o pecados, y sabiendo que el simple hecho de verlos o leerlos es exponerme a una ocasión de cometer un pecado? ¿Los di a leer o a ver a otros o los he prestado, recomendado o promovido?

15. ¿Trato de aumentar mi fe y amor a Dios?

16. ¿Conozco las principales oraciones que un cristiano debe poner en practica todos los días? ¿Procuro practicarlas ordinariamente?

17. ¿He abandonado el trato con Dios en la oración o en los sacramentos?

18. ¿He blasfemado? ¿Lo he hecho delante de otros?

19. ¿He hecho algún juramento o promesa y he dejado de cumplirlo por mi culpa? ¿Estoy consciente de que no es bueno hacer juramentos ni promesas por el peligro que representa el no cumplirlos?

20. ¿He honrado el santo Nombre de Dios? ¿He pronunciado el Nombre de Dios sin respeto, con enojo, burla o de alguna manera poco respetuosa o con irreverencia?

21. ¿He jurado sin verdad? ¿Lo he hecho sin necesidad, sin prudencia o por cosas de poca importancia?

22. ¿He jurado hacer algún mal? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse de ese juramento?

23. ¿Manifiesto respeto y cariño hacia mis padres, familiares (especialmente los mayores que yo) y superiores, y hacia la patria y sus autoridades? ¿Respeto de manera especial a los Obispos, Sacerdotes y Diáconos? ¿Estoy consciente de que es una obligación importante rezar por ellos?

24. ¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes? ¿Les he entristecido con mi conducta? ¿He dejado de ayudarles en sus necesidades espirituales o materiales?
25. ¿Hago lo posible por vencer la rutina en la convivencia con mi esposo(a)? ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida matrimonial o familiar? ¿He reñido con mi consorte? ¿He tenido malos tratos de palabra o de obra con él (ella)? ¿He evitando la perdida de autoridad de mi cónyuge, no reprendiéndole, ni contradiciéndole o no discutiendo con él (ella) delante de los hijos o de otras personas? ¿Le he desobedecido, avergonzado u ofendido? ¿He dado con ello mal ejemplo? ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones domésticas? ¿He dejado demasiado tiempo solo a mi consorte? ¿He procurado avivar la fe en la Providencia y ganar lo suficiente para poder tener o educar a más hijos? ¿Pudiendo hacerlo he dejado de ayudar a mis parientes en sus necesidades espirituales o materiales?

26. ¿He dado mal ejemplo a mis hijos no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, sociales y/o profesionales? ¿Les he entristecido con mi conducta? ¿Les he corregido con enojo y/o injustamente en sus defectos o se los he pasado por alto por comodidad? ¿He descuidado mi obligación de ayudarles a cumplir sus deberes religiosos y de evitar las malas compañías? ¿He abusado de mi autoridad y ascendiente forzándoles a recibir los sacramentos, sin pensar que por vergüenza o excusa humana, podrían hacerlo sin las debidas disposiciones?

27. ¿He impedido que mis hijos sigan la vocación con que Dios les llama a su servicio? ¿Les he puesto obstáculos o les he aconsejado mal? Al orientarles en su formación profesional, ¿me he guiado por razones objetivas de capacidad y medios, o he seguido más bien los dictados de mi vanidad o egoísmo? ¿Me preocupo de modo constante por su formación en el aspecto religioso? ¿Me he preocupado también de la formación religiosa y moral de las otras personas que viven en mi casa o que dependen de mí? ¿Me he opuesto a su matrimonio sin causa razonable?

28. ¿Permito que trabajen o estudien en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo? ¿He descuidado la natural vigilancia en las reuniones de chicos y chicas que se tengan en casa evitando dejarles solos? ¿Soy prudente a la hora de orientar sus diversiones? ¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa? ¿Sacrifico mis gustos, caprichos y diversiones para cumplir con mi deber de dedicación a la familia? ¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿He sabido crear un clima de familiaridad evitando la desconfianza y los modos que impiden la legítima libertad de los hijos? ¿Doy a conocer a mis hijos el origen de la vida, de un modo gradual, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprender, anticipándome ligeramente a su natural curiosidad? ¿Evito los conflictos con los hijos no dando importancia a pequeñeces que se superan con un poco de sentido común o buen humor?

29. ¿Soy egoísta con las cosas que tengo, y me duele dejarlas a los demás hermanos? ¿He reñido con mis hermanos? ¿Soy envidioso y me duele que otros (hermanos, amigos y/o compañeros) destaquen más que yo en algún aspecto? ¿He dado mal ejemplo a mis hermanos y a los que me rodean? ¿He inducido o ayudado a otros a cometer algún pecado?

30. ¿Permanezco indiferente ante las necesidades, problemas y sufrimientos de la gente que me rodea, principalmente de los que están cerca de mí por razones de lazos de sangre, convivencia o trabajo? ¿Soy causa de tristeza para mis familiares, amigos, conocidos o compañeros de trabajo por negligencia, descortesía o mal carácter? ¿He dado mal ejemplo a mis hijos no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares o profesionales? ¿Les he entristecido con mi conducta?

31. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra? ¿Tengo enemistad, odio o rencor hacia alguien? ¿He deseado un mal grave al prójimo? ¿Me he alegrado de los males que le han ocurrido? ¿Me he dejado dominar por la envidia? ¿Me he dejado llevar por la ira? ¿He causado con ello disgusto a otras personas? ¿He despreciado a mi prójimo? ¿Me he burlado de otros o les he criticado, molestado o ridiculizado?

32. Con mi conversación, mi modo de vestir, mi invitación a presenciar algún espectáculo, en vivo o en televisión, o con el préstamo de algún libro o revista, ¿he sido la causa de que otros pecasen? ¿He tratado de reparar ese escándalo?

33. ¿He llegado a herir o quitar la vida al prójimo? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos? ¿He agredido a alguien verbalmente?

34. ¿He practicado o colaborado en la realización de algún aborto, y estoy consciente de que contribuir directa o indirectamente en un aborto es un pecado gravísimo que merece la excomunión? ¿He abortado o inducido a alguien a abortar, y estoy enterado de que abortar es un pecado gravísimo que amerita la excomunión? ¿He contribuido a adelantar la muerte a algún enfermo con pretextos de evitar sufrimientos o sacrificios, sabiendo que esa práctica es eutanasia y que es un homicidio?
35. ¿He descuidado mi salud? ¿Estoy consciente de que descuidar mi salud es un pecado y que puede llegar a ser grave? ¿He atentado contra mi vida? ¿Me he embriagado o bebido en exceso o ingerido drogas? ¿Me he dejado dominar por la gula, es decir, por el placer de comer y beber más allá de lo necesario y en general por darle gusto de forma exagerada a los sentidos (vista, oído y gusto principalmente)? ¿Me he deseado seriamente la muerte o he buscado la muerte en vez de abandonarme en la Providencia de Dios?
• ¿Me he preocupado del bien del prójimo, avisándole del peligro material o espiritual en que se encuentra o corrigiéndole como pide la caridad cristiana?

36. ¿He tenido relaciones s*xual sin estar debidamente casado con quien las he tenido? ¿He tenido relaciones s*xual con una persona diferente a mi esposo real o esposa real, es decir, con una persona que no sea mi cónyuge según la Ley de Dios? ¿He violado, parcial o totalmente, a alguna Mujer? ¿Me he mastur*, solo o con otra persona? ¿He practicado orgías? ¿He intercambiado a mi cónyuge en la práctica del s*xo? ¿He mirado con deleite s*xual consciente a una persona que no sea mi cónyuge según la Ley de Dios? ¿He deseado s*xual a una persona diferente a mi Pareja s*xual lícita según la Moral? ¿He usado indebidamente el matrimonio? ¿He negado su derecho a mi cónyuge? ¿He faltado a la fidelidad conyugal con deseos o de obra?
• ¿Hago uso del matrimonio solamente en aquellos días en que no puede haber descendencia? ¿Sigo este modo de control de la natalidad sin razones graves?
• ¿He usado preservativos o tomado fármacos para evitar la concepción de los hijos? ¿He inducido a otras personas a que los tomen? ¿He influido de alguna manera —consejos, bromas o actitudes— en crear un ambiente antinatalista?
¿Me he entretenido con pensamientos o recuerdos deshonestos?
• ¿He traído a mi memoria recuerdos o pensamientos impuros y los he mantenido sin rechazarlos?
• ¿Me he dejado llevar de malos deseos contra la virtud de la pureza, aunque no los haya puesto por obra? ¿Había alguna circunstancia que los agravase: parentesco, matrimonio o consagración a Dios en las personas a quienes se dirigían?
• ¿He tenido conversaciones impuras? ¿Las he comenzado yo?
• ¿He asistido a diversiones que me ponían en ocasión próxima de pecar? (ciertos bailes, cines o espectáculos inmorales, malas lecturas o compañías). ¿Me doy cuenta de que ponerme en esas ocasiones es ya un pecado?
• ¿Guardo los detalles de pudor y de modestia que son la salvaguardia de la pureza? ¿Considero esos detalles ñoñería?
• Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, ¿me entero de su implicación moral para no ponerme en ocasión próxima de pecado evitando así las deformaciones de conciencia que pueda producirme?
• ¿He rechazado las sensaciones impuras?
• ¿He hecho actos impuros? ¿Solo o con otras personas? ¿Cuántas veces? ¿Del mismo o distinto s*xo? ¿Había alguna circunstancia de parentesco o afinidad que le diera especial gravedad? ¿Tuvieron consecuencias esas relaciones? ¿Hice algo para impedirlas? ¿Después de haberse formado la nueva vida me hago responsable de ella conforme a la Moral y evito el aborto? ¿He cometido algún otro pecado contra la pureza o la castidad?
• ¿Tengo amistades que son ocasión habitual de pecado? ¿Estoy dispuesto a dejarlas?
• En el noviazgo, ¿es el amor verdadero la razón fundamental de esa relación? ¿Vivo el constante y alegre sacrificio de no convertir el cariño en ocasión de pecado? ¿Degrado el amor humano confundiéndolo con el egoísmo y con el placer?
• El noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en el conocimiento mutuo; ¿mis relaciones están inspiradas por afán de posesión o por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza?
• ¿Me acerco con más frecuencia al sacramento de la Penitencia (Confesión) durante el noviazgo para tener más gracia de Dios? ¿Me han alejado de Dios mis relaciones de noviazgo?

37. ¿He robado algún objeto o alguna cantidad de dinero? ¿He reparado o restituido el daño causado pudiendo hacerlo? ¿Estoy dispuesto a realizarlo? ¿He cooperado con otros en algún robo o hurto? ¿Había alguna circunstancia que lo agravase, por ejemplo, que se tratase de un objeto sagrado? ¿La cantidad o el valor de lo apropiado era de importancia proporcionalmente con respecto de las personas afectadas? No por ser una cantidad pequeña es pecado leve, si la persona afectada es pobre, es grave, si la persona afectada es rica, es leve.
• ¿Retengo lo ajeno contra la voluntad de su dueño?
• ¿He perjudicado a los demás con engaños, trampas o coacciones en los contratos o relaciones comerciales?
• ¿He hecho daño de otro modo a sus bienes? ¿He engañado cobrando más de lo debido? ¿He reparado el daño causado o tengo la intención de hacerlo?
• ¿He gastado más de lo que me permite mi posición?
• ¿He cumplido debidamente con mi trabajo, ganándome el sueldo que me corresponde?
• ¿He dejado de dar lo conveniente para ayudar a la Iglesia? ¿He dejado de cumplir con mi obligación de dar la cooperación diocesana cada año?
• ¿Doy limosna de acuerdo con lo que gano?
• ¿He llevado con sentido cristiano la carencia de cosas superfluas, o incluso necesarias?
• ¿He defraudado a mi consorte en los bienes?
• ¿Retengo o retraso indebidamente el pago de jornales o sueldos?
• ¿Retribuyo con justicia el trabajo de los demás?
• En el desempeño de cargos o funciones públicas, ¿me he dejado llevar por el favoritismo o la acepción de personas, faltando a la justicia?
• ¿Cumplo con exactitud miss deberes fiscales y laborales? ¿He abusado de la ley para evitar el cumplimiento de mis deberes fiscales y/o laborales? ¿Con ello he perjudicado a terceros?
• ¿He evadido el pago de impuestos o responsabilidades fiscales?

38. ¿He prestado dinero con intereses muy elevados? ¿Estoy consciente de que es una usura y de que es un pecado grave?

39. ¿He evitado o procurado evitar, pudiendo hacerlo desde el cargo que ocupo, las injusticias, los escándalos, hurtos, venganzas, fraudes y demás abusos que dañan la convivencia social?

40. ¿He prestado mi apoyo trabajando en programas inmorales, paganos o anticristianos, ya sean de orden social o política? ¿Estoy consciente de que ese apoyo es por si mismo un pecado?

41. ¿He descuidado mi trabajo, faltando a la justicia en cosas importantes? ¿Estoy dispuesto a reparar el daño que se haya producido por mi negligencia?
42. ¿Procuro acabar bien el trabajo pensando que a Dios no se le deben ofrecer cosas mal hechas? ¿Realizo el trabajo con la debida destreza y preparación?
• ¿He abusado de la confianza de mis superiores? ¿He perjudicado a mis superiores o subordinados o a otras personas haciéndoles un daño grave?
• ¿Facilito el trabajo o estudio de los demás, o lo entorpezco de algún modo, por ejemplo, con rencillas, derrotismos e interrupciones?
• ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes espirituales, familiares, sociales, políticos, morales, etc.?
• ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o estudiar?
• ¿Tolero abusos o injusticias que tengo obligación de impedir?
• ¿He dejado, por pereza, que se produzcan graves daños en mi trabajo? ¿He descuidado mi rendimiento en cosas importantes con perjuicio de aquellos para quienes trabajo?

43. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse? ¿Miento habitualmente porque es en cosas de poca importancia?
• ¿He descubierto, sin justa causa, defectos graves de otra persona, aunque sean ciertos, pero no conocidos? ¿He reparado de alguna manera, hablando de modo positivo de esa persona?
• ¿He calumniado atribuyendo a los demás lo que no era verdadero? ¿He reparado el daño o estoy dispuesto a hacerlo?
• ¿He dejado de defender al prójimo difamado o calumniado?
• ¿He hecho juicios temerarios contra el prójimo? ¿Los he comunicado a otras personas? ¿He rectificado ese juicio inexacto?
• ¿He revelado secretos importantes de otros, descubriéndolos sin justa causa? ¿He reparado el daño producido?
• ¿He hablado mal de otros por frivolidad, envidia, o por dejarme llevar del mal genio?
• ¿He hablado mal de los demás —personas o instituciones— con el único fundamento de que “me contaron” o de que “se dice por ahí”? Es decir, ¿he cooperado de esta manera a la calumnia y a la murmuración?
• ¿Estoy consciente de que las discordancias en asuntos políticos, profesionales o ideológicos no deben apasionarme hasta el grado de juzgar o hablar mal de mi opositor, y que esas diferencias no me autorizan a descubrir sus defectos morales a menos que lo exija el sentido o el bien común? ¿Utilizo los defectos morales de mis contrincantes como escalones para ganar yo más popularidad o ventaja en una contienda?
• ¿He revelado secretos sin justa causa? ¿He hecho uso en provecho personal de lo que sabía por silencio de oficio? ¿He reparado el daño que causé con mi actuación?
• ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos que por su modo de estar conservados, se desprende que sus dueños no quieren darlos a conocer?
• ¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que las mantenían?

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
Juanjo3722 | | Invitado

Simple y sencillamente, si Dios deja de pensar en nosotros, desaparecemos, no solo de su Mente, tambien de la mente de todas las personas que nos conocian, y no quedaria ningun rastro de nuestra existencia.
Yo creo que cuando menos debemos ser agradecidos por habrnos dado la vida, por mantenernos en la existencia, por darnos la oportunidad de ganarnos el Cielo, el Cual consiste en estar en la Prescencia de Dios plenamente; tambien por darnos trabajo, salud y muchas alegrias.

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
Juanjo3722 | | Invitado

¿Por qué estoy aquí? ¿Es el hombre un mero accidente biológico? ¿Es el género humano una simple etapa en un proceso evolutivo, ciego y sin sentido? ¿Es esta vida humana nada más que un destello entre la larga oscuridad que precede a la concepción y la oscuridad eterna que seguirá a la tumba? ¿Soy yo apenas una mota insignificante en el universo, lanzada al ser por el poder creador de un Dios indiferente, como la cáscara que se arroja sin pensar por encima del hombro? ¿Tiene la vida alguna finalidad, algún plan, algún propósito? ¿De dónde, en fin, vengo? ¿Y por qué estoy aquí? Estas cuestiones son las que cualquier persona normal se plantea en cuanto alcanza edad suficiente para pensar con cierta sensatez. El Catecismo de la Doctrina Cristiana es, pues, sumamente lógico cuando nos propone como pregunta inicial: « ¿Quién nos ha creado? », pregunta a la que, una vez respondida, sigue inmediatamente esta otra: « ¿Quién es Dios? ». Pero, por el momento, me parece mejor retrasar el extendernos en estas dos preguntas y comenzar, más bien, con la consideración de una tercera. Es igualmente básica, igualmente urgente, y nos ofrece un mejor punto de partida. La pregunta es: « ¿Para qué nos hizo Dios? ».
Hay dos modos de responder a esa pregunta, según la consideremos desde el punto de vista de Dios o del nuestro. Viéndola desde el punto de vista de Dios, la respuesta es: «Dios nos hizo para mostrar su bondad». Dado que Dios es un Ser infinitamente perfecto, la principal razón por la que hace algo debe ser una razón infinitamente perfecta. Pero sólo hay una razón infinitamente perfecta para hacer algo, y es hacerlo por Dios. Por ello, sería indigno de Dios, contrario a su infinita perfección, si hiciera alguna cosa por una razón inferior a Sí mismo.
Quizá lo veamos mejor si nos lo aplicamos a nosotros. Aun para nosotros, la mayor y mejor razón para hacer algo es hacerlo por Dios. Si lo hago por otro ser humano -aun algo noble, como alimentar al hambriento-, y lo hago especialmente por esa razón, sin referirme a Dios de alguna manera, estoy haciendo una cosa imperfecta. No es una cosa mala, pero sí menos perfecta. Esto sería así aun si lo hiciera por un ángel o por la Santísima Virgen misma, prescindiendo de Dios. No hay motivo mayor para hacer algo que hacerlo por Dios. Y esto es cierto tanto para lo que Dios hace como para lo que hacemos nosotros.(La primera razón, pues -la gran razón por la que Dios hizo al universo y a nosotros-, fue para su propia gloria, para mostrar su poder y bondad infinitos. Su infinito poder se muestra por el hecho de que existimos. Su infinita bondad por el hecho de que quiere hacernos partícipes de su amor y felicidad. Y si nos pareciera que Dios es egoísta por hacer las cosas para su propio honor y gloria, es porque no podemos evitar pensarle en términos humanos. Pensamos en Dios como si fuera una criatura igual que nosotros.
Pero el hecho es que no hay nada o nadie que merezca más ser objeto del pensamiento de Dios o de su amor que Dios mismo.
Sin embargo, cuando decimos que Dios hizo al universo (y a nosotros) para su mayor gloria, no queremos decir, por supuesto, que Dios la necesitara de algún modo. La gloria que dan a Dios las obras de su creación es la que llamamos «gloria extrínseca». Es algo fuera de Dios, que no le añade nada. Es muy parecido al artista que tiene gran talento para la pintura y la mente llena de bellas imágenes. Si el artista pone algunas de ellas sobre un lienzo para que la gente las vea y admire, esto no añade nada al artista mismo. No lo hace mejor o más maravilloso de lo que era.
Así, Dios nos hizo primordialmente para su honor y gloria. De aquí que nuestra primera respuesta a la pregunta « ¿Para qué nos hizo Dios? » sea: «para mostrar su bondad».
Pero la principal manera de demostrar la bondad de Dios se basa en el hecho de habernos creado con un alma espiritual e inmortal, capaz de participar de su propia felicidad. Aun en los asuntos humanos sentimos que la bondad de una persona se muestra por la generosidad con que comparte su persona y sus posesiones con otros.
Igualmente, la bondad divina se muestra, sobre todo, por el hecho de hacernos partícipes de su propia felicidad, de hacernos partícipes de Sí mismo.
Por esta razón, al responder desde nuestro punto de vista a la pregunta «¿Para qué nos hizo Dios?», decimos que nos hizo «para participar de su eterna felicidad en el cielo». Las dos respuestas son como dos caras de la misma moneda, su anverso y su reverso: la bondad de Dios nos ha hecho partícipes de su felicidad, y nuestra participación en su felicidad muestra la bondad de Dios.
Bien, ¿y qué es esa felicidad de la que venimos hablando y para la que Dios nos hizo? Como respuesta, comencemos con un ejemplo: el del soldado americano destinado en una base extranjera. Un día, al leer el periódico de su pueblo que le ha enviado su mama, tropieza con la fotografía de una muchacha. El soldado no la conoce. Nunca ha oído hablar de ella. Pero, al mirarla, se dice: «Vaya, me gusta esta chica. Querría casarme con ella».
La dirección de la muchacha está al pie de la foto, y el soldado se decide a escribirle, sin demasiadas esperanzas en que le conteste. Y, sin embargo, la respuesta llega.
Comienzan una correspondencia regular, intercambian fotografías, y se cuentan todas sus cosas. El soldado se enamora más y más cada día de esa muchacha a quien nunca ha visto.
Al fin, el soldado vuelve a casa licenciado. Durante dos años ha estado cortejándola a distancia. Su amor hacia ella le ha hecho mejor soldado y mejor hombre: ha procurado ser la clase de persona que ella querría que fuera. Ha hecho las cosas que ella desearía que hiciera, y ha evitado las que le desagradarían si llegara a conocerlas. Ya es un anhelo ferviente de ella lo que hay en su corazón, y está volviendo a casa.
¿Podemos imaginar la felicidad que colmará cada fibra de su ser al descender del tren y tomar, al fin, a la muchacha en sus brazos? « ¡Oh! -exclamará al abrazarla-, ¡si este momento pudiera hacerse eterno! » Su felicidad es la felicidad del amor logrado, del amor encontrándose en completa posesión de la persona amada. Llamamos a eso la fruición del amor. El muchacho recordará siempre este instante -instante en que su anhelo fue premiado con el primer encuentro real- como uno de los momentos más felices de su vida en la tierra.
Es también el mejor ejemplo que podemos dar sobre la naturaleza de nuestra felicidad en el cielo. Es un ejemplo penosamente imperfecto, inadecuado en extremo, pero el mejor que hemos podido encontrar. Porque la primordial felicidad del cielo consiste exactamente en esto: que poseeremos al Dios infinitamente perfecto y seremos poseídos por El, en una unión tan absoluta y completa que ni siquiera remotamente podemos imaginar su éxtasis.
A quien poseeremos no será un ser humano, por maravilloso que sea. Será el mismo Dios con quien nos uniremos de un modo personal y consciente; Dios que es Bondad, Verdad y Belleza infinitas; Dios que lo es todo, y cuyo amor infinito puede (como ningún amor humano es capaz de hacer) colmar todos los deseos y anhelos del corazón humano.
Conoceremos entonces una felicidad arrebatadora tal, que «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre», según la cita de San Pablo (1 Cor 2,9). Y esta felicidad, una vez conseguida, nunca se podrá perder.
Pero esto no significa que se prolongue durante horas, meses y años. El tiempo es algo propio del perecedero mundo material. Una vez dejemos esta vida, dejaremos también el tiempo que conocemos. Para nosotros la eternidad no será «una temporada muy larga».
La sucesión de momentos que experimentaremos en el cielo -el tipo de duración que los teólogos llaman aevum- no serán ciclos cronometrables en horas y minutos. No habrá sentimiento de «espera», ni sensación de monotonía, ni expectación del mañana. Para nosotros, el «AHORA» será lo único que contará.
Esto es lo maravilloso del cielo: que nunca se acaba. Estaremos absortos en la posesión del mayor Amor que existe, ante el cual el más ardiente de los amores humanos es una pálida sombra.
Y nuestro éxtasis no estará tarado por el pensamiento que un día tendrá que acabar, como ocurre con todas las dichas terrenas.
Por supuesto, nadie es absolutamente feliz en esta vida. A veces la gente piensa que lo sería si pudiera alcanzar todo lo que desea. Pero cuando lo consiguen -salud, riqueza y fama; una familia cariñosa y amigos leales- encuentran que aún les falta algo. Todavía no son sinceramente felices. Siempre queda algo que su corazón anhela. Hay personas más sabias que saben que el bienestar material es una fuente de dicha que decepciona. Con frecuencia, los bienes materiales son como agua salada para el sediento, que en vez de satisfacer el ansia de felicidad, la intensifica. Estos sabios han descubierto que no hay felicidad tan honda y permanente como la que brota de una viva fe en Dios y de un activo y fructífero amor de Dios. Pero incluso estos sabios encuentran que su felicidad en esta vida nunca es perfecta, nunca completa. Más aún, son ellos, más que nadie, quienes conocen lo inadecuado de la felicidad de este mundo, y es precisamente por eso -por el hecho de que ningún humano es jamás perfectamente dichoso en esta vida- por lo que encontramos una de las pruebas de la existencia de la felicidad imperecedera que nos aguarda tras la tumba. Dios, que es infinitamente bueno, no pondría en los corazones humanos esta ansia de felicidad perfecta si no hubiera modo de satisfacerla. Dios no tortura con la frustración a las almas que El ha hecho.
Pero incluso si las riquezas materiales o espirituales de esta vida pudieran satisfacer todo anhelo humano, todavía quedaría el conocimiento de que un día la muerte nos lo quitaría todo -y nuestra felicidad sería incompleta-. En el cielo, por el contrario, no sólo seremos felices con la máxima capacidad de nuestro corazón, sino que tendremos, además, la perfección final de la felicidad al saber que nada nos la podrá arrebatar. Está asegurada para siempre.
¿Qué debo hacer? Me temo que mucha gente vea el cielo como un lugar donde encontrarán a los seres queridos difuntos, más que el lugar donde encontrarán a Dios. Es cierto que en el cielo veremos a las personas queridas, y que nos alegrará su presencia. Cuando estemos con Dios, estaremos con todos los que con El están, y nos alegrará saber que nuestros seres queridos están allí, como Dios se alegra de que estén. Querremos que aquellos que dejamos alcancen el cielo también, como Dios quiere que lo alcancen.
Pero el cielo es algo más que una reunión de familia. Para todos, Dios es quien importa.
En una escala infinitamente mayor, será como una audiencia con el Santo Padre. Cada miembro de la familia que visita el Vaticano está contento de que los demás estén allí.
Pero cuando el Papa entra en la sala de audiencias, es a él, principalmente, a quien los ojos de todos se dirigen. De modo parecido, nos conoceremos y amaremos todos en el cielo -pero nos conoceremos y amaremos en Dios.
Nunca se resaltará bastante que la felicidad del cielo consiste, esencialmente, en la visión intelectual de Dios -la final y completa posesión de Dios, al que hemos deseado y amado débilmente y de lejos-. Y si éste ha de ser nuestro destino -estar eternamente unidos a Dios por el amor-, de ello se desprende que hemos de empezar a amarle aquí en esta vida.
Dios no puede llenar lo que ni siquiera existe. Si no hay un principio de amor de Dios en nuestro corazón, aquí, sobre la tierra, no puede haber la fruición del amor en la eternidad.
Para esto nos ha puesto Dios en la tierra, para que, amándole, pongamos los cimientos necesarios para nuestra felicidad en el cielo.
En el epígrafe precedente hablábamos de un soldado que, estacionado en una base lejana, ve el retrato de una muchacha en un periódico y se enamora de ella. Comienza a escribirle y, a su regreso al hogar, termina por hacerla suya. Es evidente que si, para empezar, al joven no le hubiera impresionado la, fotografía, o si, tras unas pocas cartas, hubiera perdido el interés por ella, cesando la correspondencia, aquella muchacha no habría significado nada para él a su regreso. Y aun en el caso de que se encontrara en el andén a la llegada del tren, para él su rostro hubiera sido uno más en la multitud. Su corazón no se sobresaltaría al verla.
De igual modo, si no empezamos a amar a Dios en esta vida, no hay modo de unirnos a El en la eternidad. Para aquel que entra en la eternidad sin amor de Dios en su corazón, el cielo, simplemente, no existirá. Igual que un hombre sin ojos no podría ver la belleza del mundo que le rodea, un hombre sin amor de Dios no podrá ver a Dios; entra en la eternidad ciego. No es que Dios diga al pecador impenitente (el pecado no es más que una negativa al amor de Dios): «Como tú no me amas, no quiero nada contigo. ¡Vete al infierno!». El hombre que muere sin amor de Dios, o sea, sin arrepentirse de su pecado, ha hecho su propia elección. Dios está allí, pero él no puede verle, igual que el sol brilla aunque el ciego no pueda verlo.
Es evidente que no podemos amar a quien no conocemos. Y esto nos lleva a otro deber que tenemos en esta vida. Tenemos que aprender todo lo que podamos sobre Dios, para poder amarle y mantener vivo nuestro amor y hacerle crecer. Volviendo a nuestro imaginario soldado: Si ese joven no hubiera visto a la muchacha, está claro que nunca habría llegado a amarla. No podría haberse enamorado de quien ni siquiera habría oído hablar. Y aun después de ver su fotografía y quedar impresionado por su apariencia, si el joven no le hubiera escrito y por la correspondencia conocido su atractivo, el primer impulso de interés nunca se habría hecho amor ardiente.

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
tabris_macay | | Invitado

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Y las ideas apa ?.

Aaaah cierto, olvidaba que no debo cuestionar a la autoridad, tons tu sigue copiando y pegando, ya sabes, no hay fijon y el foro tiene suficiente espacio como para que Copies y Pegues la biblia completa 50 veces.

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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título:
fusionador | | Invitado

Cita:
Está de moda la costumbre de vivir en amasiato o en unión libre y, como es una moda, se considera normal, es bien vista y bien aceptada; peo ¿sabes que significa vivir así?
Es una situación muy lamentable, primero porque se vive en condición habitual y constante de pecado, es decir, se ofende de manera continua, permanente y por tiempo indefinido a Dios, hasta que los que viven así deciden recibir el Sacramento del Matrimonio, ya que solo los Esposos pueden tener relaciones s*xual lícitamente, y también es lamentable porque no solo afecta a quienes practican ese tipo de vida, ya que, por la “Comunión de los Santos”, resultamos afectados todos los miembros de La Iglesia porque una de las notas de La Iglesia es la Unidad, la cual se manifiesta y se lleva a cabo mediante y a través de esa Comunión de los Santos que no es otra cosa que la dependencia que tenemos entre sí todos los bautizados, la cual nos dispone para recibir ayuda por medio de las oraciones y de las buenas acciones de todos los miembros de La Iglesia, de manera que, si yo me porto bien, a todos los miembros de La Iglesia les afecta positivamente, pero, si me porto mal, todos los miembros son afectados negativamente; de hecho esa es una de las causas que impiden a la Humanidad desarrollarse como a Dios le gustaría que ocurriera, ya que cada quien quiere vivir sin preocuparse de los demás, afectándonos no solo con esa actitud de egoísmo, sino también porque Dios no puede otorgarle mas gracias a La misma Iglesia; es como si en esas personas que no quieren portarse bien Dios viera un “hoyo” por donde se fuga toda la Gracia que Él nos quiere dar y que de hecho nos otorga, pero que se desperdicia, escapándose por esos “hoyos”.
Por otro lado no puedes confesarte y, por consecuencia, tampoco comulgar durante todo el tiempo que decidas permanecer en ese estado de pecado continuo, con lo cual además cada año se te van acumulando cuando menos dos pecados mortales más en tu conciencia: uno por no comulgar cuando menos una vez al año y otro por no confesarte cuando menos una vez al año, sin tomar en cuenta los pecados que cometes de continuo al dormir con tu pareja sin estar casados, y esto va poniéndote cada vez mas cerca delas puertas del infierno, de manera que, si te ves involucrado en un accidente, lo más probable es que, si mueres te vas directo a visitar a satanás en persona, con todas sus consecuencias.
Es muy placentero y agradable vivir en “unión libre” (que de libre no tiene nada), pero si lo analizas, en realidad no te conviene nada, además de que ese placer dura muy poco: cuando menos te des cuenta te vas a ver decepcionado.



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MensajePublicado: Mar 16 2011    Título: pues

pues bueno, a juanjo su mentor le indicó que ya no debía opinar porque se enredaba solito y luego no podía responder

todavía le faltan unos años de estudios para poder ser numerario, no te desanimes, no porque no hayas podido aquí, quiere decir que no puedas algún dia, con esfuerzo, estudio y preparación, exponer y defender un argumento

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MensajePublicado: Jun 29 2011    Título:

Pense que este post era como para regalarte luna de miel en Cancun y casa, alguna promocion de un hotel o algo asi... frown.gif

Tanto choro... es increible que aun exista gente con esa mentalidad tan....

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MensajePublicado: Jul 26 2011    Título: es

es numerario o supernumerario, creo

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MensajePublicado: Jul 30 2011    Título:

Por simples porcentajes.
Si aproximadamente el 30% de los humanos son cristianos (no católicos eh? cris-tia-nos) y en el supuesto que ese 30% tiene unificada la misma idea del sacramento matrimonial...(no se ponen de acuerdo ni siquiera para definir un sólo lider...en fin!)
Ese 70% restante no se une con el sacramento cristiano... entonces? 70% de la humanidad vive en pecado por no casarse cristianamente? puesto que cada uno se une a una pareja en otro rito, dependiendo de cada creencia-religión. Eso de vivir en un mundito atrofia el criterio.
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